Se nos ha ido el 17 de abril de 2014. Se nos ha ido el genial novelista, el autor de Cien años de soledad, el prodigioso autor del realismo mágico, el hechicero del amor y la soledad, el inventor de historias cautivadoras, de nuevos arquetipos, el admirador de la belleza, el inteligente y sensible periodista y el comprometido ser humano.
Gabriel García Márquez |
Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura en 1982, nos deja tiritando de pena por su pérdida.
Gabo recibiendo su Premio Nobel de Literatura, 1982 |
Si bien 87 años de talento y prolífica creación han de consolar nuestro ánimo y nuestra honda tristeza. Descanse en paz el hombre, siga iluminándonos su espíritu.
Gabriel García Márquez, Gabo cariñosamente llamado |
Mucho es el dolor. Y una apetencia de degustar sus palabras nos embarga y nos empuja con fuerza a sus prodigiosas creaciones.
Gabo con esposa Mercedes Barcha |
Todas las obras de Gabo serían pocas para llenar esta pérdida. Recurramos a algunos fragmentos de ellas.
Gabriel García Márquez con el escritor mexicano Carlos Fuentes |
Gracias, Gabo, por dejarnos este legado de incalculable valor literario, de una belleza sin parangón, de un arrebato espiritual y de una valentísima y generosa actitud de denuncia y de compromiso contra el rechazo y el abandono hacia los más débiles y desprotegidos.
Gabo recibe el Premio Nobel de Literatura en 1982 |
¡Cuánto amamos tu divina creación! ¡Gracias, genio, gracias!
Gabriel García Márquez |
Dejamos aquí testimonio de algunas de sus obras, no están todas, pero esta selección da buen ejemplo de su fecundo pensamiento y de su magistral narración.
Gabo con su mujer y musa Mercedes Barcha |
- 1955 - La hojarasca
- 1961 - El coronel no tiene quien le escriba
- 1962 - La mala hora
- 1962 - Los funerales de la Mamá Grande
- 1967 - Cien años de soledad
- 1970 - Relato de un náufrago
- 1972 - La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada
- 1972 - El negro que hizo esperar a los ángeles
- 1973 - Cuando era feliz e indocumentado
- 1974 - Chile, el golpe y los gringos
- 1975 - El otoño del patriarca
- 1975 - Todos los cuentos de Gabriel García Márquez: 1947-1972
- 1977 - Operación Carlota
- 1978 - Periodismo militante
- 1978 - De viaje por los países socialistas
- 1981 - Crónica de una muerte anunciada
- 1985 - El amor en los tiempos del cólera
- 1986 - La aventura de Miguel Littín, clandestino en Chile
- 1989 - El general en su laberinto
- 1990 - Notas de prensa, 1961-1984
- 1992 - Doce cuentos peregrinos
- 1994 - Del amor y otros demonios
- 2002 - Vivir para contarla
- 2004 - Memoria de mis putas tristes
- 2010 – Yo no vengo a decir un discurso
Y ahora degustemos la pura belleza:
En Cien años de soledad, toda una saga familiar representa la pasión, la felcidad, el sufrimiento y todos los avatares de la vida del hombre en Hispanoamerica y más allá del ser humano en su concepto más universal y profundo.
Gabriel García Márquez |
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Edouard Manet |
Macondo era entonces una aldea de veinte casas de
barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas
que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes
como huevos prehistóricos.
Jan Brueghel el Viejo |
El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarías con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos.
Faby |
Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquiades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia. Fue de casa en casa arrastrando dos lingotes metálicos, y todo el mundo se espantó al ver que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y los tornillos tratando de desenclavarse, y aun los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían por donde más se les había buscado, y se arrastraban en desbandada turbulenta detrás de los fierros mágicos de Melquíades. «Las cosas, tienen vida propia -pregonaba el gitano con áspero acento-, todo es cuestión de despertarles el ánima.»
Nadja Jovanovic |
Remedios, la bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin
cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus
baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos y
prolongados silencios sin recuerdos, hasta una tarde de marzo en que
Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante, y pidió
ayuda a las mujeres de la casa. Apenas habían empezado, cuando Amaranta
advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez
intensa.
— ¿Te sientes mal? —le preguntó.
Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.
—Al contrario —dijo—, nunca me he sentido mejor.
Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo la serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y que pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria.
Vladimir Rasputin |
— ¿Te sientes mal? —le preguntó.
Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.
—Al contrario —dijo—, nunca me he sentido mejor.
Nadja Jovanovic
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Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo la serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y que pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria.
Cien años de soledad
James McGrath |
Y desde CIEN AÑOS DE SOLEDAD a
EL AMOR Y OTROS DEMONIOS:
Una leyenda sobre una niña muerta siglos atrás y cuyo pelo había crecido desmesuradamente da pie al autor para crear esta mágica historia donde una muchacha criada más bien por sus esclavos, amantes de la santería, que por sus padres, es sospechosa de haber contraído junto con la rabia una posesión demoniaca. La Inquisición tomará cartas en el asunto, mientras que su exorcista, Delaura, descendiente de Garcilaso de la Vega, se enamorará perdidamente de ella y será correspondido, intentado explicar a sus compañeros de oficio religioso que la muchacha no tiene ningún mal y mucho menos una posesión.
John Everett Millais |
Delaura no había perdido el hilo.
«Con mis respetos, padre mío», dijo, «no creo que esa criatura esté poseída».
Esta vez el obispo se alarmó de veras.
«¿Por qué lo dices?»
«Creo que sólo está aterrorizada», dijo Delaura.
«Tenemos pruebas a manta de Dios», dijo el obispo. «¿O es que no lees las actas?»
Esta vez el obispo se alarmó de veras.
«¿Por qué lo dices?»
«Creo que sólo está aterrorizada», dijo Delaura.
«Tenemos pruebas a manta de Dios», dijo el obispo. «¿O es que no lees las actas?»
Tim Lowly |
Sí. Delaura las había estudiado a fondo, y eran más útiles para conocer la mentalidad de la abadesa que el estado de Sierva María. Habían exorcizado los lugares donde la niña estuvo en la mañana de su ingreso, y cuanto había tocado. A quienes estuvieron en contacto con ella los habían sometido a abstinencias y depuraciones.
La novicia que le robó el anillo el primer día fue condenada a trabajos forzados en el huerto. Decían que la niña se había complacido descuartizando un chivo que degolló con sus manos, y se comió las criadillas y los ojos aliñados como fuego vivo.
Carlo Caravagna |
Hacía gala de un don de lenguas que le permitía entenderse con los africanos de cualquier nación, mejor que ellos mismos entre sí, o con las bestias de cualquier pelaje.
Pierre Roger |
Al día siguiente de su llegada, las once guacamayas cautivas que adornaban el jardín desde hacía veinte años amanecieron muertas sin causa. Había fascinado a la servidumbre con canciones demoníacas que cantaba con voces distintas de la suya. Cuando supo que la abadesa la buscaba, se hizo invisible sólo para ella.
Emma Uber |
«Sin embargo», dijo Delaura, «creo que lo que nos parece demoníaco son las costumbres de los negros, que la niña ha aprendido por el abandono en que la tuvieron sus padres».
Brita Seifert |
«¡Cuidado!», lo alertó el obispo.
«El Enemigo se vale mejor de nuestra inteligencia que de nuestros yerros».
«Pues el mejor regalo para él sería que exorcizáramos una criatura sana», dijo Delaura.
El obispo se encrespó.
«¿Debo entender que estás en rebeldía?»
«Debe entender que mantengo mis dudas, padre mío», dijo Delaura.
«Pero obedezco con toda humildad».
Brita Seifert |
Así que volvió al convento sin convencer al obispo. Llevaba en el ojo izquierdo un parche de tuerto que le había puesto su médico mientras se le borraba el sol impreso en la retina. Sintió las miradas que lo siguieron a lo largo del jardín y de los corredores sucesivos hasta el pabellón de la cárcel, pero nadie le dirigió la palabra. En todo el ámbito había como una convalecencia del eclipse.
Leon Fourie |
Cuando la guardiana le abrió la celda de Sierva María, Delaura sintió que el corazón se le reventaba en el pecho y apenas si podía tenerse en pie.
Brita Seifert |
Sólo por sondear su humor de esa mañana le preguntó a la niña si había visto el eclipse. En efecto, lo había visto desde la terraza. No entendió que él llevara un parche en el ojo si ella había mirado el sol sin protección y estaba bien.
Durante la cena le leyó al obispo con un ánimo nuevo. Lo acompañó en las oraciones de la noche, como siempre, y mantuvo los ojos cerrados para pensar mejor en Sierva María mientras rezaba. Se retiró a la biblioteca más temprano que de costumbre, pensando en ella, y cuanto más pensaba más le crecían las ansias de pensar. Repitió en voz alta los sonetos de amor de Garcilaso, asustado por la sospecha de que en cada verso había una premonición cifrada que tenía algo que ver con su vida. No logró dormir.
Al alba se dobló sobre el escritorio con la frente apoyada en el libro que no leyó. Desde el fondo del sueño oyó los tres nocturnos de los maitines del nuevo día en el santuario vecino. «Dios te salve María de Todos los Ángeles», dijo dormido.
Su propia voz lo despertó de pronto, y vio a Sierva María con la bata de reclusa y la cabellera a fuego vivo sobre los hombros, que tiró el clavel viejo y puso un ramo de gardenias recién nacidas en el florero del mesón.
Jenny Harmon-Scott |
Delaura, con Garcilaso, le dijo de voz ardiente: «Por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir y por vos muero». Sierva María sonrió sin mirarlo.
Elena Smurova |
Él cerró los ojos para estar seguro de que no era un engaño de las sombras. La visión se había desvanecido cuando los abrió, pero la biblioteca estaba saturada por el rastro de sus gardenias.
Del amor y otros demonios
PINCHA EN EL ENLACE PARA VER:
Película "Del amor y otros demonios"
dirigida por Hilda Hidalgo (tráiler)
FRAGMENTOS Y SUEÑOS DE DOCE CUENTOS PEREGRINOS:
LA SANTA
Margarito Duarte no había pasado de la escuela primaria, pero su vocación por las bellas letras le había permitido una formación más amplia con la lectura apasionada de cuanto material impreso encontraba a su alcance. A los dieciocho años, siendo el escribano del municipio, se casó con una bella muchacha que murió poco después en el parto de la primera hija.
Sir Lawrence Alma-Tadema |
Ésta, más bella aún que la madre, murió de una fiebre esencial a los siete años.
Pero la verdadera historia de Margarito Duarte había empezado seis meses antes de su llegada a Roma, cuando hubo que mudar el cementerio de su pueblo para construir una represa. Como todos los habitantes de la región, Margarito desenterró los huesos de sus muertos para llevarlos al cementerio nuevo. La esposa era polvo. En la tumba contigua, por el contrario, la niña seguía intacta después de once años.
Tanto, que cuando destaparon la caja se sintió el vaho de las rosas frescas con que la habían enterrado. Lo más asombroso, sin embargo, era que el cuerpo carecía de peso.
Centenares de curiosos atraídos por el clamor del milagro desbordaron la aldea.
Annie Henry |
No había duda. La incorruptibilidad del cuerpo era un síntoma inequívoco de la santidad, y hasta el obispo de la diócesis estuvo de acuerdo en que semejante prodigio debía someterse al veredicto del Vaticano. De modo que se hizo una colecta pública para que Margarito Duarte viajara a Roma, a batallar por una causa que ya no era sólo suya ni del ámbito estrecho de su aldea, sino un asunto de la nación.
Doce cuentos peregrinos: La santaAnnie Henry |
EL VERANO FELIZ DE LA SEÑORA FORBES
Sus noches eran de desahogo. Desde el principio de su mandato sentíamos que alguien caminaba por la oscuridad de la casa, braceando en la oscuridad, y mi hermano llegó inquietarse con la idea de que fueran los ahogados errantes de que tanto nos había hablado Fulvia Flamínea.
Muy pronto descubrimos que era la señora Forbes, que se pasaba la noche viviendo la vida real de mujer solitaria que ella misma se hubiera reprobado durante el día.
Tom Alberts |
Muy pronto descubrimos que era la señora Forbes, que se pasaba la noche viviendo la vida real de mujer solitaria que ella misma se hubiera reprobado durante el día.
Una madrugada la sorprendimos en la cocina, con el camisón de dormir de colegiala, preparando sus postres espléndidos, con todo el cuerpo embadurnado de harina hasta la cara y tomándose un vaso de oporto con un desorden mental que habría causado el escándalo de la otra señora Forbes.
Ya para entonces sabíamos que después de acostarnos no se iba a su dormitorio, sino que bajaba a nadar a escondidas, o se quedaba hasta muy tarde en la sala, viendo sin sonido en la televisión las películas prohibidas para menores, mientras comía tartas enteras y se bebía hasta una botella del vino especial que mi padre guardaba con tanto celo para las ocasiones memorables.
Candice Bohannon |
Contra sus propias prédicas de austeridad y compostura, se atragantaba sin sosiego, con una especie de pasión desmandada.
Después la oíamos hablando sola en su cuarto, la oíamos recitando en su alemán melodioso fragmentos completos de Die Jungfrau von Orleans, la oíamos cantar, la oíamos sollozando en la cama hasta el amanecer, y luego aparecía en el desayuno con los ojos hinchados de lágrimas, cada vez más lúgubre y autoritaria.
Ni mi hermano ni yo volvimos a ser tan desdichados como entonces, pero yo estaba dispuesto a soportarla hasta el final, pues sabía que de todos modos su razón había de prevalecer contra la nuestra.
Mi hermano, en cambio, se le enfrentó con todo el ímpetu de su carácter, y el verano feliz se nos volvió infernal. El episodio de la murena fue el último límite.
Aquella misma noche, mientras oíamos desde la cama el trajín incesante de la señora Forbes en la casa dormida, mi hermano soltó de golpe toda la carga del rencor que se le estaba pudriendo en el alma.
— La voy a matar— dijo.
carolina cleere |
Mi hermano, en cambio, se le enfrentó con todo el ímpetu de su carácter, y el verano feliz se nos volvió infernal. El episodio de la murena fue el último límite.
carolina cleere |
Aquella misma noche, mientras oíamos desde la cama el trajín incesante de la señora Forbes en la casa dormida, mi hermano soltó de golpe toda la carga del rencor que se le estaba pudriendo en el alma.
Rusudan Khizanishvili |
— La voy a matar— dijo.
Doce cuentos peregrinos: El verano feliz de la señora Forbes
Carolina Cleere |
No os perdáis la adaptación televisiva de Jaime Humberto Hermosillo, con una Anna Schygulla soberbia, bueno, como ella acostumbra, ni más ni menos.
Pincha en el siguiente enlace de RTVE para ver esta joya:
Y a continuación
disfrutemos de la novela que el propio García Márquez consideraba la más
arraigada a la tierra, la más auténtica, la más cercana:
EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA
EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA
Esta novela narra la historia de los amores contrariados y pese a ello y a que Fermina Daza se casa con Juvenal Urbino, Florentino Ariza la esperará siempre. El amor tiene una dimensión sin límites durante la vida...
Garry Shead |
Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados. El doctor Juvenal Urbino lo percibió desde que entró en la casa todavía en penumbras, adonde había acudido de urgencia a ocuparse de un caso que para él había dejado de ser urgente desde hacía muchos años.
El refugiado antillano Jeremiah de Saint-Amour, inválido de guerra, fotógrafo de niños y su adversario de ajedrez más compasivo, se había puesto a salvo de los tormentos de la memoria con un sahumerio de cianuro de oro.
Garry Shead |
Fermina Daza, en cambio, tenía una desnudez pálida, de líneas largas, de piel serena, de vellos lacios. Gala Placidia les había hecho poner dos camas iguales en el dormitorio, pero a veces se acostaban en una y conversaban con las luces apagadas hasta el amanecer.
Fumaban unas panetelas de salteadores que Hildebranda había llevado ocultas en los forros del baúl, y después tenían que quemar hojas de papel de Armenia para purificar el aire de tugurio que dejaban en el dormitorio. Fermina Daza lo había hecho por primera vez en Valledupar, y había seguido haciéndolo en Fonseca, en Riohacha, donde se encerraban hasta diez primas en un cuarto a hablar de hombres y a fumar a escondidas. Aprendió a fumar al revés, con el fuego dentro de la boca, como fumaban los hombres en las noches de las guerras para que no los delatara la brasa del tabaco.
Pero nunca había fumado a solas. Con Hildebranda en su casa lo hizo todas las noches antes de dormir, y desde entonces adquirió el hábito de fumar, aunque siempre a escondidas, aun de su marido y de sus hijos, no sólo porque era mal visto que una mujer fumara en público, sino porque tenía el placer asociado a la clandestinidad.
Francesc Masriera |
También el viaje de Hildebranda había sido impuesto por sus padres para tratar de alejarla de su amor imposible, aunque le hicieron creer que era para ayudar a Fermina a decidirse por un buen partido.
Hildebranda lo había aceptado con la ilusión de burlar el olvido, como lo hizo la prima en su momento, y había quedado de acuerdo con el telegrafista de Fonseca para que mandara sus mensajes con el mayor sigilo. Por eso fue tan amarga su desilusión cuando supo que Fermina Daza había repudiado a Florentino Ariza.
Además, Hildebranda tenía una concepción universal del amor, y pensaba que cualquier cosa que le pasara a uno afectaba a todos los amores del mundo entero. Sin embargo, no renunció al proyecto. Con una audacia que le causó a Fermina Daza una crisis de espanto, fue sola a la oficina del telégrafo con la disposición de ganarse el favor de Florentino Ariza.
Joan Marti |
No lo hubiera reconocido, pues no tenía ni un rasgo que correspondiera a la imagen que ella se había formado a través de Fermina Daza.
A primera vista le pareció imposible que su prima hubiera estado a punto de enloquecer por aquel empleado casi invisible, con aires de perro apaleado, cuyo atuendo de rabino en desgracia y cuyas maneras solemnes no podían alterar el corazón de nadie.
Pero muy pronto se arrepintió de la primera impresión, pues Florentino Ariza se puso a su servicio incondicional sin saber quién era: no lo supo nunca. Nadie la hubiera entendido como él, así que no le exigió identificarse ni le pidió dirección alguna.
Su solución fue muy simple: ella pasaría los miércoles en la tarde por la oficina del telégrafo para que él le entregara las respuestas en su mano, y nada más.
Thomas Hart Benton |
Por otra parte, cuando él leyó el mensaje que Hildebranda llevaba escrito le preguntó si aceptaba una sugerencia, y ella estuvo de acuerdo. Florentino Ariza hizo primero unas correcciones entre líneas, las suprimió, las volvió a escribir, se quedó sin espacio, y al final rompió la hoja y escribió completo un mensaje distinto que a ella le pareció enternecedor. Cuando salió de la oficina del telégrafo, Hildebranda iba al borde de las lágrimas.
-Es feo y triste -le dijo a Fermina Daza-, pero es todo amor.
Lo que más llamó la atención de Hildebranda fue la soledad de la prima. Parecía, le dijo, una solterona de veinte años. Acostumbrada a una familia numerosa y dispersa, en casas donde nadie sabía a ciencia cierta cuántos vivían ni quienes iban a comer cada vez. Hildebranda no podía imaginarse a una muchacha de su edad reducida al claustro de la vida privada.
Pramod Kurlekar |
Entonces se sintió solo en el mundo, y el recuerdo de Fermina Daza, que había permanecido al acecho en los últimos días, le asestó el zarpazo mortal.
Pramod Kurlekar |
Sabía que iba a casarse el sábado siguiente, en una boda de estruendo, y el ser que más la amaba y había de amarla hasta siempre no tendría ni siquiera el derecho de morirse por ella.
Los celos, hasta entonces ahogados en llanto, se hicieron dueños de su alma.
Rogaba a Dios que la centella de la justicia divina fulminara a Fermina Daza cuando se dispusiera a jurar amor y obediencia a un hombre que sólo la quería para esposa como un adorno social, y se extasiaba en la visión de la novia, suya o de nadie, tendida bocarriba sobre las losas de la catedral con los azahares nevados por el rocío de la muerte, y el torrente de espuma del velo sobre los mármoles funerarios de catorce obispos sepultados frente al altar mayor.
Sin embargo, una vez consumada la venganza, se arrepentía de su propia maldad, y entonces veía a Fermina Daza levantándose con el aliento intacto, ajena pero viva, porque no le era posible imaginarse el mundo sin ella.
Y del romanticismo y la entrega amorosa a una obra basada en hechos reales, que tanto interesó a García Márquez como periodista y novelista. Pues después de entrevistar al protagonista, llevó a cabo su genial novela:
RELATO DE UN NÁUFRAGO
que estuvo diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de la belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre.
Ricardo Gómez de Cádiz |
Solo
La última vez que Luis Rengífo me preguntó la hora, en el destructor, eran las once y media. Vi nuevamente la hora a las once y cincuenta, y todavía no había ocurrido la catástrofe. Cuando miré el reloj en la balsa, eran las doce en punto. Me pareció que hacía mucho tiempo que todo había ocurrido, pero en realidad sólo habían transcurrido diez minutos desde el instante en que vi por última vez el reloj, en la popa del destructor, y el instante en que alcancé la balsa, y traté de salvar a mis compañeros, y me quedé allí, inmóvil, de pie en la balsa, viendo el mar vacío, oyendo el cortante aullido del viento y pensando que' transcurrirían por lo menos dos o tres horas antes de que vinieran a rescatarme.
Ivan Konstantinovich |
"Dos o tres horas", calculé. Me pareció un tiempo desproporcionadamente largo para estar solo en el mar. Pero traté de resignarme. No tenía alimentos ni agua y pensaba que antes de las tres de la tarde la sed sería abrasadora. El sol. me ardía en la cabeza, me empezaba a quemar la piel, seca y endurecida por la sal. Como en la caída había perdido la gorra, volví a mojarme la cabeza y me senté al borde de la balsa, mientras venían a rescatarme.
Nikolay Stoev |
Mi primera noche solo en el Caribe
A las cuatro de la tarde se calmó la brisa. Corno no veía nada más que agua y cielo, como no tenía puntos de referencia, transcurrieron mas de dos horas antes de que me diera cuenta de que la balsa estaba avanzando. Pero en realidad, desde el momento en que me encontré dentro de ella, empezó a moverse en línea recta, empujada por la brisa, a una velocidad mayor de la que yo habría podido imprimirle con los remos. Sin embargo, no tenía la menor idea sobre mi dirección ni posición. No sabia sí la balsa avanzaba hacia la costa o hacia el interior del Caribe. Esto último me parecía lo más probable, pues siempre habla considerado imposible que el mar arrojara a la tierra alguna cosa que hubiera penetrado 200 millas, y menos sí esa cosa era algo tan pesado como un hombre en una balsa.
Alejandro Obregón |
Durante mis primeras dos horas seguí mentalmente, minuto a minuto, el viaje del destructor. Pensé que si habían telegrafiado a Cartagena, habían dado la posición exacta del lugar en que ocurrió el accidente, y que desde ese momento habían enviado aviones y helicópteros a rescatarnos. Hice mis cálculos: antes de una hora los aviones estarían allí, dando vueltas sobre mi cabeza.
Alejandro Obregón |
A la una de la tarde me senté en la balsa a escrutar el horizonte. Solté los tres remos y los puse en el interior, listo a remar en la dirección en que aparecieran los aviones. Los minutos eran largos e intensos. El sol me abrasaba el rostro y las espaldas y los labios me ardían, cuarteados por la sal. Pero en ese momento no sentía sed ni hambre. La única necesidad que sentía era la de que aparecieran los aviones. Ya tenía mi plan: cuando los viera aparecer trataría de remar hacia ellos, luego, cuando estuvieran sobre mí, me pondría de pie en la balsa y les haría señales con la camisa. Para estar preparado, para no perder un minuto, me desabotoné la camisa y seguí sentado en la borda, escrutando el horizonte por todos lados, pues no tenía la menor idea de la dirección en que aparecerían los aviones.
Alejandro Obregón |
La gran noche
Al principio me pareció que era imposible permanecer tres horas solo en el mar. Pero a las cinco, cuando ya habían transcurrido cinco horas, me pareció que aún podía esperar una hora más. El sol estaba descendiendo. Se puso rojo y grande en el ocaso, y entonces empecé a orientarme. Ahora sabía por donde aparecerían los aviones: puse el sol a mi izquierda y miré en línea recta, sin moverme, sin desviar la vista un solo instante, sin atreverme a pestañar, en la dirección en que debía de estar Cartagena, según mi orientación.
A las seis me dolían los ojos. Pero seguía mirando. Incluso después de que empezó a oscurecer, seguí mirando con una paciencia dura y rebelde. Sabía que entonces no vería los aviones, pero vería las luces verdes v rojas, avanzando hacía mí, antes de percibir el ruido
de sus motores. Quería ver las luces, sin pensar que desde los aviones no podrían verme en la oscuridad. De pronto el cielo se puso rojo, y yo seguía escrutando el horizonte. Luego se puso color de violetas oscuras, y yo seguía mirando. A un lado de la balsa, como un diamante amarillo en el cielo color de vino, fija y cuadrada, apareció la primera estrella.
Fue como una señal. Inmediatamente después, la noche, apretada y tensa, se derrumbó sobre el mar.
Alejandro Obregón |
Mi primera impresión, al darme cuenta de que estaba sumergido en la oscuridad, de que ya no podía ver la palma de mi mano, fue la de que no podría dominar el terror. Por el ruido del agua contra la borda, sabía que la balsa seguía avanzando lenta pero incansablemente.
Momcilo Macanovic |
Hundido en las tinieblas, me di cuenta entonces de que no había estado tan solo en las horas del día. Estaba más solo en la oscuridad, en la balsa que no veía pero que sentía debajo de mí, deslizándose sordamente sobre un mar espeso y poblado de animales extraños. Para sentirme menos solo me puse a mirar el cuadrante de mi reloj. Eran las siete menos diez.
Mucho tiempo después, como a las dos, a las tres horas, eran las siete menos cinco. Cuando el minutero llegó al número doce eran las siete en punto y el cielo estaba apretado de estrellas. Pero a mí me parecía que había transcurrido tanto tiempo que ya era hora de que empezara a amanecer. Desesperadamente, seguía pensando en los aviones.
Alejandro Obregón |
La luz de cada día
No amaneció lentamente, como en la tierra. El cielo se puso pálido, desaparecieron las primeras estrellas y yo seguía mirando primero el reloj y luego el horizonte. Aparecieron los contornos del mar habían transcurrido doce horas, pero me parecía imposible. Es imposible que la noche sea tan larga como el día. Se necesita haber pasado una noche en el mar, sentado en una balsa y contemplando un reloj, para saber que la noche esdesmesuradamente más larga que el día. Pero de pronto empieza a amanecer, y entonces uno se siente demasiado cansado para saber que está amaneciendo.
Alejandro Obregón |
Eso me ocurrió en aquella primera noche de la balsa. Cuando empezó a amanecer ya nada me importaba. No pensé ni en el agua ni en la comida. No pensé en nada hasta cuando el viento empezó a ponerse tibio y la superficie del mar se volvió lisa y dorada. No había dormido un segundo en toda la noche, pero en aquel instante sentí como si hubiera despertado. Cuando me estiré en la balsa los huesos me dolían. Me dolía la piel. Pero el día era resplandeciente y tibio, y en medio de la claridad, del rumor del viento que empezaba a levantarse, yo me sentía con renovadas fuerzas para esperar. Y me sentí profundamente acompañado en la balsa. Por primera vez en los 20 años de mi vida me sentí entonces perfectamente feliz.
Relato de un náufrago
Carlos de Haes |
EL CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA
La siguiente es una historia de espera angustiosa por una pensión al militar que ha de llegarle, pero no llega nunca. Todas las esperanzas están cifradas en un gallo de pelea, ogulloso idealismo del coronel. Nada parece apuntar bien para el coronel y su esposa que dirigen su mirada hacia un turbio horizonte.
Elena Menocal |
Se acostaron sin comer. El coronel esperó a que su esposa terminara el rosario paraapagar la lámpara. Pero no pudo dormir. Oyó las campanas de la censura cinematográfica, y casi en seguida -tres horas después- el toque de queda. La pedregosa respiración de la mujer se hizo angustiosa con el aire helado de la madrugada. El coronel tenía aún los ojos abiertos cuando ella habló con una voz reposada, conciliatoria.
Nicole Alger |
-Estás despierto.
-Sí.
-Trata de entrar en razón -dijo la mujer-. Habla mañana con mi compadre Sabas.
-No viene hasta el lunes.
-Mejor -dijo la mujer-. Así tendrás tres días para recapacitar.
-No hay nada que recapacitar --dijo el coronel.
El viscoso aire de octubre había sido sustituido por una frescura apacible. El coronel volvió a reconocer a diciembre en el horario de los alcaravanes. Cuando dieron las dos todavía no había podido dormir. Pero sabía que su mujer también estaba despierta.
Paul Lisak |
Trató de cambiar de posición en la hamaca.
-Estás desvelado -dijo la mujer.
-Sí.
Ella pensó un momento.
-No estamos en condiciones de hacer esto -dijo-. Ponte a pensar cuántos son cuatrocientos pesos juntos.
-Ya falta poco para que venga la pensión -dijo el coronel.
-Estás diciendo lo mismo desde hace quince años.
El coronel no tiene quien le escriba
Vilma Markauskaitė |
Espero que os guste este homenaje hecho con todo el corazón para nuestro amado Gabriel García Márquez. Os espero, un beso.
...
Maravilloso homenaje Elena.
ResponderEliminarMi humilde aportación es poca; aunque es para mí esta historia, esa última hoja que se lleva el viento del otoño sin el consentimiento firmado de las despedidas.
LA MARIONETA DE TRAPO.
"Si por un instante Dios se olvidara
de que soy una marioneta de trapo
y me regalara un trozo de vida,
posiblemente no diría todo lo que pienso,
pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen,
sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más,
entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos,
perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen,
Despertaría cuando los demás duermen.
Escucharía cuando los demás hablan,
y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida,
Vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol,
dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón,
escribiría mi odio sobre hielo,
y esperaría a que saliera el sol.
Pintaría con un sueño de Van Gogh
sobre las estrellas un poema de Benedetti,
y una canción de Serrat sería la serenata
que les ofrecería a la luna.
Regaría con lágrimas las rosas,
para sentir el dolor de sus espinas,
y el encarnado beso de sus pétalo...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida...
No dejaría pasar un solo día
sin decirle a la gente que quiero, que la quiero.
Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos
y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados están,
al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen,
sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas,
pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.
A los viejos les enseñaría que la muerte
no llega con la vejez sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres
He aprendido que todo el mundo quiere vivir
en la cima de la montaña,
Sin saber que la verdadera felicidad está
en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido
aprieta con su pequeño puño,
por vez primera, el dedo de su padre,
lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre
sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo,
cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes,
pero realmente de mucho no habrán de servir,
porque cuando me guarden dentro de esa maleta,
infelizmente me estaré muriendo."
Gabriel García Márquez
Muchas gracias, Sigorita, qué alegría encontrarte por aquí.
EliminarSin duda, García Márquez ha sido, es y estoy convencida de que será una de las voces que más influyan en nuestro ánimo, cuyas palabras quedarán para siempre grabadas en nuestros recuerdos y en nuestras emociones. Los sueños, la creación de un mundo, trasunto metafórico del que envuelve a los lectores, la belleza... esas son las claves del genial novelista.
Me gustaría, con tu permiso, aclarar que el texto de la marioneta está falsamente atribuido a García Márquez, pues son muchos los alumnos que me han preguntado al respecto de esto texto debido a su difusión por las redes sociales. Nada que ver con nuestro amado novelista.
Para ti, este fragmento mágico de "Cien años de soledad",
"Aureliano atravesó el corredor saturado por los suspiros matinales del orégano, y se asomó al comedor, donde estaban todavía los escombros del parto: la olla grande, las sábanas ensangrentadas, los tiestos de ceniza, y el retorcido ombligo del niño en un pañal abierto sobre la mesa, junto a las tijeras y el sedal. La idea de que la comadrona había vuelto por el niño en el curso de la noche le proporcionó una pausa de sosiego para pensar. Se derrumbó en el mecedor, el mismo en que se sentó Rebeca en los tiempos
originales de la casa para dictar lecciones de bordado, y en el que Amaranta jugaba damas chinas con el coronel Gerineldo Márquez, y en el que Amaranta Úrsula cosía la ropita del niño, y en aquel relámpago de lucidez tuvo conciencia de que era incapaz de resistir sobre su alma el peso abrumador de tanto pasado. Herido por las lanzas mortales de las nostalgias propias y ajenas, admiró la impavidez de la telaraña en los rosales muertos, la perseverancia de la cizaña, la paciencia del aire en el radiante amanecer de febrero. Y entonces vio al niño. Era un pellejo hinchado y reseco que todas las hormigas del mundo iban arrastrando trabajosamente hacia sus madrigueras por el sendero de piedras del jardín. Aureliano no pudo moverse. No porque lo hubiera paralizado el estupor, sino porque en aquel instante prodigioso se le revelaron las claves definitivas de Melquíades, y vio el epígrafe de los pergaminos perfectamente ordenado en el tiempo y el espacio de los hombres: El primero de lo estirpe está amarrado en un árbol y al último se lo están comiendo las hormigas."
Un beso, queridísima Sigorita.
Hola Helena, cuando hemos salido de clase íbamos hablando de un tema el cual me afecto profundamente, me dio por pensar en lo injusta que llega a ser la vida en algunas fases de la misma. Como bien sabrás me refiero a la situación poco menos que trágica que sufre un compañero del centro y del cual no digo el nombre por respeto a su intimidad .La situación de esta persona es critica y vamos a ver si con la colaboración de todos conseguimos que por lo menos a esta persona le sea mas llevadera la situación de desesperanza que padece. Yo me imagino como lo tiene que estar pasando(económicamente, Psíquicamente e incluso físicamente) tiene que ser una tortura continua el pensar como conseguir salir de esa situación que padece, Yo propongo que entre todos, tengamos una reunión para ver si de laguna manera podemos aliviar el peso de la cruz
ResponderEliminarque padece esta persona. También , por supuesto yo colaborare en todo lo que sea necesario para ayuda a dicha persona dentro de mis limitados medios .Venga, a ver si lo conseguimos, Como siempre un admirador tuyo, Jose Vicente
Queridísimo José Vicente:
EliminarQué responsabilidad tan grande la de los seres humanos. Cuando alguien pasa un mal momento, las personas cercanas podemos influir tanto, para bien o para mal. Es cierto que hay quienes sufren su propio calvario y aquellos le rodean se dedican a "hacer leña del árbol caído". Qué terrible, ¿no? En cambio, a veces, cuando uno atraviesa por momentos difíciles se encuentra a personas que son verdaderos ángeles. Parece que la vida y el destino los hacemos entre todos, ¿verdad?
Los buenos proyectos y deseos siempre llegan a buen puerto. Lo único que puedo añadir a tu emotiva exposición es que yo me siento feliz y privilegiada porque personas como tú, estáis a mi lado y me enseñáis cada día una de las lecciones importantes de la vida.
Comprenderás que me ruborice si te presento como alumno, más bien he de hacerlo como "Maestro" del arte, de la alegría, de la amistad, de la vida en definitiva. Te felicito por tu exquisita sensibilidad y por todo lo que sabes compartir cada día. Gracias, Maestro.
Un abrazo con toda mi admiración y carió.
Hola Helena. soy José Vicente y antes de hacer el comentario siguiente, quiero hacer un inciso. En el comentario anterior hablé sobre el Budismo, y lo que quería decir en realidad era el Yoga de lo que quería hablar, pero mirando he visto que tiene similitudes, y lo daré por bueno. Perdona mi torpeza, y sin mas dilación paso al siguiente comentario que trata sobre la importancia de la lectura.
ResponderEliminarLa lectura interviene en el proceso de maduración de las personas. Nos enseña, nos orienta,, es jun a fuente de recreación y de gozo, y en pocas palabras es un vehículo para el aprendizaje .Sin la lectura, seriamos como un lago sin agua, estaríamos vacíos, no encontraríamos sentido a las cosas, no estaríamos informados, no podríamos analizar nada, no tendríamos información, no comprenderíamos algunas de las cosas mas básicas de la vida. La lectura educa, nos ayuda a reflexionar sobre el contenido de un libro, amplia el lenguaje , la dicción y el vocabulario, aprendemos a tratar a las personas, expresamos mejor nuestros pensamientos, estimula el ansia de saber y la curiosidad y además nos entretiene y nos divierte. El simple hecho de coger un buen libro y sentarse a leerlo, con una buena música de fondo(esto es lo que hago yo cuando tengo tiempo) es uno de los mayores placeres que pueda haber en esta vida, ya que te metes en el libro en lo que te dice, y el tiempo parece que se detenga. Gracias a personas Celebres de todos los tiempos y épocas tenemos la oportunidad (más hoy en día que en la antigüedad,) ya que no todo el mundo tenia la oportunidad ni los conocimientos, (mucha gente no tenia los medios para hacerse con un libro, texto etc)como iba diciendo hoy tenemos la oportunidad de disfrutar de todos los tipos de Lectura, y mas con el internet que nos lo pone al alcance de la mano. En nuestro País todavía se lee poco, según he mirado no alcanzamos la media Europea, y esto es muy negativo. Un País con una cultura avanzada, destaca en el mercado, ya que la gente está mas preparada y son muy buenos competidores a nivel mundial. El Estado debería hacer hincapié en la necesidad imperiosa de culturizar mas a la gente y poner los medios necesarios para que esto ocurriera. Porque es la sociedad la que impone que el conocimiento y la cultura sea cada vez mas necesario en un mundo tan competitivo. Gracias a los profesores que tenis la encomiable función de enseñarnos(función que no siempre es reconocida) tenemos la opción de saber muchas cosas que sin vosotros no conoceríamos nunca. La enseñanza y la Lectura van siempre unidas, y deberíamos aprovechar la oportunidad que tenemos nosotros y que otros por desgracia no han tenido. Helena, esto no es peloteo, es la mas absoluta verdad. ¿Qué seria de la sociedad si nadie nos enseñara y explicara las cosas que se encuentra en un libro? No seriamos nada. Gracias al legado de los libros, y a las mentes privilegiadas que los consiguen escribir(que envidia mas insana tengo)por lo menos conocemos un poco de la vida ,(su historia , los acontecimientos, hechos anécdotas ) por los menos sabemos razonar y así poder hablar, opinar, analizar cualquier tema con otra persona .Quisiera poner una lista de los mejores libros de la historia , que son los siguientes.
Don Quijote de la Mancha(Cervantes)
1984 George Orwell
Crimen y castigo Dostoievski
La Ilíada Homero
Hamlet Shakespeare
Cien años de Soledad Gabriel García Márquez
Orgullo y Perjuicio Jane Austen
Lolita Vladimir Navokov
Odisea Homero
La Divina Comedia Dante
Grande Esperanzas Charles Dickens
Cuentos completos de Alan Poe
Madame Bo varié Gustav Flaubert
Los Miserables Víctor Hugo, y así un sin fin de Genialidades literarias que tenemos al alcance de la mano. Espero que sea de tu agrado este comentario, ya que se que la literatura para ti es como un alimento necesario, del cual no puedes prescindir, y que gracias a ti y a tu sabiduría nosotros los neófitos aprendemos cada día un poco mas. Como siempre un alumno que no deja de aprender cosas de ti Maestra de Maestras José Vicente.
Ay, José Vicente del alma mía:
EliminarMe dejas boquiabierta, como siempre, con tus enseñanzas y la belleza de tu corazón. Gracias, Maestro, gracias de todo corazón por dejarme aprender cada día un poquito de tu ejemplo de vida, de tus comentarios, de la humildad con la que te gusta escuchar y recibir nuevos textos que siempre analizas con el alma.
Estoy totalmente de acuerdo con la importancia de la cultura y la lectura. El criterio personal se forma leyendo, extrayendo conclusiones propias, dudando del aprendizaje adquirido de antemano, a veces "desaprendiendo" las consideradas "verdades universales o manifiestas" y que frenan nuestro conocimiento, otras refrendándolas desde nuestro interior y nuestras vivencias. Pero siempre desde el prisma personal, único, que no se deja influir y que vuela libre como los grandísimos textos qeu mencionas.
Todas estas obras tienen un hueco en mi corazón, y a mí me gustaría dedicarte a ti este fragmento de "Don Quijote", que dice así:
" Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que estén."
Gracias a la herencia legada por Cervantes, sabemos que ser un poquito "quijotes" nos hace grandes, como tú.
Un abrazo, mi queridísimo José Vicente.
UNA VEZ EL AMOR LE PREGUNTA A LA AMISTAD:
ResponderEliminar"¿ PORQUÉ EXISTES TÚ
SI EXISTO YO ?"
Y LA AMISTAD LE RESPONDIÓ:
" PORQUE YO LLEVO ALEGRÍA
DONDE TÚ DEJAS TRISTEZA"
Dafne
Hermosísimo, mi estimada ninfa.
EliminarMe siento, no obstante, en la obligación de dedicarle unos bellos versos de Claribel Alegría al Amor, no sea que..., ahí van, estoy segura de que os encantarán:
"Sólo cuando me amas
se me cae esta máscara pulida
y mi sonrisa es mía
y la luna la luna
y estos mismos árboles
de ahora
este cielo
esta luz
presencias que se abren
hasta el vértigo
y acaban de nacer
y son eternos
y tus ojos también
nacen con ellos
tu mirada
tus labios que al nombrarme
me descubren.
Sólo cuando te amo
sé que no acabo en mí
que es tránsito la vida
y que la muerte es tránsito
y el tiempo un carbúnculo encendido
sin ayeres gastados
sin futuro."
Gracias, elegante y amistosa ninfa, un placer leer siempre vuestras sabias palabras.
Permítame dedicarle una reverencia.