miércoles, 11 de enero de 2017

"Siempe será Navidad", por Jesús Linares

Primer Premio del concurso de relatos navideños del CEPA Rosalía de Castro de Leganés 2016. Categoría: Secundaria y Ciclos.


SIEMPRE SERÁ NAVIDAD
Jesús Linares (Nivel 2G)

DICIEMBRE 1942. FRENTE DE LENINGRADO (RUSIA)

…Y por fin Tomás consiguió el preciado permiso de Navidad. Era mediados de diciembre, no había pasado la Navidad con su mujer y su hijo desde hacía dos años y estaba ansioso por ver al pequeño disfrutar de esas fechas tan emotivas, puesto que cuando tuvo que partir el pequeño Jesús no levantaba un palmo del suelo ya que solo tenía meses. Tomás estaba lleno de gozo y la sonrisa que se dibujaba en su rostro, no se le quitaba ni por el frío ni por los disparos enemigos.

Pero todo se torcería, a que un imprevisto le haría tomar la decisión más importante de su vida. Justo después de contarte por carta a su mujer la buena nueva, una patrulla estaba siendo asediada al otro lado del lago Illmen.

-¡Soldados, se precisan voluntarios para ir al socorro de los nuestros! Dar un paso al frente los que os dispongáis a ir a tal misión- gritó el capitán a la tropa.

Tomás con el salvoconducto y eprmiso entre sus maños dudaba de dar el paso, mientras su cabeza y corazón debatían en ir  o no. Él solo pensaba en su hijo Jesús y su mujer Sonsoles. En un minuto que se hizo un mundo, sin quererlo, había dado el paso al frente. Ya no habría marcha atrás. La decisión estaba tomada.


MADRID 1942
La mujer de Tomás y su hijo se preguntaban si su querido marido y padre acudiría en esas fechas señaladas. Jesús siempre preguntaba por él. La madre le leía una y otra vez las cartas que recibían del frente, eso sí siempre acababan regadas con lágrimas de los dos.

RUSIA
Todo estaba dispuesto para la marcha, todos le pedían a Tomás que no fuese a dicha misión, ya que era peligrosa. Pero como soldado español no podía dar marcha atrás. No tardaron en llegar a la zona conflictiva cuando fueron rodeados por el enermigo y tomados prisioneros. Tomás con lágrimas en los ojos daba por perdido su permiso y sus preciadas navidades. Fueron trasladados con violencia a un campo de prisioneros en el gulag siberiano. A Tomás le cambió el rictus de la cara y  ya no volvería a sonreír en muchos años. La tristeza y el agotamiento se apoderó de él.

MADRID 25-12-1942
Llegó la ansiada Navidad, pero el que nunca llegó fue Tomás. Sonsoles, que días atrás había recibido la carta diciendo que volvería por Navidad, lo recibió con mucha alegría, pero según avanzaban las fechas y él no aparecía su pena se acrecentaba más y más. Y Tomás no apareció ni ese año ni el siguiente…

CAMPO DE PRISIONEROS. DICIEMBRE 1945
Tomás al igual que sus compañeros estaba exhausto por las penurias y el trabajo físico que eran obligados a realizar. Las cartas eran requisadas y era necesario pagar para que las cartas llegarán a su destino. Los años pasaban y ellos seguían prisioneros, aunque la guerra hacía meses que había terminado.
-         ¿Cómo estarán Sonsoles y Jesús? ¿Me habrán dado por muerto? ¿Volveré a verlos algún día?
Esas preguntas ametrallaban su cabeza insistentemente, los días y sobre todo las noches eran eternas.

PUERTO DE BARCELONA 2-04-1954
Y por fin el milagro sucedió y ese día atracó en el puerto de Barcelona un barco lleno de nostalgia, tristeza, alegría y lágrimas. Se llamaba Seminaris y en él venían todos los prisioneros españoles que habían padecido las penurias en tan lejano país.
Tomás había pasado trece años de cautiverio, lejos de su amada patria y su querida familia. Ahora que estaba tan cerca de ellos, un temor le petrificaba el cuerpo entero, no paraba de pensar cómo reaccionarían Sonsoles y Jesús cuando le vieran. La multitud esperaba ansiosa en el puerto a que aquellos héroes pisasen tierra. Todos los pasajeros del barco lloraban, no sabían si de gozo o de qué, pero lo cierto era que sus ojos se cubrían de lágrimas. Sonsoles y Jesús esperaban con felicidad el regreso de Tomas, que nada más embarcar mandó la noticia de que por fin volvía a casa.
Se encontraron los tres, no se dijeron nada, solo se miraban y lloraban, se abrazaron con fuerza, pero nadie quería decir la primera palabra.

Por fin Jesús dijo:

-Papá tenemos que celebrar muchas navidades atrasadas, sus ojos lloraban mientras que veía a su padre.

Tomás tomó a los dos de la mano y dijo:
-         Sí, vamos tesoros míos, celebraremos cada una como se merece. Jamás os he olvidado. Para nosotros siempre será Navidad.

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