Queridos amigos:
Eduardo Chirinos, el extraordinario poeta peruano de la generación del 80, se nos fue el 17 de febrero de 2016. Ensayista, colaborador cultural en la prensa, profesor universitario, poeta.
Se nos fue. Así, sin más. Como si no pasara nada, como si cuando un poeta desapare el mar siguiera latiendo al mismo ritmo y la tierra girara exactamente a la misma velocidad.
Pero yo creo que no es así. Algo ha cambiado ahora. Eduardo, algo se ha movido. Y tus versos, amigos, siguen resonando.
Eduardo Chirinos ganó a la largo de su vida y de sus poemarios reconocidos premios, resaltemos nuestro Premio de Poesía Generación del 27 en 2009 por Mientras el lobo está o el Premio Casa de América de Poesía Americana, 2001 por Breve historia de la música. Reivindicó grandemente la poesía hispanoamericana a la que creía silenciada, así en su ensayo La morada del silencio publicado en Lima por Fondo de Cultura Económica en 1998.
Queridos amigos, os invito a disfrutar de su poesía. Eduardo Chirinos, poeta de voz única, elevada, elegante, amante de los clásicos siempre, innovador por derecho propio. Delicioso escritor, delicioso.
Leamos esta breve selección poética que le dedico como un humilde homenaje.
El siguiente poema está dedicado a uno de nuestros poetas de la generación del 27: Pedro Salinas. Nuestro amado poeta que con su provocador gesto antirromántico nos enamoró y nos sigue enamorando a todos, como nos muestra Eduardo Chirinos, en un momento de comunicación y comunión poética elevado, profundo e inigualable.
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Samy Charnine |
Junto a la tumba de Salinas
Un pequeño saurio atraviesa la tumba de Salinas,husmea el óxido que mancha la blancura del mármol
y se oculta rápidamente entre la hierba.
Entonces lo contemplo.
Qué de besos perdidos frente al mar,
qué de labios bebiendo sus gotas azules,
qué de cielos nunca hollados, fortalezas
donde el amor se rindió a los abrazos de nadie.
Nadie, Salinas, buscando entre sombras un cuerpo desnudo,
nadie en las palabras que alguna vez ardieron por nosotros.
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Paul Laurenzi |
Yo también me enamoré con tus poemas.
Ellos sabían lo que habría de ocurrirme, me leía en ellos,
pero tú plagiaste mi vida, la dignificaste, la hiciste del revés.
¿Mereces entonces el perdón?
Ahora que estás bajo un cielo verdadero,
devorado por los insectos de la tierra, pronombre
encadenado a la carne de unos besos que yo di por ti,
te ofrezco estas flores.
Acéptalas, Salinas, como un homenaje de quien quiso creer
y vivió feliz en el fecundo engaño.
El siguiente y sorprendente poema supone un homenaje a la admiración que Chirinos sentía por los poetas clásicos españoles, como Garcilaso de la Vega.
Tomando en su sentir la égloga I de Garcilaso, Eduardo Chirinos se deja nuevamente imbuir por la voz de uno de los grandísimos poetas consagrados, cuya voz resuena en la suya y así las almas de ambos se encuentran y también la nuestra sabe y se siente una con la poesía, gracias a estos versos.
La tranquilidad es un campo de arena
El mar,
las piedras, algunas gaviotas,
gaviotas blancas, grises, de pico anaranjado,
maderos rotos,
moscas sobrevolando el cadáver de un lobo marino
(hermoso animal varado por las aguas) corrientes aguas, puras,
cristalinas
y una toalla húmeda secando nuestros pies
las piedras, algunas gaviotas,
gaviotas blancas, grises, de pico anaranjado,
maderos rotos,
moscas sobrevolando el cadáver de un lobo marino
(hermoso animal varado por las aguas) corrientes aguas, puras,
cristalinas
y una toalla húmeda secando nuestros pies
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Samy Charnine |
("La tranquilidad es un campo de arena", escribí en la inmensa
soledad de estos parajes.
"Moles de arcilla y concha han resistido al furioso embate de las
aguas, al furioso embate de estas mismas aguas
donde ahora me entristezco y canto.")
.
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Samy Charnine |
¿Y yo qué he de cantar?
El dulce lamentar del s. XVI en un paraje salino
(rocas peladas y no verduras en las eras);
el triste cantar de dos pastores en las playas del sur
(murmullo solitario de las aguas y no silencio de la selva umbrosa),
idénticos espacios para ejercer el oficio
do natura o menester me inclinan.
"Aves y peces han condicionado sus cuerpos para habitar este lugar.
Aves y peces han evolucionado en el curso de los tiempos
para enterrar por siempre
sus huesos en la arena."
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Samy Charnine |
Es así como la muerte anuncia el nacimiento y vuelven, ambas,
al punto de partida,
y las estaciones y los calendarios no son más que piezas
distintas de un mismo tablero y estas aguas son, amor,
las mismas aguas que vienes observando en algún lugar del
mundo
donde jamás habrás de ver lo que yo veo:
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Pavel Antipov |
El mar,
las piedras, ¿algunas gaviota?
gaviotas blancas, grises, de pico anaranjado,
maderos rotos,
moscas sobrevolando el cadáver de un hermoso animal varado
por las aguas.
las piedras, ¿algunas gaviota?
gaviotas blancas, grises, de pico anaranjado,
maderos rotos,
moscas sobrevolando el cadáver de un hermoso animal varado
por las aguas.
En los dos siguientes poemas, Chirinos conversa con dos animales, los escucha, los entiende y busca que le entiendan. A través de ellos, de la naturaleza, de su esplendor y poderoso fulgor nos acerca a la esencia del ser humano, de la creación. ¿No sentís un elevado llanto místico?
Okapi herido de muerte
Desde hace años me persigue ese título«Okapi herido de muerte».
Debo haberlo leído de niño.
Hojeando las páginas de un álbum,
o las figuras de un libro de animales.
Guardo conmigo la escena.
El zarpazo felino un fondo de acacias
y el terror de la víctima
tratando de huir, inútilmente.
Raro animal el okapi.
Indeciso entre cebra y jirafa. Temeroso
y nocturno, en peligro de extinción.
Cuando fui a verlo al zoo de Berlín
se acercó desde la página remota
y me dijo en secreto:
«aún estoy herido de muerte».
Bisontes
Antaño los bisontes manchaban la llanurade un claro y suave marrón.
Sus pezuñas hollaban sin miedo esta hierba.
Era su casa. Su vasto
dominio que nadie se atrevía a profanar.
Los veranos
migraban hacia el norte donde el sol se apaga.
Los inviernos hacia el sur
donde languidecen las estrellas.
Camino a Montana he visto bisontes.
Lejanos y míticos bisontes aguardando una
estampida,
un estrépito de pájaros, un canto de guerra.
Si hubo algún Dios en estas tierras
debió tener cara de bisonte.
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Pintura rupestre de las cuevas de Altamira |
En este otro poema el escritor explica líricamente su visión del mito clásico de Ariadna, pero la de sus propias carnes.
Biografía de un noche cualquiera
Atravesar un pasadizo a oscuras,
palpar la tibia humedad de sus paredes, su babosa suavidad
de recto laberinto. Hacia el fondo una luz. Gritas
pero nadie escucha tu grito. Tiemblas,
pero nadie siente tu temblor. Tienes miedo.
Tú que nunca lo tuviste, ahora tienes miedo.
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Jolene Lai |
Has tropezado a ciegas con obstáculos, has encendido inútiles
antorchas, has maldecido y orado y vuelto a maldecir.
Tus dedos se aferran al hilo conductor. Ese hilo
es una larga vena en la que corre tu sangre;
estás atado al punto de partida,
pero algo más fuerte te impide volver.
Pavel Antipov |
("¡Ariadna!, tú que ideaste este ardid, dime ahora cómo salgo
de este laberinto, dime
cómo he de palpar estas paredes sin rasgarme las manos,
cómo es que hay un afuera que me atrae como al suicida el
vacío. Ariadna, tú que alimentaste amargamente mis deseos, tú
que me creaste para concebir contigo, dime
qué horrenda verdad se oculta bajo esta ciega luz, qué palabras
moverán las columnas de este palacio derruido, qué voz
arrullará mi sueño cuando retorne al sueño.
No dejes, Ariadna, que se corte el hilo que me ata a tu vientre,
no permitas
que el negro dolor se apodere de tu cuerpo y me destruya.")
Ya es de noche.
El viento mueve con furia las copas de los árboles, escuchas
sonidos inútiles y un breve jadeo índica que todo está bien,
no tienes de qué preocuparte.
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Pavel Antipov |
Este otro poema nos cuelve a retrotraer a los grandes mitos clásicos, a las figuras prodigiosas de los animales como símbolos y enseñanza de la naturaleza. Todo ello para hablarnos de nuestro más íntimo sentir: el amor, la soledad, la distancia, la pena... el amor.
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Kristi Ropeleski |
Cuando nos ronda la muerte
Un león llorando
tras las naves incendiadas. El fuego
del incendio.
¿Qué león?,
¿qué naves incendiadas? Toda
separación es muerte: la carne
que amamos, los ojos, los cabellos,
la deseada piel. El tiempo
nos expulsa de lo que alguna
vez fue nuestro. El tiempo
incendia, el tiempo desvanece.
Y el poema dice su verdad.
Aunque nunca lo escuchamos
el poema arranca nuestros ojos
y dice en voz baja su verdad.
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Kristi Ropeleski |
En el siguiente poema, el tono conversacional, cercano, el amor, el desencuentro en las relaciones y la voz herida que dignamente reclama su autonomía se muestra tan vulnerable que se desmiente a sí misma cuando presume de olvido.
Arreglo de cuentas
Desde hace cuarenta años (cuarenta y sietepara ser más exactos) te sigo como el animal
a su presa. Aunque si pudieras leer te reirías:
tú has sido siempre el animal y yo la presa.
Pero entonces no me habían asignado ningún
nombre, era sólo un número de cuarto
y las cosas aquello que la luz decidía. Y esa luz
pudo apagarse (como aún hoy lo sigue haciendo).
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Arina |
Tú en cambio tienes nombre de prosapia, y un
apellido que disfrutan las artes más gloriosas.
La pintura por ejemplo. Viajaste a tus anchas
por mi cuerpo, intentaste destruirlo, pero no
hiciste un buen trabajo: el fastidio que me queda
es imperceptible. Ahora estamos en igualdad
de condiciones. Los tuyos siguen dando vueltas
por ahí, pero ya no me importa. No pueden
hacerme ningún daño. Preguntarás por qué
te sigo. No es tan simple. Te debo el milagro
de la música, te debo el pudor ensimismado
que algunos confunden con desdén. Te debo
el amor por el silencio y el amor por las palabras.
Ahora ya lo sabes. Te sigo porque nunca te quise.
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Pavel Antipov |
Observemos de nuevo esa andadura coloquial, cotidiana, que sin parecerlo, como si se tratara de palabras pensadas al azar, nos llegan al tuétano del sentir. El amor.
Fragmentos de una alabanza inconclusa
Debe haber un poema que hable de ti,
un poema que habite algún espacio donde pueda hablarte sin
cerrar los ojos,
sin llegar necesariamente a la tristeza.
Debe haber un poema que hable de ti y de mí.
Un poema intenso, como el mar,
azul y reposado en las mañanas, oscuro y erizado por las noches
irrespetuoso en el orden de las cosas, como el mar
que cobija a los peces y cobija también a las estrellas.
Deseo para ti el sencillo equilibrio del mar, su profundidad y su
silencio,
su inmensidad y su belleza.
un poema que habite algún espacio donde pueda hablarte sin
cerrar los ojos,
sin llegar necesariamente a la tristeza.
Debe haber un poema que hable de ti y de mí.
Un poema intenso, como el mar,
azul y reposado en las mañanas, oscuro y erizado por las noches
irrespetuoso en el orden de las cosas, como el mar
que cobija a los peces y cobija también a las estrellas.
Deseo para ti el sencillo equilibrio del mar, su profundidad y su
silencio,
su inmensidad y su belleza.
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Samy Charnine
|
Para ti un poema transparente, sin palabras difíciles que no
puedas entender,
un poema silencioso que recuerdes sin esfuerzo
y sea tierno y frágil como la flor que no me atreví a enredar
alguna vez en tu cabello.
Pero qué difícil es la flor si apenas la separamos del tallo dura
apenas unas horas,
qué difícil es el mar si apenas le tocamos se marcha lentamente
y vuelve al rato con inesperada furia.
No, no quiero eso para ti.
Quiero un poema que golpee tu almohada en horas de la noche,
un poema donde pueda hallarte dormida, sin memoria,
sin pasado posible que te altere.
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Paul Laurenzi |
Desde que te conozco voy en busca de ese poema,
ya es de noche. Los relojes se detienen cansados en su marcha,
la música se suspende en un hilo donde cuelga tristemente tu
recuerdo.
ya es de noche. Los relojes se detienen cansados en su marcha,
la música se suspende en un hilo donde cuelga tristemente tu
recuerdo.
Ahora pienso en ti y pienso
que después de todo conocerte no ha sido tan difícil como escribir
este poema.
que después de todo conocerte no ha sido tan difícil como escribir
este poema.
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Paul Laurenzi |
¿Alguna vez os habéis sentido como un equilibrista fascinante para los demás? ¿Con el miedo interior acallado, con el vértigo a flor de ojos?
Para Roxana y Jorge, que las han visto
Camina de puntas el equilibrista de Bayard Street,
evita el abismo la mirada y arranca de cuajo toda pretensión,
¿de qué sirven el heroísmo, la grandeza, el entusiasmo?
Poca cosa es la vida para el equilibrista de Bayard Street,
poca la indulgencia de llegar al otro lado y repetir cien veces
la misma operación.
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Greg Lahti |
Una mujer lo observa sin asombro,
tras la ventana acaricia el cabello de sus hijos
y turba con su canto los oídos del equilibrista de Bayard Street.
Los vecinos lo ignoran, beben latas de cerveza, conversan
hasta altas horas de la noche,
¿quién repararía en tan inútil prodigio?
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Greg Lahti |
Sólo los niños señalan con el dedo al equilibrista de Bayard Strccf
ellos lo admiran, contienen la respiración y aplauden hasta
espantar a los gatos.
Una iglesia presbiteriana es el orgullo de Bayard Street;
fue construida a principios de siglo y tiene torre y campanario.
Fija la mirada avanza hacia la iglesia el equilibrista de
Bayard Street.
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Pavel Antipov |
Su esposa ha preparado una pierna de pollo, ensalada de
tomates y un plato de lentejas,
con suerte harán el amor esta noche y tendrán un instante de
feroz alegría.
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Greg Lahti |
Es muy joven la esposa del equilibrista de Bayard Street;
es ella la encargada de tensar la cuerda, la que mide la
distancia entre la ventana y la torre, la que tiene
rostro de heroína de novela de amor.
A nada le teme el equilibrista de Bayard Street,
pero hace varias noches que no duerme;
dicen que soñó que sus zapatillas colgaban de la cuerda
mientras los niños esperaban que se despanzurrara de una
vez el equilibrista de Bayard Street.
El tema bíblico, el tono profético del siguiente poema nos sitúan en la metáfora terrible de los tiempos de desolación, donde tanta es la soledad, la vaciedad de los profundos valores humanos y sociales que se nos aparece terrible la verdad: los profetas definitivamente han muerto.
Retorno de los profetas
Para Antonio Claros
El sol se hará oscuro para ellos
pero pronto han de volver.
El sol se hará oscuro para ellos
pero pronto han de volver.
Miqueas III,6
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Samy Charnine |
Los profetas han muerto.
Cuernos de guerra anuncian la pronta llegada de la peste,
nuevos tiempos de miseria y escasez.
El campo de batalla está desierto, el cielo se oscurece, la infinita
rueda se ha quebrado.
Dicen que ángeles bellos y monstruosos nos vigilan
pero ya no tenemos ojos para verlos.
rueda se ha quebrado.
Dicen que ángeles bellos y monstruosos nos vigilan
pero ya no tenemos ojos para verlos.
Los profetas han muerto.
Atrás los sucios velos que ocultaron la verdad de nuestros rostros,
las ramas que ocultaron la Serpiente cuando rogamos placer
y nos dieron a cambio la resignación.
Textos venerables son ahora pasto de las llamas,
sólo la lechuza mira con indiferencia la corona
que rueda a los pies del más miserable de los dioses.
Atrás los sucios velos que ocultaron la verdad de nuestros rostros,
las ramas que ocultaron la Serpiente cuando rogamos placer
y nos dieron a cambio la resignación.
Textos venerables son ahora pasto de las llamas,
sólo la lechuza mira con indiferencia la corona
que rueda a los pies del más miserable de los dioses.
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Samy Charnine |
Sólidas estatuas se arrodillan, gimen, se arrancan los cabellos,
los mástiles que antaño sujetarán los más bravos marinos
golpean la memoria de los dioses que quedan,
¿a quién debemos acudir cuando nos coja la peste?
Los mendigos del reino asaltan los jardines, desprecian los
oráculos, reparten por igual sus pertenencias.
Los nobles del reino conservan sus arcas, sus vinos, sus mujeres,
el miedo que gobierna la implacable voluntad de los presagios.
los mástiles que antaño sujetarán los más bravos marinos
golpean la memoria de los dioses que quedan,
¿a quién debemos acudir cuando nos coja la peste?
Los mendigos del reino asaltan los jardines, desprecian los
oráculos, reparten por igual sus pertenencias.
Los nobles del reino conservan sus arcas, sus vinos, sus mujeres,
el miedo que gobierna la implacable voluntad de los presagios.
Los profetas han muerto.
Nadie ahora nos engaña, nadie nos confunde, nadie
nos dice la verdad, y estamos solos.
Estamos solos esperando la señal que nos indique
dónde hemos de ir para honrar con dolor a los profetas.
Nadie ahora nos engaña, nadie nos confunde, nadie
nos dice la verdad, y estamos solos.
Estamos solos esperando la señal que nos indique
dónde hemos de ir para honrar con dolor a los profetas.
En fin, amigos, espero que hayáis disfrutado de esta intensa balada de amor, dolor y contemplación del mundo en la profundidad solo destinada a unos pocos, a "los elegidos por la poesía", como le gustaba románticamente considerarse a Eduardo Chirinos.
Eduardo Chirinos, gracias por tu corazón y tus versos. No podrá pasar un día sin recitarlos. En ellos sigues vivo.
...