Vamos a recordar un momento único vivido en nuestro centro. Un momento de encuentro con el arte en estado puro, con los sentimientos más profundos, el cante jondo, el amor por el flamenco, por los versos iluminados, por la pasión desgarradora de la guitarra y los geniales pasos del baile. Y es que el 19 de diciembre de 2013, nuestro salón de actos se convirtió en un camino directo hacia el conocimiento de arte y de la propia vida.
Heme aquí rodeada de los maestros. Olé mil veces y vivan los grandes.
Mario Bueno, Roberto Hernández, servidora de ustedes y Manolo Segura |
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Qué fortuna poder disfrutar de la voz de nuestro compañero Manuel Segura, de renombre internacional; de un guitarrista excepcional: Roberto Hernández, y un bailaor que nos arrancaba del suelo y nos transportaba al cielo zapateando, bueno, como dijo el maestro Segura: Mario Bueno.
Andrew Atroshenko |
De la alegría al quejío, de la guajira a la rumba... no había persona en el salón de actos que no siguiera el ritmo con sus pies, que no se atreviera con unas palmas, que no gritara un "¡olé!" arrebatado.
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Andrew Atroshenko |
Y
es que cuando los grandes se ponen a la voz, al toque y al baile, a los
demás nos resta sumergirnos en la maravilla que crean y dejarnos llevar
a otro mundo, que a veces toca por alegrías y otras por soleares.
Andrew Atroshenko |
¿Se imaginan como movía el aire Mario Bueno?
Mario Bueno al baile, Manuel Segura al cante y Roberto Hernández a la guitarra |
Hasta las plantas lloran
Mario Bueno, Manolo Segura, Roberto Hernández |
Viva la delicadeza y la sensibilidad
Mario Bueno, Manolo Segura, Roberto Hernández |
Torbellino rebosante de corazón
Mario Bueno, Manolo Segura, Roberto Hernández |
El escenario vibraba y las almas de los asistentes no dábamos crédito a tanta belleza
Manolo Segura, Mario Bueno, Roberto Hernández |
Sentimiento puro
Mario Bueno, Manolo Segura, Roberto Hernández |
Mario Bueno, Manolo Segura, Roberto Hernández |
Mario Bueno, Manolo Segura, Roberto Hernández |
Mario Bueno, Manolo Segura, Roberto Hernández |
Arrancando embrujo a la atmósfera
Mario Bueno, Manolo Segura, Roberto Hernández |
¿Escuchan ahora las palmas y oyen la voz y la guitarra?
Mario Bueno, Manolo Segura, Roberto Hernández |
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Una mirada que se clava en el alma, palabra de aficionada
Mario Bueno, Manolo Segura, Roberto Hernández |
Me encanta cómo contemplan el bailaor y el guitarrista al cantaor, nuestro Manolo
Mario Bueno, Manolo Segura, Roberto Hernández |
Palmas y guitarra
Mario Bueno, Manolo Segura, Roberto Hernández |
Ahí va Manolo, a acompañar su cante con unos pasos plenos de arte:
Mario Bueno, Manolo Segura, Roberto Hernández |
Corto
se queda este pequeño y humilde reportaje. Difícil será corresponder el
regalo tan vibrante que nos hicieron estos genios.
Se me ocurre recurrir al nombre de tu nuestro compañero y sea de Manuel a Manuel como le podamos recompensar.
Andrew Atroshenko |
Manuel Machado en sus Estampas sevillanas expone su pequeña historia de un cante hondo, ahí va:
Andrew Atroshenko |
"A
fines del siglo XVIII floreció en Jerez -providísima tierra del arte y
artistas populares- tío Luis el de la Juliana, que fue el primer gran
cantaor de flamenco de que hacemos memoria.
Andrew Atroshenko |
De
cualquier modo, tengo para mí que, en general, los orígenes del cante
popular andaluz, y especialmente del cante grande, del cante hondo,
gitano o flamenco, son bastante oscuros y sería muy difícil localizar,
como ahora se dice, el primer grupo de cañís que, llegada la noche y
acabado el trabajo en la fragua, se sentó en torno de una lata de
aguardiente y empezó a cantarle seguiriyas a trago por copla.
...
...
Julio Romero de Torres |
Lo
que ya podemos considerar como histórico en esta materia: el desarrollo
de los cantes y bailes flamencos desde que aparecen los primeros
nombres de artistas de este linaje hasta nuestros días, podríamos
dividirlo en tres etapas o edades, jalonadas por los más ilustres y
representantes de esos nombres.
Sería
la primera la que va del último tercio del XVIII hasta bien entrado el
XIX con tío Luis el de la Juliana, gran cantaor general; es decir, que
lo cantaba todo, desde la misteriosa y gitana debla hasta el serrano
fandanguillo corto de Alonso...
Julio Romero de Torres |
Rigurosamente
coetáneos del hijo de la Juliana, o sus sucesores inmediatos, fueron
tío Luis el Cautivo, tía María la Jaca, Vicente y Juan Macarrón, tío
Corro, José y Juan Cantoral, Luis Jesús, Juan de Vargas, cantaores
igualmente generales; los seguiriyeros Juan Bernal, Curro Casado, Luis
de Rueda, Cuadrillero... Ellos nos traen, a través del primer tercio del
pasado siglo, hasta el momento cumbre en que aparece el Fillo, y con él
pasa a su segunda etapa nuestra Historia del Cante.
Julio Romero de Torres |
Francisco
Ortega Vargas, conocido por el Fillo, ha sido, sin duda, el más famoso
de los cantaores de todos los tiempos, y el suyo, la edad de oro del
cante flamenco. Tenía el Fillo, parece, una voz ronquilla o, por mejor
decir, afilada, que así, de su nombre dio en llamarse, y aún se llama, a
este género de voz. A pesar de los cual nadie dijo como él una soleá,
una seguiriya o playera, una serrana, un polo, una caña, una policaña,
una liviana ni una toná grande.
Andrew Atroshenko |
Con
el Fillo convivieron y cantaron, aunque sin llegarle nunca, artistas
tan notables como sus hermano Curro Pabla y Juan Encueros, Juan de Dios,
Perico Piña, el Planeta, Juana la Sandita, Pepa la Bochoca, la Lola
-"la Lola se va a los puertos.- La Isla se queda sola"-, y entre muchos
más, y sobre todos, la celebérrima Andonda, que no se paraba en
chiquitas para denostrar, siquiera fuese en broma, a su afortunado
rival:
Silverio Franconetti Aguilar |
La Andonda le dijo al Fillo:
"Anda, vete, gallo bronco
a cantarle a los chiquillos..."
La
tercera época de la historia del cante hondo la llena toda el nombre
ilustre del señor Silverio... Silverio Franconetti Aguilar, cantaor
también generalísimo, pero inimiable en el más hondo de los cantes: las
seguiriyas gitanas. Para terminar estas notas, ya más dilatadas de lo
propuesto, os referiré un suceso que prueba hasta qué punto el prestigio
de Silverio fue único, inigualable... e inconfundible.
Silverio Franconetti Aguilar |
Allá por el año de 1864 hacía más de diez años que Silverio Franconetti -señor Silverio, como ya empezaba a llamársele por respeto a su persona y a su arte -faltaba en Sevilla... Amores ambiciones le llevaron a América, a nuestra América, y allí fue, en la paz, picador de toros, y soldado en la guerra, que le valió, en el Uruguay, el grado de oficial. En Sevilla se le dio por muerto y se olvidó su persona, pero no su cante maravilloso, que en vano trataban de remedar los cantaores en boga.
Y
una buena noche, en el famoso café cantante, se presentó un caballero
todavía joven, con bien cuidada y atusada barba negra, pero ya empezando
a canear por las sienes, bien vestido y alhajado con larga cadena de
dos vueltas al pecho y brillantes sortijas en los dedos.
Pidió
una buena botella de jerez y convidó a los artistas del tablado
flamenco, los cuales, a requerimiento suyo, una vez terminada la función
para el público, se quedaron a cantar y a bailar exclusivamente para el
rico indiano desconocido, un tanto pesarosos del descanso que perdía,
pero bien seguros de cobrar largamente la vigilia. De tal modo le veían
gastar sin contarlas sus buenas peluconas.
José Gutiérrez Solana |
Metiose el palo en candela, como suele decirse, y la noche en vino, y al cabo surgió lo que ya se temían los artistas y estaban dispuestos a tolerar, claro es, ero solamente, a peso de oro. Y fue que al payo de los parneses se le antojó, ya de madrugada, echar su cuarto a espadas en materia de cante y pidió al tocaor de guitarra que le acompañase nada menos que unas seguiriyas gitanas.
Miráronse unos a otros los flamencos, diéronse del codo y dispusiéronse, pues no había otro remedio, a echar un rato de chuflas a costa del atrevido, pero bien fardado parroquiano.
Andrew Atroshenko |
Transportados a un mundo superior y pendientes de los labios del desconocido, los hombres seguían, en un silencio de asombro, las modulaciones de aquella voz. Las mujeres lloraban...
Y cuando el señorito aquel acabó la copla, la clásica seguiriya del maestro, brava y tremenda, que reza:
Andrew Atroshenko |
La malita lengua
que de mí murmura
yo la cogiera por en medio en medio,
la dejara muda.
Andrew Atroshenko |
-¡Alto! -exclamó la vieja bailarina que de peor gana se había resignado a oír al intruso-.
Y esa persona...
-¿Qué?...-preguntó el desconocido, sonriendo.
-...esa persona es usted, ¡señor Silverio!
Andrew Atroshenko |
¡El señor Silverio! ¡El señor Silverio ha vuelto a Sevilla! La noticia corrió como la pólvora... Pero aquella misma noche, hasta el alba, Silverio había cantado todo su repertorio de seguiriyas, tonás y serranas como tal vez no volvió a cantarlo en la vida."
¡Viva nuestro Manuel Machado! ¡Qué estampa hermosa, bella, emocionante, conmovedora y humorística!
Nicholas Pearce |
Continuemos con nuestro gran escritor. Me gustaría dedicaros a todos vosotros y muy especialmente a nuestro Maestro Manuel Segura un precioso poema de Manuel Machado:
Nicholas Pearce |
...
LA LOLA
Nicholas Pearce |
"La Lola se va a los Puertos.
La Isla se queda sola".
Y esta Lola, ¿quién será,
que así se ausenta, dejando
la Isla de San Fernando
tan sola cuando se va...?
Nicholas Pearce |
Sevillanas,
chuflas, tientos, marianas,
tarantas, tonás, livianas...
Peteneras,
soleares, soleariyas,
polos, cañas, seguiriyas,
martinetes, carceleras...
Serranas, cartageneras.
Malagueñas, granadinas.
Nicholas Pearce |
Todo el cante de Levante,
todo el cante de las minas,
todo el cante...
que cantó tía Salvaora,
la Trini, la Coquinera,
la Pastora...,
Nicholas Pearce |
y el Fillo, y el Lebrijano,
y Curro Pabla, su hermano,
Proita, Moya, Ramoncillo,
Tobalo -inventor del polo-,
Silverio, Chacón, Manolo
Torres, Juanelo, Maoliyo...
Andrew Atroshenko |
Ni una ni uno
-cantaora o cantaor-,
llenando toda la lista,
desde Diego el Picaor
a Tomás el Papelista
Nicholas Pearce |
(ni los vivos ni los muertos),
cantó una copla mejor
que la Lola...
Esa que se va a los Puertos
cantó una copla mejor
que la Lola...
Esa que se va a los Puertos
y la Isla se queda sola.
Olé por el Maestro, nuestro compañero Manuel y por todos vosotros. Un beso fuerte.
Andrew Atroshenko |
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