Se nos fue otro de nuestros grandes poetas, el alicantino Carlos Sahagún. Filólogo, poeta de la generación de los 50, Premio Nacional de poesía en 1980, Premio Adonáis en 1957 y Premio Boscán en 1960. Fallecido el 28 de agosto de 2015, Carlos Sahagún había nacido en 1938 y sus versos asumen, muchas veces, el recuerdo de su infancia en la sórdida posguerra española. Su compromiso social, el recuerdo infantil con un telón de fondo de color gris se suman a unos versos personalísimos, resplandecientes de luz que acerca la mirada amorosa a momentos místicos. El paso del tiempo, la melancolía desde un análisis intimista y simbólico completan la trayectoria poética de uno de nuestros más grandes y queridos poetas.
Hasta siempre, querido Carlos, nos quedan tus versos para consolarnos, gracias por escribirlos.
Disfrutemos ya de sus deliciosas palabras en unos versos tan elevados que nos harán emocionarnos y si no, probad con esta lectura.
Horazio Cardoso |
Cuerpo desnudo
"...muchas veces me pregunto
qué hacíamos tú y yo antes de querernos..."
Y vienes y te quedas
blanca, casi de mármol,
como un escalón puro para subir a Dios.
Laurie Kaplowitz |
No sé qué hacer, dónde buscar
mis palabras más verdaderas, cómo decirte
que llevo en la mirada reflejado tu pecho,
y los brazos me caen, como en derribo,
al verte aquí, a mi lado, morena, lejos siempre.
Steve Smulka |
Voy hacia ti como hacia el mar, despliego
las velas, ay, las alas de mi infancia,
veloz mi corazón cruza la arena,
se me dobla el dolor, te miro
toda de agua navegable, toda
pequeña,
como una estrella húmeda y parada.
Sonia MariaLuce Possentini |
Rodeado de naranjos, asombrándome
de ver los pájaros de oro,
era yo niño, comí
pan duro entre las manos vivas de mi madre,
y los zapatos rotos me hacían sentir la tierra,
mientras la tierra iba levantándome a hombre sin
remedio.
Truls Espedal |
Quisiera haberte visto entonces, cuando
las calles bombardeadas. Ven,
dame la mano, sube
conmigo al monte negro de la pena.
Nadia Lazizi |
Dame la mano, dime
si he de morir, si voy a ser eterno,
déjame repartirte como un pan por mis brazos.
Shawn Zents |
Pero qué importa, ya que importa,
ya para qué acordarme, si hoy te quedas
desnuda, inmóvil,
si hoy has crecido tanto
que olvido y rompo aquella infancia de humo
y voy a ti en silencio como un rayo de luz.
Truls Espedal |
Junio
Abrazado a tu tierra,
cuerpo en flor,
a tus praderas para galoparlas,
junio entraría en nosotros como la luz entre
estos pinos.
Santos Hu |
Entraría radiante, viniendo yo no sé
de dónde, pero cierto como un brazo de aurora.
y ya no habría hora triste ni momento
malo.
Francine de Van Hove |
En nuestros brazos tiene el tiempo
su dimensión más ancha, y para dar consuelo
y nos sentirnos solos, bastaría
con la certeza de tu cuerpo aquí,
como una flor que empuja o, más bien, como
aquel temblor de los cañaverales.
Mark Demsteader |
Y desde qué tristeza hemos venido,
desde qué infancia que nos han quitado.
Si bajo nuestra tierra está la tierra extensa,
la que pisaron otros hombres
con paso fiel o con melancolía,
yo quisiera decirte, preguntarte,
como a mí mismo me pregunto,
si en esta tierra extensa no ha quedado algo
nuestro,
un pasado de niños tristes bajo la lluvia,
algo, en fin, donde tú y yo vivimos,
donde hemos existido tú y yo ajenos, distantes
echados al olvido duramente,
antes que en nuestro pecho a un tiempo entraran
este junio radiante, esta otra vida.
Sergio Turle |
Tal vez naciste para ser motivo
Huyendo de mí siempre,
a mí me sigo.
Juan Boscán
Tal vez naciste para ser motivo
de estos versos y no sustancia mía,
fuego de mis palabras, no madera
de aquellos bosques donde tantas veces,
hijos del alba, nos perdimos.
Helen Lehmann |
No eres de carne, eras de viento en furia.
Viniste y me tiraste el alma abajo;
No eras de carne, pero no te puedo
olvidar.
Krassimir Kolev |
Si algo que es tuyo se ha perdido lejos
como un relámpago en la noche, dime,
dime tú, estrella que en el pecho llevo
qué podemos hacer, a qué lugares
voy a traer, mi corazón. La historia
es sencilla y es triste. Recordarla
sería también sencillo y triste, pero
ya para qué, si tú no estás conmigo.
Michael Mao |
Salgo a la calle. Un nuevo día crece,
pero me daña sin piedad. El sol
pone en las cosas su calor antiguo.
Pero no me conoce nadie. Nadie
-la flor de aquel jardín, el agua mansa
de aquel estanque, aquellos montes grises,
tanta ceniza repartida-, nadie
sabe mi nombre, este es el fin. Aquí
se termina la historia.
Ouka Fukui |
Deseo de madrugada
Ahora la madrugada trae un ramo
de rosas blancas. Pero no las quiero.
Yo no he venido aquí para estas rosas
sino para el aroma de tu cuerpo.
Despierto estoy. Tu cuerpo inolvidable
se precipitará hacia mi recuerdo.
Tú misma estás junto a la aurora triste
y te levantas firme sobre el tiempo.
Ouka Fukui |
Vienes a mí con 1a orfandad del día
abrazadoramente hasta mi lecho,
igual que el despertar de un largo olvido
o como la llegada del invierno.
Lynn Sanguedolce |
Y yo, ciego y mortal, hacia tu carne,
hacia las soledades de tu pecho
pongo mi corazón y escucho. Tierra
tierra de nadie el corazón se ha vuelto.
Lynn Sanguedolce |
Lo que fue una noticia de relámpagos,
una mano entregada desde un sueño.
Ahora no estás y un alba de jardines
abre sus flores para mi deseo.
Sanna Tomac |
Te amé tal vez por las doradas hojas
que iba en tu corazón reconociendo.
Pero hoy ya no. Que toquen los clarines.
Es la resurrección de nuestros cuerpos.
Nanne Nyander |
Nos alzaremos con la madrugada.
Desnuda estás y blanca. Es el momento,
el tiempo del abrazo. Y te vas. Queda
la noche gris sobre mi pensamiento.
No encontraré otro cuerpo de más vida
ni, dentro de lo vivo, más sereno.
Es la serenidad del alba. Vamos.
Al monte más distante subiremos.
Pero nos llaman a olvidar, hoy hace
sombra en todas las calles y en mi pecho.
Como una torre de cristal vacía
se me derrumbarán todos los sueños.
Naiden Stanchev |
Cosas inolvidables
Pero ante
todo piensa en esta patria,
en estos hijos que serán un día
nuestros: el niño labrador, el niño
estudiante, los niños ciegos. Dime
qué será de ellos cuando crezcan, cuando
sean altos como yo y desamparados.
en estos hijos que serán un día
nuestros: el niño labrador, el niño
estudiante, los niños ciegos. Dime
qué será de ellos cuando crezcan, cuando
sean altos como yo y desamparados.
Por mí, por nuestro amor de cada día,
nunca olvides, te pido que no olvides.
nunca olvides, te pido que no olvides.
Los dos nacimos con la guerra. Piensa
lo mal que estuvo aquella guerra para
los pobres. Nuestro amor pudo haber sido
bombardeado, pero no lo fue.
lo mal que estuvo aquella guerra para
los pobres. Nuestro amor pudo haber sido
bombardeado, pero no lo fue.
Nuestros padres pudieron
haber muerto
y no murieron. ¡Alegría! Todo
se olvida. Es el amor. Pero no. Existen
cosas inolvidables: esos ojos
tuyos, aquella guerra triste, el tiempo
en que vendrán los pájaros, los niños.
y no murieron. ¡Alegría! Todo
se olvida. Es el amor. Pero no. Existen
cosas inolvidables: esos ojos
tuyos, aquella guerra triste, el tiempo
en que vendrán los pájaros, los niños.
Sucederá en España, en esta mala
tierra que tanto amé, que tanto quiero
que ames tú hasta llegar a odiarla. Te amo,
quisiera no acordarme de la patria,
dejar a un lado todo aquello. Pero
no podemos insolidariamente
vivir sin más, amarnos, donde un día
murieron tantos justos, tantos pobres.
Aun a pesar de nuestro amor, recuerda.
tierra que tanto amé, que tanto quiero
que ames tú hasta llegar a odiarla. Te amo,
quisiera no acordarme de la patria,
dejar a un lado todo aquello. Pero
no podemos insolidariamente
vivir sin más, amarnos, donde un día
murieron tantos justos, tantos pobres.
Aun a pesar de nuestro amor, recuerda.
Ellen Brown |
Claridad del día
Te digo que ésta ha sido la primera
vez que amé. Si la tierra que ahora pisas
se hundiera con nosotros, si aquel río
que nos vigila detuviera el paso,
sabrías que es verdad, que te he buscado
desde niño en las piedras, en el agua
de aquella fuente de mi plaza. Tú,
tan flor, tan luz de primavera, dime,
dime que no es mentira este milagro,
la multiplicación de mi alegría,
los panes y los peces de tu pecho.
Octavio Ocampo |
Contéstame. No quiero hablar yo solo,
estar -yo solo- alegre. Te amo. ¡Fuego,
la mañana hace fuego y nos golpea
los corazones! Levantémoslos
arriba, siempre arriba. Alguien nos lleva,
alguna mano pura nos empuja.
Aire en el aire, iremos a aquel monte.
Paul Mccormack |
Cristal en el cristal más limpio, un día
nos miraremos hasta emocionarnos.
Y ya lo estamos como nunca. Dame
la mano. Si me dices que eche al río
mis versos, yo los echaré, si quieres
que arranque aquella flor y te la traiga,
te la traeré. Pero anda, ven conmigo.
¿Ves un pinar allá a lo lejos? Vamos.
Ya todo es nuestro: el buen camino, el árbol,
la generosa claridad del día.
Jacques Damville |
Espero, amigos, que os haya gustado este humilde homenaje a un poeta tan grande y tan intenso. Sus versos nos ofrecen un cálido refugio, es un placer compartirlo con vosotros. Un beso.
...
Querida Elena.
ResponderEliminarGracias por seguir siempre animándonos a seguir el estudio, de nuestra inmensa y maravillosa literatura.
Una pregunta.
Se podría decir que los niñ@s de la posguerra son ahora la generación del 50?
Como decía Goytisolo niños flacos y tiznados?
Vargas LLosa , de que generación es?
Ana Maria Matute??
Siento ponerme tan cansina, pero creo que es una generación un tanto desconocida y eso no debe seguir así.
Os dejo con Sahagun
CANCION DE INFANCIA
Para que sepas lo que fui de niño
voy a decirte toda la verdad.
Para que sepas cómo fui, aún guardo
mi retrato de entonces junto al mar.
Playa de arena, corazón de arena
hubiera yo querido en tu ciudad.
Que te faltase como me faltaba
-le llamaron postguerra al hambre- el pan.
Tú con tu casa de muñecas vivas
llenando los rincones de piedad.
Yo, capitán con mi espada de palo,
matando de mentira a los demás.
Si hubieras sido niña rodeada
por todas partes, ay, de soledad,
yo te habría buscado hasta encontrarnos,
hasta ponernos los dos a llorar.
Juntos los dos. Que tu madre nos diga
aquel cuento que no tiene final.
Despertar de la infancia no quisimos
y no sé quién nos hizo despertar.
Pero hoy, que hemos crecido tanto, vamos,
dame la mano y todo volverá.
Somos dos niños que a la vida echaron.
Muchacha -niña-, empieza a caminar.
Caminemos pues,
Un beso enorme Marisa
Queridísima Marisa:
EliminarEste poema que nos aportas me emociona tanto que quizás sin darme cuenta lo había dejado sin incluir en el homenaje que presentaba como entrada, pero sus versos habían quedado dando vueltas y vueltas en lo más recóndito de mi corazón, y quizás de nuevo, esperando que alguien me lo trajera para poder soportar tanto dolor y tanta belleza, ¡tenías que ser tú! Ay, Marisa, gracias, no sabes lo que ha supuesto para mí...
"Tú con tu casa de muñecas vivas
llenando de rincones la piedad.
Yo, capitán con mi espada de palo,
matando de mentira a los demás
...
Somos dos niños que a la vida echaron.
Muchacha -niña-, empieza a caminar".
Sobran los comentarios, ¿verdad? ¿Qué se puede añadir a estos versos?
Sí, sí, caminemos, pues aquí estamos, huérfanos y a veces sin querer despertar, y sin embargo "echados a la vida", por algo será, caminemos pues, de la mano de la poesía, de grandes voces, tan injustamente desconocidas, ¿verdad?
Reivindicando a estos grandes poetas, tus preguntas son miel en el alma, así que, vamos por partes:
Con respecto a la generación del 50, no, digamos que más que nacidos en la posguerra, hablamos de autores nacidos antes de la guerra o los más tardíos durante la guerra, como el caso de Carlos Sahagún. En general son autores nacidos en los años 20, algunos en los 30 y que publicarían sus obras en torno a los años 50: Ángel González, José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, José Hierro... entre otros y efectivamente, cómo no, Ana María Matute.
Otra historia sería Mario Vargas Llosa, que aunque coincidente en el tiempo, tendríamos que considerarlo en otro contexto literario, dentro de de la novela del "boom hispanoamericano".
Marisa, eres maravillosa. Muchísimas gracias, un gran abrazo.
Preciosos poemas cargados de sensaciones y palabras llenas de sentimiento, qué pena que este género se esté perdiendo en el tiempo como si fuese algo ya obsoleto.Me encantó "Claridad del día", consigue expresar aquellos sentimientos que muchas veces no encontramos palabras para explicarlos.
ResponderEliminarAndrómeda.
Querido Andrómeda:
EliminarQué razón tienes, ¿cómo es posible que estos poemas no sean el pan que necesitamos cada día para sobrevivir? Menos mal que en este remanso de paz literario podemos compartir versos y sensaciones.
Carlos Sahagún es especial, tiene un tono propio, una sensibilidad exquisita, refinada, y una mirada al amor que pareciera que vamos a escalar un pedazo más hacia la infinitud.
Me alegro mucho que te haya gustado tanto "Claridad del día", ciertamente es un poema que supone toda una declaración de amor, sencilla, en absoluto grandilocuente, sino llena de la humildad de las flores, de la claridad del día: "Tú tan flor, tan luz de primavera".
Este poeta alza unos ojos tan limpios y generosos, que sabemos que con él "alguien nos lleva, alguna mano pura nos empuja"- Es un placer compartir estos versos y que hayan suscitado tu emoción.
Muchas gracias, un saludo, Andrómeda.