SIEMPRE SERÁ NAVIDAD
Jesús Linares (Nivel 2G)
DICIEMBRE 1942. FRENTE DE LENINGRADO (RUSIA)
…Y por fin Tomás consiguió el preciado permiso de Navidad.
Era mediados de diciembre, no había pasado la Navidad con su mujer y su hijo
desde hacía dos años y estaba ansioso por ver al pequeño disfrutar de esas
fechas tan emotivas, puesto que cuando tuvo que partir el pequeño Jesús no
levantaba un palmo del suelo ya que solo tenía meses. Tomás estaba lleno de
gozo y la sonrisa que se dibujaba en su rostro, no se le quitaba ni por el frío
ni por los disparos enemigos.
Pero todo se torcería, a que un imprevisto le haría tomar la
decisión más importante de su vida. Justo después de contarte por carta a su
mujer la buena nueva, una patrulla estaba siendo asediada al otro lado del lago
Illmen.
-¡Soldados, se precisan voluntarios para ir al socorro de
los nuestros! Dar un paso al frente los que os dispongáis a ir a tal misión-
gritó el capitán a la tropa.
Tomás con el salvoconducto y eprmiso entre sus maños dudaba
de dar el paso, mientras su cabeza y corazón debatían en ir o no. Él solo pensaba en su hijo Jesús y su
mujer Sonsoles. En un minuto que se hizo un mundo, sin quererlo, había dado el
paso al frente. Ya no habría marcha atrás. La decisión estaba tomada.
MADRID 1942
La mujer de Tomás y su hijo se preguntaban si su querido
marido y padre acudiría en esas fechas señaladas. Jesús siempre preguntaba por
él. La madre le leía una y otra vez las cartas que recibían del frente, eso sí
siempre acababan regadas con lágrimas de los dos.
RUSIA
Todo estaba dispuesto para la marcha, todos le pedían a
Tomás que no fuese a dicha misión, ya que era peligrosa. Pero como soldado
español no podía dar marcha atrás. No tardaron en llegar a la zona conflictiva
cuando fueron rodeados por el enermigo y tomados prisioneros. Tomás con
lágrimas en los ojos daba por perdido su permiso y sus preciadas navidades.
Fueron trasladados con violencia a un campo de prisioneros en el gulag
siberiano. A Tomás le cambió el rictus de la cara y ya no volvería a sonreír en muchos años. La
tristeza y el agotamiento se apoderó de él.
MADRID 25-12-1942
Llegó la ansiada Navidad, pero el que nunca llegó fue Tomás.
Sonsoles, que días atrás había recibido la carta diciendo que volvería por
Navidad, lo recibió con mucha alegría, pero según avanzaban las fechas y él no
aparecía su pena se acrecentaba más y más. Y Tomás no apareció ni ese año ni el
siguiente…
CAMPO DE PRISIONEROS. DICIEMBRE 1945
Tomás al igual que sus compañeros estaba exhausto por las
penurias y el trabajo físico que eran obligados a realizar. Las cartas eran
requisadas y era necesario pagar para que las cartas llegarán a su destino. Los
años pasaban y ellos seguían prisioneros, aunque la guerra hacía meses que
había terminado.
-
¿Cómo estarán Sonsoles y Jesús? ¿Me habrán dado
por muerto? ¿Volveré a verlos algún día?
Esas preguntas ametrallaban su cabeza insistentemente, los
días y sobre todo las noches eran eternas.
PUERTO DE BARCELONA 2-04-1954
Y por fin el milagro sucedió y ese día atracó en el puerto
de Barcelona un barco lleno de nostalgia, tristeza, alegría y lágrimas. Se
llamaba Seminaris y en él venían todos los prisioneros españoles que habían
padecido las penurias en tan lejano país.
Tomás había pasado trece años de cautiverio, lejos de su
amada patria y su querida familia. Ahora que estaba tan cerca de ellos, un
temor le petrificaba el cuerpo entero, no paraba de pensar cómo reaccionarían
Sonsoles y Jesús cuando le vieran. La multitud esperaba ansiosa en el puerto a
que aquellos héroes pisasen tierra. Todos los pasajeros del barco lloraban, no
sabían si de gozo o de qué, pero lo cierto era que sus ojos se cubrían de
lágrimas. Sonsoles y Jesús esperaban con felicidad el regreso de Tomas, que
nada más embarcar mandó la noticia de que por fin volvía a casa.
Se encontraron los tres, no se dijeron nada, solo se miraban
y lloraban, se abrazaron con fuerza, pero nadie quería decir la primera
palabra.
Por fin Jesús dijo:
-Papá tenemos que celebrar muchas navidades atrasadas, sus
ojos lloraban mientras que veía a su padre.
Tomás tomó a los dos de la mano y dijo:
-
Sí, vamos tesoros míos, celebraremos cada una
como se merece. Jamás os he olvidado. Para nosotros siempre será Navidad.
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