miércoles, 10 de noviembre de 2021

ISABEL BARCELÓ EN EL CEPA ROSALÍA DE CASTRO DE LEGANÉS

 Queridos amigos:

El 5 de noviembre de 2021 nos visitó nuestra queridísima escritora y amiga Isabel Barceló, dentro del Programa “Encuentros Literarios con Autores” puesto en marcha por la Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura a través del Ministerio de Cultura y Deporte. Nuestra Isabel querida y admirada nos dedicó dos ponencias plenas de sabiduría y magisterio, de belleza, generosidad y pulso  humano sobre su obra, su estudio sobre Roma y sus mujeres y especialmente sobre sus obras:

Mujeres de Roma y Lucrecia Borgia

Fue un privilegio, un honor tenerla cerca y escucharla como estudiosa y sabia conocedora del mundo de Roma, su historia y sus personajes ilustres y sus grandes olvidados.

Lo que nos sigue sacudiendo el alma es haber tenido tan cerca a una gignante de las Letras con su sencillez, calor, cercanía y sensibilidad. El corazón que le puso a su encuentro con los alumnos lo celebramos y lo celebraremos siempre como se merece, como habernos sentido anfitriones de una Musa.

Mientras el cepa Rosalía de Castro quiso y sigue queriendo convertirse en su Parnaso. Que esta sea siempre tu casa, tu refugio y el foro adecuado para que se asomen mujeres a las que has devuelto su olvidada o difamada voz, querida Isabel.

Como Filemon y Baucis (siguiendo el episodio de las Metamorfosis de Ovidio)  humildemente hemos ofrecido nuestro hogar, nuestros pocos adornos y pertenencias porque llegaban unos viajeros que habían de relatarnos historias encantadas y bella mitología.Después supimos que eran dioses los que nos visitaban. Habéis dejado encendido un fuego, que como profesora-vestal no vigilaré para que no se apague nunca, pues ha prendido en el hábito de tantos alumnos que se suman a la labor de la recuperación y memoria de las voces extinguidas o difamas. Salve, Isabel, oh diosa a la que prefiero al mismísimo Júpiter (episodio de Calisto, Metamorfosis de Ovidio).

 

Disfrutemos de algunos momentos de sus ponencias, recordándolos con las fotografías que llevamos a cabo desde el cepa:



Elena Pascual, profesora de Lengua y Literatura les presenta a Isabel Barceló


Arrebata estoy al lado de nuestra querida escritora


Isabel Barceló con las profesora Yolanda Páez y Elena Pascual


Diversas fotografías que aluden a las explicaciones:

Las Sabinas se interponen entre los ejércitos, pintura de Jacques-Louis David        

          

Isabel Barcelo nos preparó una ponencia de lujo, nos presenta estos dos libros


                                    Isabel Barceló nos presenta algunas de sus obras


Sobre Lucrecia Borgia


Sobre Rómulo y Remo y la loba Capitolina



Son 44 las mujeres protagonistas de Mujeres de Roma de Isabel Barceló


Manuel Segura, alumno del cepa y cantaor flamenco, llevo al cante un poema de Pietro Bembo y se lo dedicó a Isabel Barceló


Nos emocionábamos con la memoria histórica que ha sido rescata por Isabel Barceló sobre Lucrecia Borgia



Alfonso I de Este, tercer marido de Lucrecia Borgia


Un episodio de Mujeres de Roma que nos emocionó sobremanera. Pero amamanta a su padre, condenado morir de hambre. Pintura de Jan Janssens




Geografía de Roma a través del tiempo





El Foro Romano y Santa Francesa Romana, la patrona de Roma





Aprendemos quién fue Lucrecia Borgia


Explico por qué llevó un mantón en homenaje a Lucrecia Borgia y la moda española.



Elena Pascual, profesora de Lengua, presenta Mujeres de Roma y Lucrecia Borgia, libros de Isabel Barceló




La autora nos fascina con las historias de Mujeres de Roma a través de la geografía romana antigua y actual





Sobre Lucrecia Borgia





Sobre Alfonso I del Este, tercer marido de Lucrecia Borgia




Documentación sobre Lucrecia Borgia


Elena Pascual en nombre del cepa Rosalía le Castro le agradece a Isabel Barceló su visita:




No os olvidéis de mostrar hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. (Hebreos, 13.2)


Espero que disfrutéis de este humilde homenaje que le hemos dedicado a la autora, tanto como nosotros hemos difrutando realizándolo. Podéis votar a las actuaciones que más os gusten.



Hecho con Padlet

 

Y siguiendo la escuela de nuestra maestra, aceptando la gentil invitación del Ministerio de Educación y Cultura, muchos de nuestros queridos y profundamente talentosos y perspicaces alumnos se han atrevido a participar como autores de ensayos históricos sobre mujeres, cuya voz han querido recuperar. Muchísimas gracias, queridos alumnos, sois muy grandes.




Hecho con Padlet


Hasta pronto. Esperamos vuestros comentarios, un beso.


...



miércoles, 8 de septiembre de 2021

HOMENAJE A CARMEN LAFORET POR EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

 Queridos amigos:

 Recordamos a una de nuestras más representativas y queridas autoras de la literatura española: Carmen Laforet (Barcelona, 6 de septiembre de 1921 - Majadahonda2004.  Se cumplen cien años de su nacimiento, qué mejor ocasión de celebrar sus escritos, su personalísima y audaz narrativa. Carmen Laforet fue una autora con una voz única y con una valentía incomparable al atreverse a crear personajes fermeninos enfrentados a un mundo de penuria en la posguerra española y con una capacidad de declarar su independencia mental, emocional y espiritual, que hemos de agradecerle.

 

Carmen Laforet

 Rindámosle un sentido homenaje a una de nuestras autoras favoritas, a través de personajes inolvidables que tendremos para siempre en nuestro corazón.

Muchas gracias, doña Carmen Laforet por este universo que nos ayuda a expandir el nuestro propio, gracias a la grandeza de la literatura y la tuya personal.

¿Qué os parece si empezamos nuestro banquete literario con la novela Nada?

 

Amy Abshier-Reyes
                                                                        Amy Abshier-Reyes



Lo que estaba delante de mí era un recibidor alumbrado por la única y débil bombilla que quedaba sujeta a uno de los brazos de la lámpara, magnífica y sucia de telarañas, que colgaba del techo. Un fondo oscuro de muebles colocados unos sobre otros como en las mudanzas. Y en primer término la mancha blanquinegra de una viejecita decrépita, en camisón, con una toquilla echada sobre los hombros. Quise pensar que me había equivocado de piso, pero aquella infeliz viejecilla conservaba una sonrisa de bondad tan dulce, que tuve la seguridad de que era mi abuela.



                                                                       Alex Kanevsky


—¿Eres tú, Gloria? —dijo cuchicheando. Yo negué con la cabeza, incapaz de hablar, pero ella no podía verme en la sombra.

—Pasa, pasa, hija mía. ¿Qué haces ahí? ¡Por Dios! ¡Que no se dé cuenta Angustias de que vuelves a estas horas!

Intrigada, arrastré la maleta y cerré la puerta detrás de mí. Entonces la pobre vieja empezó a balbucear algo, desconcertada.

—¿No me conoces, abuela? Soy Andrea.
—¿Andrea?
Vacilaba. Hacía esfuerzos por recordar. Aquello era lastimoso.
—Sí, querida, tu nieta... no pude llegar esta mañana como había escrito.




Eduardo Arranz-Bravo


No sé qué latidos amargos tenían las cosas aquella noche, como signos de mal agüero. No me podía dormir, como me sucedía con frecuencia en aquella época en que el cansancio me atormentaba. Antes de decidirme a cerrar los ojos tanteé con torpeza sobre el mármol de la mesilla de noche y encontré un trozo de pan del día anterior. Lo comí ansiosamente. La pobre abuela se olvidaba pocas veces de sus regalitos. Al fin, cuando el sueño logró apoderarse de mí, fue como un estado de coma, casi como una antesala de la muerte última. Mi agotamiento era espantoso. Creo que llevaba alguien mucho rato gritando cuando aquellos gritos terribles pudieron traspasar mis oídos. Quizá fue sólo cuestión de instantes. Recuerdo, sin embargo, que habían entrado a formar parte de mis sueños, antes de hacerme volver a la realidad. Jamás había oído gritar de aquella manera en la casa de la calle de Aribau. Era un chillido lúgubre, de animal enloquecido, el que me hizo sentarme en la cama y luego saltar de ella temblando.

 

 
                                                                                                     Alexander G. Ivanov



Cuando un día o una noche le vi por fin en casa yo creí que ya habíamos pasado los peores momentos. Pero aún nos faltaba oírle llorar. Nunca, por muchos años que viva, me olvidaré de sus gemidos desesperados. Comprendí que Román tenía razón al decir que Juan era suyo. Ahora que él se había muerto, el dolor de Juan era impúdico, enloquecedor, como el de una mujer por su amante, como el de una madre joven por la muerte del primer hijo.

No sé cuántas horas estuve sin dormir, con los ojos abiertos y resecos recogiendo todos los dolores que pululaban, vivos como gusanos, en las entrañas de la casa. Cuando al fin caí en una cama, no sé tampoco cuántas horas estuve durmiendo. Pero dormí como nunca en mi vida. Como si también yo. fuera a cerrar los ojos para siempre.
Cuando volví a darme cuenta de que vivía tuve la sensación de que acababa de subir desde el fondo de algún hondísimo pozo, del que conservaba la cavernosa sensación de unos ecos en la oscuridad.

 

                                                                   Alexander G. Ivanov


«Ahora, viendo las cosas a distancia, me pregunto cómo se puede alcanzar tal capacidad de humillación, cómo podemos enfermar así, cómo en los sentidos humanos cabe una tan grande cantidad de placer en el dolor... Porque yo estuve enferma. Yo he tenido fiebre. Yo no he podido levantarme de la cama en algún tiempo; así era el veneno, la obsesión que me llenaba... ¿Y dice usted que si conozco a Román? Lo he repasado en todos sus rincones, en todos sus pliegues durante días infinitos, solitarios...


 
 Alex Kanevsky


Mi padre estaba alarmado. Hizo averiguaciones, la criada habló de mis manías... ¿Y este dolor de ser descubierta, destapada hasta los rincones más íntimos? Dolor como si arrancaran a tiras nuestra piel para ver la red de venas palpitando entre los músculos... Me tuvieron un año en el campo. Mi padre dio dinero a Román para que se alejara de Barcelona una temporada para que no estuviera allí a mi vuelta, y él tuvo la desfachatez de aceptar y de firmar un recibo en el que el hecho constaba.


                  Alexander G. Ivanov



Enseguida me di cuenta de que era Gloria la que gritaba y de que Juan le debería estar pegando una paliza bárbara. Me senté en la cama pensando en si valdría la pena acudir. Pero los gritos continuaban, seguidos de las maldiciones y blasfemias más atroces de nuestro rico vocabulario español. Allí, en su furia, Juan empleaba los dos idiomas, castellano y catalán, con pasmosa facilidad y abundancia.




                                                                            Alex Kanevsky



Me detuve a ponerme el abrigo y me asomé por fin a la oscuridad de la casa. En la cerrada puerta del cuarto de Juan golpeaban la abuela y la criada.

—Juan! ¡Juan! ¡Hijo mío, abre!

—Señorito Juan, ¡abra!, ¡abra usted!

Oíamos dentro tacos, insultos. Carreras y tropezones con los muebles. El niño comenzó a llorar allí encerrado también y la abuela se desesperó. Alzó las manos para golpear la puerta y vi sus brazos esqueléticos.

—Juan! Juan! ¡Ese niño!

De pronto se abrió la puerta de una patada de Juan, y Gloria salió despedida, medio desnuda y chillando. Juan la alcanzó y aunque ella trataba de arañarle y morderle, la cogió debajo del brazo y la arrastró al cuarto de baño...

—¡Pobrecito mío!

Gritó la abuela cogiendo al niño, que se había puesto de pie en la cuna, agarrándose a la barandilla y gimoteando... Luego, cargada con el nieto, acudió a la refriega.




                                                                          Alex Kanevsky


Juan metió a Gloria en la bañera y, sin quitarle las ropas, soltó la ducha helada sobre ella. Le agarraba brutalmente la cabeza, de modo que si abría la boca no tenía más remedio que tragar agua. Mientras tanto, gritó, volviéndose a nosotras:


—¡Y vosotras a la cama! ¡Aquí no tiene que hacer nada nadie! Pero no nos movíamos. La abuela suplicaba:

-¡Por tu hijo, por tu niño! ¡Vuelve en ti, Juanito!




                                                                           Alex Kanevsky



Emocionados, ¿verdad? ¿Os apetece continuar nuestro recorrido narrativo con La isla y los demonios?




                                                                      Alexander G. Ivanov



Marta se avergonzó. Era verdad. Cuando ella llegó del convento, Pino la había conquistado durante unos días descubriéndole un mundo sucio, hirviente. Marta quería saber y había escuchado con avidez los secretos de las relaciones corporales entre los hombres y las mu- jeres. Y, claro está, a esto Pino le llamaba la vida como si no existiese más. Luego Pino se había desbordado. Sus conversaciones parecían teñir a todas las personas que Marta conocía y quería de esta suciedad. Sus propias amigas, con sus inocentes noviazgos y sus familias tranquilas habían sido metidas por Pino en estas conversaciones. Marta se encontró de pronto en una especie de fangal de confidencias diarias y de chismorreos con Pino y se horrorizaba de sí misma. Tuvo un desesperado afán de pureza. Había huido por completo de su cuñada. La había despreciado desde el refugio de sus libros y de sus sueños. Pino, por su parte, la persiguió con su aborrecimiento.



 
                                                                       Alexander G. Ivanoch



Continuamos con la novela La mujer nueva:

Sí, sentía una terrible rabia al darse cuenta de que Paulina se escapaba. Después de años y años en que el encanto especial de aquella mujer le había obsesionado, después de olvidarse de ella y volverla a encontrar, después de conocer, por fin, cómo era ella cuando se enamoraba, después de estar absolutamente seguro de ser su dueño en cuerpo y alma, después de haber llegado hasta a una hartura de este sentimiento... después de todo esto, Paulina había cogido su maleta, sin una palabra de aviso, sin una ruptura definitiva, sin una amenaza previa, y desaparecía... Y él, ni siquiera podía alcanzarla esta noche, pedirle cuentas, exigirle, vencerla...



 
Adam Caldwell



Y ahora, si os parece, vamos con dos novelas de la trilogía (Tres pasos fuera del tiempo: La insolación, Al volver la esquina y Jaque mate) que tenía trazada pero que no pudo llegar a terminar, porque Jaque mate no se llegó a publicar. 




 
Adam Caldwell



Así, disfrutemos ahora de La insolación:

Claro, Soto, claro. Pero yo le envidio a usted. Un hombre solo es una cosa muy triste. Y además esos niños mal educados, abandonados... Son malos, lo sé, pero no es suya toda la culpa. Su chico Martín que es un pequeño caballero ejerce sobre ellos una influencia beneficiosa. En cuanto a lo que me dijo de Anita y de lo que la criticaron en el pueblo, no crea usted que no estoy preocupado y que no le agradezco su interés. Este invierno tengo el proyecto de mandarla a un convento. Sí, un convento en Avila o en Toledo o en cualquiera de esas hermosas ciudades castellanas me ayudará a sujetar a esa loquilla. Nada, nada, Anita al convento y Carlos a los frailes. ¿Dice usted que no van a misa? Pues no me lo explico; Frufrú es muy religiosa. Le dará pereza esa carretera con tanto sol... En fin, tanto gusto en saludarle, Soto.



                                                                              Adam Caldwell

Sigamos nuestro recorrido con Al volver la esquina:


La ventana está entornada. Un filo de claridad que viene del jardín hierve cortando la penumbra. Zumba un moscardón primerizo y extraviado en el sol. Siento que el sol debe de quemar la tierra en el jardín cercano y en las lejanas playas, en lugares donde se olvida el insidioso olor a los anestésicos de los quirófanos. Hay una comunicación consoladora en este roce de los labios que repetimos incansables, como sonámbulos, como niños que ensayan un lenguaje con los ojos y los oídos cerrados, y sustituyen las palabras por este tanteo de nuestra boca en las facciones que, de momento en momento, sentimos más nuestras. Nos decimos todo lo que no nos hemos dicho nunca con palabras, nos pedimos perdón por nuestras torpezas, por el olvido del uno al otro en que hemos caído durante tantos años, perdón por no ser niños ya y, sin embargo, tener que buscarnos como niños perdidos; tener que empezar a comprender que somos el uno del otro sin remedio, que lo hemos sido siempre y que no quisimos ni sospecharlo. Nos decimos la soledad, la bárbara mutilación que hemos hecho separando cuerpo y alma en nuestras vidas por ese pecado de no haber sabido que teníamos que encontrarnos enteramente, ardiendo el espíritu en esta atracción que con nadie nunca hemos podido tener completa. Con nadie nunca ha sido ni podrá ser esta verdad que nos quita poco a poco el pensamiento confuso de esa pena de no haber comprendido antes de ser este hombre y esta mujer que ya somos ahora, que vamos sintiendo que somos, Hechos para la fusión de la amistad en la vida que recibimos uno del otro, para el abrazo, para ese beso en el que al fin de entreabren los labios de Anita para recibir mi boca. Nos estamos besando al fin en un olvido total. Boca a boca, vida a vida, juventud con juventud. Y bruscamente, me despierto. Es como si la ventana se hubiese abierto de repente al invierno y hubiera dejado pasar una racha de ventisca y granizo...


                                                                         Adam Caldwell


Bajo la inquietante sombra de la verdad literaria, de la belleza y el dolor que nos traspasan, vaya este humilde pero entregado homenaje a nuestra querida autora. Gracias, Carmen Laforet por ser gigante.


Esperamos, queridos amigos vuestras impresiones y comentarios con avidez. Hasta pronto, un beso.

...


miércoles, 19 de mayo de 2021

JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD: GRACIAS POR TU LITERATURA

 Queridos amigos:

Le brindamos este homenaje a nuestro admirado escritor José Manuel Caballero Bonald, que se nos fue el 9 de mayo de 2021, dejándonos rotos de dolor pero consolados siempre con sus maravillosos escritos.


José Manuel Caballero Bonald


Gran figura de la literatura española, fue Premio Cervantes de Literatura 2012, Premio Nacional de las Letras Españolas en 2005, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2004, Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca en 2009.

Autor de la generación del 50, sus poemas y sus novelas no nos pueden dejar indiferentes, conmoviéndonos siempre hasta la emoción más pura y profunda.

Comencemos nuestro paseo literario a través de los versos, las palabras, las emociones de nuestro querido escritor.

 

José Manuel Caballero Bonald



ANTERIOR A TU CUERPO ES ESTA HISTORIA

que hemos vivido juntos
en la noche inconsciente. 


Sylvie Guillot


Tercas simulaciones desocupan
el espacio en que a tientas nos
buscamos,
dejan en las proximidades
de la luz un barrunto
de sombras de preguntas nunca
hechas.


Sylvie Guillot



En vano recorremos
la distancia que queda entre las últimas
sospechas de estar solos,
ya convictos acaso de esa interina
realidad que avala siempre
el trámite del sueño. 

 

 Artodyssey: Francois Fressinier

                                                                   Francois Fressinier


ESPERA

Y tú me dices 

que tienes los pechos rendidos de esperarme, 

que te duelen los ojos de estar siempre vacíos de mi cuerpo, 

 

 Ruth Shively

 

que has perdido hasta el tacto de tus manos  

de palpar esta ausencia por el aire, 

que olvidas el tamaño caliente de mi boca.
 

  Ruth Shively

 

Y tú me lo dices que sabes   

que me hice sangre en las palabras de repetir tu nombre, 

de lastimar mis labios con la sed de tenerte, 

 

 Ruth Shively

 

de darle a mi memoria, registrándola a ciegas, 

una nueva manera de rescatarte en vano 

desde la soledad en la que tú me gritas 

 que sigues esperándome. 

 

 Ruth Shively


Y tú me lo dices que estás tan hecha  

a esta deshabitada cerrazón de la carne  

que apenas si tu sombra se delata,  

 

Ruth Shively

que apenas si eres cierta 

en esta oscuridad que la distancia pone 

entre tu cuerpo y el mío.


                                                                           Ruth Shively

 

A BATALLAS DE AMOR, CAMPO DE PLUMAS

Ningún vestigio tan inconsolable
como el que deja un cuerpo
entre las sábanas
                             y más
cuando la lasitud de la memoria
ocupa un espacio mayor
del que razonablemente le corresponde.


Sylvie Guillot


Linda el amanecer con la almohada
y algo jadea cerca, acaso un último
estertor adherido
a la carne, la otra vez adversaria
emanación del tedio estacionándose
entre los utensilios de la noche.


Katie Young


Despierta, ya es de día, mira
los restos del naufragio
bruscamente esparcidos
en la vidriosa linde del insomnio.


Alexandre Montoya


Sólo es un pacto a veces, una tregua
ungida de sudor, la extenuante
reconstrucción del sitio
donde estuvo asediado el taciturno
material del deseo.


Alexandre Montoya


                              Rastros
hostiles reptan entre un cúmulo
de trofeos y escorias, amortiguan
la inerme acometida de los cuerpos.
A batallas de amor campo de plumas.


Katie Young



CENIZA SON MIS LABIOS

En su oscuro principio, desde
su alucinante estirpe, cifra inicial de Dios,
alguien, el hombre, espera.
Turbador sueño yergue
su noticia opresora ante la nada
original de la que el ser es hecho, ante
su herencia de combate, dando vida
a secretos cegados,
a recónditos signos que aún callaban
y pugnan ya desde un recuerdo hondísimo
para emerger hacia canciones,
puro dolor atónito de un labio, el elegido
que en cenizas transforma
la interior llama viva del humano.


José Parra

Quizá solo para luchar acecha, permanece dormido o silencioso
llorando, besando el terso párpado rosa,
el pecho triste de la muchacha amada;
quizá solo aguarda combatir
contra esa mansa lágrima que es letra del amor,
contra
aquella luz aniquiladora
que dentro de él ya duele con su nombre: belleza...

George Yepes



DESENCUENTRO

Esquiva como la noche,
como la mano que te entorpecía,
como la trémula succión
insuficiente de la carne;
esquiva y veloz como la hoja
ensangrentada de un cuchillo,
como los filos de la nieve, como el esperma
que decora el embozo de las sábanas,
como la congoja de un niño
que se esconde para llorar.


Alexandre Montoya




Tratas de no saber y sabes
que ya está todo maniatado,
allí
donde pernocta el irascible
lastre del desamor, sombra
partida por olvidos, desdenes,
llave que ya no abre ningún sueño:

La ausencia se aproxima
en sentido contrario al de la espera.


Alexandre Montoya


NOMBRE ENTREGADO

Tú te llamabas Carmen
y era hermoso decir una a una tus letras,
desnudarlas, mirarte en cada una
como si fuesen ramas distintas de alegría,
distintos besos en mi boca reunidos.


Alexandre Montoya


Era hermoso saberte con un nombre
que ya me duele ahora entre los labios,
me sangra entre los labios como el moho de una fruta,
como algo que yo querría nombrar constantemente
y me estuviese amordazando con su olvido,
con su apremiante negación de ser,
porque es inútil repetir lo que termina en nada.


José Parra


Es posible que ya no puedas tú tener un nombre,
encerrar en un nombre tu ternura,
tus verdes ojos dulces,
la dorada humedad de tu cabello,
que ya no puedes responderme si te llamo,
si te sigo llamando y nada me devuelve
la ilusoria constancia de que aún eres cierta.


Sarah Ryhanen


Ahora es de noche y tú no tienes nombre,
a nadie pertenecen tu voz, tus adjetivos,
mientras cae la lluvia
mansamente y es más frágil la vida
cuando al llamarte sé que ya no tienes nombre.



Françoise de Felice


¿Es verdad que te has ido para siempre,
que no podremos ya mirar los árboles mojados,
la lenta pesadumbre de las tardes calladas,
el nocturno temor que a nuestro amor unía?
¿Es verdad que tu boca se irá deshabitando
sin responder a nadie ni siquiera en silencio,
que ya no cabré nunca en tu mirada,
en tus manos que guardan mi latido en su piel?



Françoise de Felice



No puedo imaginar que alguien te llame
allí por ese reino donde ahora enmudeces
mordiéndote los labios como entonces
y tú vuelvas los ojos para ver si es posible
que tengas todavía un nombre en que esconderte,
un nombre que estacione la vida entre sus letras,
que sea vanamente igual que Carmen,
porque ahora es de noche y tú no tienes nombre.





Françoise de Felice


Pero entonces he mirado la luz,
los péndulos furtivos del otoño,
los hombres que caminan y caminan,
las aves del regreso, torpes ya con el frío,
estos libros que ardieron con nuestros ojos juntos,
mis padres, mis hermanos, con sus sombras gemelas,
mi amigo Juan Valencia, que está a mi lado y no
me habla, y sé que estoy viviendo,
he aprendido que son las cosas quietas
las que evidencian mi razón de cada día,
que eres tú quien te has ido a una gran soledad,
quien no puedes volver con aquel nombre tuyo,
con aquel cuerpo ajeno y transeúnte que tenías,
con algo que no sea caricia o beso o lágrima
y lo convoque todo a una historia única
donde decir tu nombre equivalga también a poseerte.




Françoise de Felice



Porque es triste y es también preciso
comprender que eso es vivir: ir olvidando,
consistir en palabras que están llamando a nadie,
saber que es una grieta súbita
la que arrasa y corrompe la más cierta esperanza,
saber que es el desamor
quien detrás de lo más amado espera
para poder seguir viviendo
a pesar de la noche y tu nombre entregado.


Françoise de Felice


Esperamos que hayáis disfrutado intensamente de este maravilloso viaje por la literatura de nuestro gran autor.


Un beso.


...