Queridos amigos:
Alexander Timofeev |
Este 12 de marzo recordamos la fecha oficial de la muerte de Ana Frank, el 69 aniversario de su muerte en 1945 en el campo de concentración de Bergen-Belsen. Será nuestro deber recordarla, rendirle homenaje a su memoria y compartir nuestro conocimiento sobre el holocausto. Tema terrible, historias que nos desgarran el corazón, pero que forman parte de la Historia, como tales, hemos de conocerlas y analizarlas, si hemos de comprender en toda su extensión al ser humano. Quien conoce la Historia puede aprender de sus errores.
Sin duda, la ponencia que el profesor José Eugenio Cordero impartió en nuestro centro el pasado 7 de febrero de 2014 nos ha llegado hasta la fibra más profunda de nuestro corazón. Todos conocemos el tema del holocausto que los nazis ejercieron contra los judíos, gitanos, homosexuales, minusválidos, o en fin, sobre aquellos que quedaran fuera de los ideales de la raza aria, la cual habría de dominar al mundo, pensaban. Nos hallamos en el contexto de la Segunda guerra Mundial (1939-1945), el genocidio comenzó a ser un hecho a finales del verano de 1941, y alcanzó su cénit en la primavera de 1942. Aunque la Alemania nazi existe desde la llegada al poder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de Adolf Hitler en 1933 hasta la derrota del país en 1945 en la Segunda guerra Mundial, que terminó con el régimen nazi. Debemos ahondar en la vida de la personas que fueron desposeídas de su inherente humanidad, despersonalizadas de sus nombres, de sus cuerpos, de su dignidad. Asesinados, torturados, almas que debieron contemplar como la maquinaria nazi aniquilaba a sus familias. Personas que perdieron la vida y otras que milagrosamente sobrevivieron y nos han relatado sus testimonios. Debemos documentarnos a través de historiadores, filósofos, psicólogos, artistas, antropólogos, en fin, que nos den cuenta de las causas, del trasfondo de semejante barbarie y de sus consecuencias. Cuando la humanidad naufraga, hemos de escuchar la verdad aunque sea terrible, nunca la verdad ha sido más necesaria, ¿no os parece?
Alexander Timofeev |
Revisemos un material de primer orden, que José Eugenio Cordero ha querido compartir con nosotros y del cual tanto hemos aprendido. Ha sido un lujo analizar con un profesor e investigador de su categoría este tema profundamente doloroso, pero que forma parte de la Historia, de la nuestra, la de todos los seres humanos. Gracias, José Eugenio Cordero, por tu documentación, tu brillante exposición, tu talante conversador y tu profunda sensibilidad unida al conocimiento más riguroso.
Servidora de ustedes con el profesor José Eugenio Cordero |
El profesor José Eugenio Cordero nos brindaba las siguientes palabras del discurso de Hitler en el Reichstag (Parlamento alemán) en la celebración de su sexto aniversario de la toma de poder, que había sido el 30 de enero de 1933:
"Quiero ser de nuevo un profeta: ¡Si la judeidad financiera internacional dentro y fuera de europa consiguiese precipitar a las naciones una vez más a una guerra mundial, el resultado no será la bolcheviación de la tierra y con ello la victoria de la judeidad, sino la aniquilaciñon de la raza judía en Europa. " 30/enero/1939
La dureza y seguridad en su discurso convertían a Hitler en un orador capaz de convocar a las masas en un éxtasis electrizante, cuya fuerza se fundamentaba en la locura criminal.
En el siguiente cortometraje, Ambulans, de Janusz Morgenstern, sobran las palabras, en cambio, cobran un significado profundo y emotivo los símbolos. No se puede expresar más dolor con tal concisión en esta producción polaca de 1961:
Ambulans
Muchos son los testimonios de las víctimas a través de las letras, diarios inmediatos, y posteriormente las creaciones artísticas que procuran a modo de terapia buscar la paz informando al mundo de la condición terrible de sus vivencias.
Leamos, por ejemplo, un poema de la obra Si esto es un hombre (escrito en 1946) del escritor italiano Primo Levi, superviviente de Auschwitz:
Ustedes que viven seguros
Primo Levi nos relata desde un estilo que parece desapasionado, al utilizar el enfoque del distanciamiento de los hechos, su vivencia en el infierno de Auschwitz. Interesa en su lectura más que la observación de la maldad de los verdugos y la indefensión de las víctimas, el análisis de la dominación de unos seres humanos sobre otros, circunstacia acechante siempre de nuevo en la Historia. Si no aprendemos de los terribles errores de un pasado cierto y vivido, cualquier mirada hacia otro ser humano desde el racismo o la xenofobia es el germen de esta situación. Su testimonio es el compromiso al que nos suma a toda la raza humana de que la sinrazón del holocausto no se vuelva a repetir.
Veamos un fragmento de la obra:
"Todo el mundo descubre, tarde o temprano, que la felicidad perfecta no es posible, pero pocos hay que se detengan en la consideración opuesta de que lo mismo ocurre con la infelicidad perfecta. Los momentos que se oponen a la realización de uno y otro estado limite son de la misma naturaleza: se derivan de nuestra condición humana, que es enemiga de cualquier infinitud. Se opone a ello nuestro eternamente insuficiente conocimiento del futuro; y ello se llama, en un caso, esperanza y en el otro, incertidumbre del mañana. Se opone a ello la seguridad de la muerte, que pone limite a cualquier gozo, pero también a cualquier dolor. Se oponen a ello las inevitables preocupaciones materiales que, así como emponzoñan cualquier felicidad duradera, de la misma manera apartan nuestra atención continuamente de la desgracia que nos oprime y convierten en fragmentaria, y por lo mismo en soportable, su conciencia.
Fueron las incomodidades, los golpes, el frío, la sed, lo que nos mantuvo a flote sobre una desesperación sin fondo, durante el viaje y después. No el deseo de vivir, ni una resignación consciente: porque son pocos los hombres capaces de ello y nosotros no éramos sino una muestra de la humanidad más común."
"Entonces por primera vez nos damos cuenta de que nuestra lengua no tiene palabras para expresar esta ofensa, la destrucción de un hombre. En un instante, con intuición casi profética, se nos ha revelado la realidad: hemos llegado al fondo. Más bajo no puede llegarse: una condición humana más miserable no existe, y no puede imaginarse. No tenemos nada nuestro: nos han quitado las ropas, los zapatos, hasta los cabellos; si hablamos no nos escucharán, y si nos escuchasen no nos entenderían. Nos quitarán hasta el nombre: y si queremos conservarlo deberemos encontrar en nosotros la fuerza de obrar de tal manera que, detrás del nombre, algo nuestro, algo de lo que hemos sido, permanezca."
El análisis de la naturaleza humana, del origen de la fuerza para sobrevivir en el infierno, la crudeza, el contrapunto de las vidas entre los nazis y los sometidos, convierte a esta obra en un referente imprescindible sobre el holocausto y en un documento de primer orden desde el interés antropológico ayer, hoy y siempre.
Alexander Timofeev |
En el siguiente cortometraje, Ambulans, de Janusz Morgenstern, sobran las palabras, en cambio, cobran un significado profundo y emotivo los símbolos. No se puede expresar más dolor con tal concisión en esta producción polaca de 1961:
Ambulans
Muchos son los testimonios de las víctimas a través de las letras, diarios inmediatos, y posteriormente las creaciones artísticas que procuran a modo de terapia buscar la paz informando al mundo de la condición terrible de sus vivencias.
Primo Levi |
Leamos, por ejemplo, un poema de la obra Si esto es un hombre (escrito en 1946) del escritor italiano Primo Levi, superviviente de Auschwitz:
Primo Levi |
Ustedes que viven seguros
en sus cálidos hogares
Ustedes que al volver a casa
encuentran la comida
caliente
y rostros amigos
Pregúntense si es un hombre
el que trabaja en el lodo
el que no conoce la paz
el que lucha por medio pan
el que muere por un sí o un
no
Pregúntense si es una mujer
la que no tiene cabello ni
nombre
ni fuerza para recordarlo
Y sí la mirada vacía y el
regazo frío
como una rana en invierno
Piensen que esto ocurrió:
Les encomiendo estas
palabras.
Grábenlas en sus corazones
cuando estén en casa, cuando
anden por la calle
cuando se acuesten, cuando
se levanten;
Repítanselas a sus hijos.
si no, que sus casas se
derrumben
y la enfermedad los
incapacite
y sus descendientes les den
la espalda.
Traducción de Rafael Cadenas
Primo Levi nos relata desde un estilo que parece desapasionado, al utilizar el enfoque del distanciamiento de los hechos, su vivencia en el infierno de Auschwitz. Interesa en su lectura más que la observación de la maldad de los verdugos y la indefensión de las víctimas, el análisis de la dominación de unos seres humanos sobre otros, circunstacia acechante siempre de nuevo en la Historia. Si no aprendemos de los terribles errores de un pasado cierto y vivido, cualquier mirada hacia otro ser humano desde el racismo o la xenofobia es el germen de esta situación. Su testimonio es el compromiso al que nos suma a toda la raza humana de que la sinrazón del holocausto no se vuelva a repetir.
Helga Weissová |
Veamos un fragmento de la obra:
"Todo el mundo descubre, tarde o temprano, que la felicidad perfecta no es posible, pero pocos hay que se detengan en la consideración opuesta de que lo mismo ocurre con la infelicidad perfecta. Los momentos que se oponen a la realización de uno y otro estado limite son de la misma naturaleza: se derivan de nuestra condición humana, que es enemiga de cualquier infinitud. Se opone a ello nuestro eternamente insuficiente conocimiento del futuro; y ello se llama, en un caso, esperanza y en el otro, incertidumbre del mañana. Se opone a ello la seguridad de la muerte, que pone limite a cualquier gozo, pero también a cualquier dolor. Se oponen a ello las inevitables preocupaciones materiales que, así como emponzoñan cualquier felicidad duradera, de la misma manera apartan nuestra atención continuamente de la desgracia que nos oprime y convierten en fragmentaria, y por lo mismo en soportable, su conciencia.
Fueron las incomodidades, los golpes, el frío, la sed, lo que nos mantuvo a flote sobre una desesperación sin fondo, durante el viaje y después. No el deseo de vivir, ni una resignación consciente: porque son pocos los hombres capaces de ello y nosotros no éramos sino una muestra de la humanidad más común."
"Entonces por primera vez nos damos cuenta de que nuestra lengua no tiene palabras para expresar esta ofensa, la destrucción de un hombre. En un instante, con intuición casi profética, se nos ha revelado la realidad: hemos llegado al fondo. Más bajo no puede llegarse: una condición humana más miserable no existe, y no puede imaginarse. No tenemos nada nuestro: nos han quitado las ropas, los zapatos, hasta los cabellos; si hablamos no nos escucharán, y si nos escuchasen no nos entenderían. Nos quitarán hasta el nombre: y si queremos conservarlo deberemos encontrar en nosotros la fuerza de obrar de tal manera que, detrás del nombre, algo nuestro, algo de lo que hemos sido, permanezca."
Miglė Kosinskaitė
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El análisis de la naturaleza humana, del origen de la fuerza para sobrevivir en el infierno, la crudeza, el contrapunto de las vidas entre los nazis y los sometidos, convierte a esta obra en un referente imprescindible sobre el holocausto y en un documento de primer orden desde el interés antropológico ayer, hoy y siempre.
Alexander Timofeev |
Pensemos ahora en una obra como El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl. El austrícaco judío sobrevivió al holocausto, si bien perdió a su esposa y a sus padres. Viktor Frankl, médico psiquiatra, vivió en varios campos de concentración nazis desde 1942 hasta 1945, como Auschwitz o Dachau.
Su supervivencia le motivó a escribir la obra: El hombre en busca de sentido. Así, leamos alguno de sus fragmentos.
El sentido del sufrimiento
"Cuando uno se enfrenta con una situación inevitable, insoslayable, siempre que uno tiene que enfrentarse a un destino que es imposible cambiar, por ejemplo, una enfermedad incurable, un cáncer que no puede operarse, precisamente entonces se le presenta la oportunidad de realizar el valor supremo, de cumplir el sentido más profundo, cual es el del sufrimiento. Porque lo que más importa de todo es la actitud que tomemos hacia el sufrimiento, nuestra actitud al cargar con ese sufrimiento.
Citaré un ejemplo muy claro: en una ocasión, un viejo doctor en medicina general me consultó sobre la fuerte depresión que padecía. No podía sobreponerse a la pérdida de su esposa, que había muerto hacía dos años y a quien él había amado por encima de todas las cosas. ¿De qué forma podía ayudarle? ¿Qué decirle? Pues bien, me abstuve de decirle nada y en vez de ello le espeté la siguiente pregunta: "¿Qué hubiera sucedido, doctor, si usted hubiera muerto primero y su esposa le hubiera sobrevivido?" "¡Oh!", dijo, "¡para ella hubiera sido terrible, habría sufrido muchísimo!" A lo que le repliqué: "Lo ve, doctor, usted le ha ahorrado a ella todo ese sufrimiento; pero ahora tiene que pagar por ello sobreviviendo y llorando su muerte."
No dijo nada, pero me tomó la mano y, quedamente, abandonó mi despacho. El sufrimiento deja de ser en cierto modo sufrimiento en el momento en que encuentra un sentido, como puede serlo el sacrificio.
Claro está que en este caso no hubo terapia en el verdadero sentido de la palabra, puesto que, para empezar, su sufrimiento no era una enfermedad y, además, yo no podía dar vida a su esposa. Pero en aquel preciso momento sí acerté a modificar su actitud hacia ese destino inalterable en cuanto a partir de ese momento al menos podía encontrar un sentido a su sufrimiento.
Uno de los postulados, básicos de la logoterapia estriba en que el interés principal del hombre no es encontrar el placer, o evitar el dolor, sino encontrarle un sentido a la vida, razón por la cual el hombre está dispuesto incluso a sufrir a condición de que ese sufrimiento tenga un sentido.
Ni que decir tiene que el sufrimiento no significará nada a menos que sea absolutamente necesario; por ejemplo, el paciente no tiene por qué soportar, como si llevara una cruz, el cáncer que puede combatirse con una operación; en tal caso sería masoquismo, no heroísmo."
Viktor Frankl
Ada Dobrzelecka |
Un psiquiatra supervivente de los campos de concentración nos proporciona un testimonio personal y profesional sobre la situación límite y terrible por la que pasa un ser humano y cómo se puede enfrentar a ella y a la vida después del trauma. Leamos este otro emotivo fragmento:
Yuri Salko |
"Es evidente que el mero hecho de saber que un hombre fue guardia del campo o prisionero nada nos dice. La bondad humana se encuentra en todos los grupos, incluso en aquellos que, en términos generales, merecen que se les condene. Los límites entre estos grupos se superponen muchas veces y no debemos inclinarnos a simplificar las cosas asegurando que unos hombres eran unos ángeles y otros unos demonios. Lo cierto es que, tratándose de un capataz, el hecho de ser amable con los prisioneros a pesar de todas las perniciosas influencias del campo es un gran logro, mientras que la vileza del prisionero que maltrata a sus propios compañeros merece condenación y desprecio en grado sumo.
Obviamente, los prisioneros veían en estos hombres una falta de carácter que les desconcertaba especialmente, mientras que se sentían profundamente conmovidos por la más mínima muestra de bondad recibida de alguno de los guardias. Recuerdo que un día un capataz me dio en secreto un trozo de pan que debió haber guardado de su propia ración del desayuno. Pero me dio algo más, un "algo" humano que hizo que se me saltaran las lágrimas: la palabra y la mirada con que aquel hombre acompañó el regalo. De todo lo expuesto debemos sacar la consecuencia de que hay dos razas de hombres en el mundo y nada más que dos: la "raza" de los hombres decentes y la raza de los indecentes. Ambas se encuentran en todas partes y en todas las capas sociales. Ningún grupo se compone de hombres decentes o de hombres indecentes, así sin más ni más. En este sentido, ningún grupo es de "pura raza" y, por ello, a veces se podía encontrar, entre los guardias, a alguna persona decente."
Viktor Frankl
Obviamente, los prisioneros veían en estos hombres una falta de carácter que les desconcertaba especialmente, mientras que se sentían profundamente conmovidos por la más mínima muestra de bondad recibida de alguno de los guardias. Recuerdo que un día un capataz me dio en secreto un trozo de pan que debió haber guardado de su propia ración del desayuno. Pero me dio algo más, un "algo" humano que hizo que se me saltaran las lágrimas: la palabra y la mirada con que aquel hombre acompañó el regalo. De todo lo expuesto debemos sacar la consecuencia de que hay dos razas de hombres en el mundo y nada más que dos: la "raza" de los hombres decentes y la raza de los indecentes. Ambas se encuentran en todas partes y en todas las capas sociales. Ningún grupo se compone de hombres decentes o de hombres indecentes, así sin más ni más. En este sentido, ningún grupo es de "pura raza" y, por ello, a veces se podía encontrar, entre los guardias, a alguna persona decente."
Viktor Frankl
Ernst Ludwig Kirchner |
En cuanto a Abba Kovner (nacido en Sebastopol y afincado en Vilna para realizar sus estudios superiores), el judío activista en contra de la Alemania nazi, generó a su vez un movimiento de venganza contra los culpables del holocausto. Veamos esta llamada a la resistencia a los habitantes del ghetto de Vilna:
Abba Kovner |
“¡No dejemos que nos llevan al
matadero como ovejas! ¡Jóvenes hebreos! No creáis en quién os encanta: de
los 80.000 hebreos de la “Jerusalén lituana” solo quedan 20.000. Nos han
arrancado delante de nuestros ojos a nuestros padres, hermanos y
hermanas.
¿Dónde están los centenares de personas que han sido conducidos a trabajar con los esbirros lituanos? ¿Dónde están las mujeres y los niños que se llevaron, desnudos en aquella horrible noche? ¿Dónde están los hebreos capturados durante el Yom Kippur? ¿Y donde están nuestros hermanos del segundo ghuetto?
De los que dejaron la puerta del ghuetto no ha vuelto ni una sola persona. Todas las calles de la GESTAPO acaban en Ponary. ¡Y Ponary es la muerte!
¡Vosotros que todavía dudáis, parad de ilusionaros! Vuestros hijos, vuestros maridos y vuestras mujeres ya no viven. Ponary no es un campo. Allí han sido fusilados 15.000 seres humanos.
Hitler ha decidido eliminar a los hebreos de Europa. El destino ha querido que los hebreos lituanos fuesen los primeros de la lista.
No dejemos que nos llevan al matadero como ovejas! Es verdad: somos débiles e indefensos. Pero la respuesta al enemigo solo puede ser una: ¡Resistencia!
Hermanos es mejor caer combatiendo por la libertad que sobrevivir por la gracia de los asesinos. ¡Resistencia! ¡Resistencia hasta el último respiro!”
¿Dónde están los centenares de personas que han sido conducidos a trabajar con los esbirros lituanos? ¿Dónde están las mujeres y los niños que se llevaron, desnudos en aquella horrible noche? ¿Dónde están los hebreos capturados durante el Yom Kippur? ¿Y donde están nuestros hermanos del segundo ghuetto?
De los que dejaron la puerta del ghuetto no ha vuelto ni una sola persona. Todas las calles de la GESTAPO acaban en Ponary. ¡Y Ponary es la muerte!
¡Vosotros que todavía dudáis, parad de ilusionaros! Vuestros hijos, vuestros maridos y vuestras mujeres ya no viven. Ponary no es un campo. Allí han sido fusilados 15.000 seres humanos.
Hitler ha decidido eliminar a los hebreos de Europa. El destino ha querido que los hebreos lituanos fuesen los primeros de la lista.
No dejemos que nos llevan al matadero como ovejas! Es verdad: somos débiles e indefensos. Pero la respuesta al enemigo solo puede ser una: ¡Resistencia!
Hermanos es mejor caer combatiendo por la libertad que sobrevivir por la gracia de los asesinos. ¡Resistencia! ¡Resistencia hasta el último respiro!”
En todo caso esta llamada a la resistencia cayó en saco roto, no dándole en Vilna crédito a sus denuncias, esperanzados en que Vilna sería una fábrica trabajadora para Alemania y nada más.
Ernst Ludwig Kirchner |
Leamos uno de sus poemas:
"Recordemos a nuestros hermanos y hermanas,
las casas en la ciudad y en el campo
Las calles de la aldea bulliciosas como un río
Y el solitario paradero
Michael Reedy |
El anciano y su rostro
La joven y sus trenzas
El bebé
Las miles de comunidades de Israel y sus humanos
Toda la colectividad de los judíos
Que sucumbió en el exterminio en manos del asesino Nazi
Quien gritó y cayó en su grito
La mujer abrazando a su bebé y que sus brazos se desplomaron
El bebé cuyos dedos buscan el pezón materno y este está azul de frío
Enrique Monraz |
Las piernas
Las piernas que buscaron salida y ya no había
Y las manos cerrándose en puños
Y los puños que levantaron el hierro
Y el hierro que se transformó en el arma de la esperanza,
de la deseperación y de la rebelión
Y ellos de corazón generoso
Y ellos con sus ojos abiertos
Son los que se arrojaron sin posibilidad de salvar
Eugen Bratfanof |
Recordemos el día, su mediodía
El sol que ascendió sobre el altar sangriento
Los cielos altos y mudos
Recordemos los montículos de cenizas debajo de los jardines florecientes
Recordará el vivo a sus muertos
Porque ellos nos enfrentan
Y sus ojos alrededor
Y no cesaremos,
no cesaremos hasta que seamos dignos a su memoria".
Recurramos a testimonios literarios, de la talla del Diario de Ana Frank.
Ana Frank |
Imposible escapar a la emoción que nos produce la lectura de un Diario auténtico escrito por Ana Frank (Fráncfort del Meno, 12 de junio de 1929–Bergen-Belsen, 12 de marzo de 1945), la niña escondida con su familia en "la habitación de atrás". Ana fue la segunda hija Otto Heinrich Frank y Edith Hollander, judíos alemanes, su hermana mayor se llamaba Margot. La familia se trasladó a a Ámsterdam huyendo de los nazis y allí permanecieron ocultos en el escondrijo de un viejo edificio, cuya puerta estaba escondida por una estantería. Allí vivieron desde el 9 de julio de 1942 hasta el 4 de agosto de 1944. En aquel escondite convivieron 8 personas: los padres, Ana y Margot, Fritz Pfeffer, un dentista judío, (Albert Dussel en el Diario de Ana), Hermann y Auguste Van Pels y su hijo Peter (Van Daan en el Diario).
Durante esos dos años Ana escribió su Diario, testimonio de la vida adolescente de Ana, los sentimientos encontrados hacia su madre, fruto de su inocente rebeldía juvenil, las tensiones con su hermana, el cariño hacia su padre, la atracción hacia el joven Peter. En ocasiones el miedo, las reflexiones sobre la guerra, la política, la convivencia, las emociones, la vida, la muerte, Dios, la esencia humana...
Rahele Basir |
Después de dos años en el refugio, un informador holandés descubrió el escondite a la Gestapo, siendo todos ellos deportados a diversos campos de concentración, resultando como único superviviente el padre que fue el que posteriormente publicaría el Diario de su hija Ana.
Ana le hablaba a su Diario como si de una amiga se tratase, a la que llamaba Kitty.
¿No os conmueven profundamente los siguientes fragmentos?
Ana Frank |
Viernes, 24 de diciembre de 1943
Querida Kitty:
Querida Kitty:
Ya te he escrito en otras oportunidades sobre lo mucho que todos aquí dependemos de los estados de ánimo, y creo que este mal está aumentando mucho últimamente, sobre todo en mí. Aquello de Himmelhoch jauchzend, zu Tode betrübt*, ciertamente es aplicable en mi caso. En la más alta euforia me encuentro cuando pienso en lo bien que estamos aquí, comparado con la suerte que corren otros chicos judíos, y «la más profunda aflicción» me viene, por ejemplo, cuando ha venido de visita la señora Kleiman y nos ha hablado del club de hockey de Jopie, de sus paseos en piragua, de sus representaciones teatrales y los tés con sus amigas.
No creo que la envidie a Jopie, pero lo que sí me da es un ansia enorme de poder salir divertirme como una loca y reírme hasta que me duela la tripa. Sobre todo ahora, en invierno, con las fiestas de Navidad y Año Nuevo, estamos aquí encerrados como parias,
aunque ya sé que en realidad no debo escribir estas palabras, porque parecería que soy una desagradecida, pero no puedo guardármelo todo, y prefiero citar mis palabras del principio: «El papel es paciente.»
aunque ya sé que en realidad no debo escribir estas palabras, porque parecería que soy una desagradecida, pero no puedo guardármelo todo, y prefiero citar mis palabras del principio: «El papel es paciente.»
Eugen Bratfanof |
Cuando alguien acaba de venir de fuera, con el viento entre la ropa y el frío en el rostro, querría esconder la cabeza debajo de las sábanas para no pensar en el momento en que nos sea dado volver a oler el aire puro. Pero como no me está permitido esconder la
cabeza debajo de las sábanas, sino que, al contrario, debo mantenerla firme y erguida, mis pensamientos me vuelven a la cabeza una y otra vez, innumerables veces.
Créeme, cuando llevas un año y medio encerrada, hay días en que ya no puedes más. Entonces ya no cuentan la justicia ni la ingratitud; los sentimientos no se dejan ahuyentar.
cabeza debajo de las sábanas, sino que, al contrario, debo mantenerla firme y erguida, mis pensamientos me vuelven a la cabeza una y otra vez, innumerables veces.
Créeme, cuando llevas un año y medio encerrada, hay días en que ya no puedes más. Entonces ya no cuentan la justicia ni la ingratitud; los sentimientos no se dejan ahuyentar.
Montar en bicicleta, bailar, silbar, mirar el mundo, sentirme joven, saber que soy libre, eso es lo que anhelo, y sin embargo no puedo dejar que se me note, porque imagínate que todos empezáramos a lamentarnos o pusiéramos caras largas... ¿Adónde iríamos a parar?
A veces me pongo a pensar: ¿no habrá nadie que pueda entenderme, que pueda ver más allá de esa ingratitud, más allá del ser o no ser judío, y ver en mí tan sólo a esa chica de catorce años, que tiene una inmensa necesidad de divertirse un rato despreocupadamente?
A veces me pongo a pensar: ¿no habrá nadie que pueda entenderme, que pueda ver más allá de esa ingratitud, más allá del ser o no ser judío, y ver en mí tan sólo a esa chica de catorce años, que tiene una inmensa necesidad de divertirse un rato despreocupadamente?
Graeme Wilcox |
No lo sé, y es algo de lo que no podría hablar con nadie, porque sé que me pondría a llorar. El llanto es capaz de proporcionar alivio, pero tiene que haber alguien con quien llorar. A pesar de todo, a pesar de las teorías y los esfuerzos, todos los días echo de menos a esa madre que me comprenda. Por eso, en todo lo que hago y escribo, pienso que cuando tenga hijos querría ser para ellos la mamá que me imagino. La mamá que no se toma tan en serio las cosas que se dicen por ahí, pero que sí se toma en serio las cosas que digo yo. Me doy cuenta de que... (me cuesta describirlo) pero la palabra «mamá» ya lo dice todo. ¿Sabes lo que se me ha ocurrido para llamar a mi madre usando una palabra parecida a «mamá»? A menudo la llamo Mansa, y de ahí se derivan Mans o Man. Es como si dijésemos una mamá imperfecta, a la que me gustaría honrar cambiándole un poco las letras al nombre que le he puesto. Por suerte, Mans no sabe nada de esto, porque no le haría ninguna gracia si lo supiera.
Ahora ya basta. Al escribirte se me ha pasado un poco mi «más profunda aflicción».
Tu Ana
* Cita de Goethe. En alemán: «De la más alta euforia a la más profunda aflicción.»
Eugen Bratfanof |
Sábado, 12 de febrero de 1944
Querida Kitty:
Hace sol, el cielo está de un azul profundo, hace una brisa hermosa y yo tengo unos enormes deseos de... ¡de todo! Deseos de hablar, de ser libre, de ver a mis amigos, de estar sola. Tengo tantos deseos de... ¡de llorar! Siento en mí una sensación como si fuera a estallar, y sé que llorar me aliviaría. Pero no puedo. Estoy intranquila, voy de una habitación a la otra, respiro por la rendija de una ventana cerrada, siento que mi corazón palpita como si me dijera: «¡Cuándo cumplirás mis deseos!»
Creo que siento en mí la primavera, siento el despertar de la primavera, lo siento en el cuerpo y en el alma. Tengo que contenerme para comportarme de manera normal, estoy totalmente confusa, no sé qué leer, qué escribir, qué hacer, sólo sé que ardo en deseos...
Tu Ana
Eugen Bratfanof |
Viernes, 21 de julio de 1944
Querida Kitty:
¡Me han vuelto las esperanzas, por fin las cosas resultan! Sí, de verdad, todo marcha viento en popa! ¡Noticias bomba! Ha habido un atentado contra Hitler y esta vez no han sido los comunistas judíos o los capitalistas ingleses, sino un germanísimo general alemán, que es conde y joven además. La «divina providencia» le ha salvado la vida al Führer, y por desgracia sólo ha sufrido unos rasguños y quemaduras. Algunos de sus oficiales y generales más allegados han resultado muertos o heridos. El autor principal del atentado ha sido fusilado.
Sin duda es la mejor prueba de que muchos oficiales y generales están hartos de la guerra y querrían que Hitler se fuera al otro barrio, para luego fundar una dictadura militar, firmar la paz con los aliados, armarse de nuevo y empezar una nueva guerra después de una veintena de años. Tal vez la providencia se haya demorado un poco aposta en quitarlo de en medio, porque para los aliados es mucho más sencillo y económico que los inmaculados germanos se maten entre ellos, así a los rusos y los ingleses les queda menos
trabajo por hacer y pueden empezar antes a reconstruir las ciudades de sus propios países.
Pero todavía falta para eso, y no quisiera adelantarme a esos gloriosos acontecimientos.
Sin embargo, te darás cuenta de que lo que digo es la pura verdad y nada más que la verdad. A modo de excepción, por una vez dejo de darte la lata con mis charlas sobre nobles ideales.
Sin duda es la mejor prueba de que muchos oficiales y generales están hartos de la guerra y querrían que Hitler se fuera al otro barrio, para luego fundar una dictadura militar, firmar la paz con los aliados, armarse de nuevo y empezar una nueva guerra después de una veintena de años. Tal vez la providencia se haya demorado un poco aposta en quitarlo de en medio, porque para los aliados es mucho más sencillo y económico que los inmaculados germanos se maten entre ellos, así a los rusos y los ingleses les queda menos
trabajo por hacer y pueden empezar antes a reconstruir las ciudades de sus propios países.
Pero todavía falta para eso, y no quisiera adelantarme a esos gloriosos acontecimientos.
Sin embargo, te darás cuenta de que lo que digo es la pura verdad y nada más que la verdad. A modo de excepción, por una vez dejo de darte la lata con mis charlas sobre nobles ideales.
Además, Hitler ha sido tan amable de comunicarle a su leal y querido pueblo que, a partir de hoy, todos los militares tienen que obedecer las órdenes de la Gestapo y que todo soldado que sepa que su comandante ha tenido participación en el cobarde y miserable atentado, tiene permiso de meterle un balazo.
¡Menudo cirio se va a armar! Imagínate que a Pepito de los Palotes le duelan los pies de tanto caminar, y su jefe el oficial le grita. Pepito coge su escopeta y exclama: «Tú querías matar al Führer, ¡aquí tienes tu merecido!» Le pega un tiro y el jefe mandón que ha osado regañar a Pepito, pasa a mejor vida (¿o a mejor muerte?). Al final, el asunto va a ser que los señores oficiales van a hacérselo encima de miedo cuando se topen con un soldado o cuando tengan que impartir órdenes en alguna parte, porque los soldados tendrán más autoridad y poder que ellos.
¿Me sigues, o me he ido por las ramas? No lo puedo remediar, estoy demasiado contenta como para ser coherente, si pienso en que tal vez en octubre ya podré ocupar nuevamente mi lugar en las aulas! ¡Ayayay!, ¿acaso no acabo de decir que no me quiero precipitar?
Perdóname, no por nada tengo fama de ser un manojo de contradicciones...
¡Menudo cirio se va a armar! Imagínate que a Pepito de los Palotes le duelan los pies de tanto caminar, y su jefe el oficial le grita. Pepito coge su escopeta y exclama: «Tú querías matar al Führer, ¡aquí tienes tu merecido!» Le pega un tiro y el jefe mandón que ha osado regañar a Pepito, pasa a mejor vida (¿o a mejor muerte?). Al final, el asunto va a ser que los señores oficiales van a hacérselo encima de miedo cuando se topen con un soldado o cuando tengan que impartir órdenes en alguna parte, porque los soldados tendrán más autoridad y poder que ellos.
¿Me sigues, o me he ido por las ramas? No lo puedo remediar, estoy demasiado contenta como para ser coherente, si pienso en que tal vez en octubre ya podré ocupar nuevamente mi lugar en las aulas! ¡Ayayay!, ¿acaso no acabo de decir que no me quiero precipitar?
Perdóname, no por nada tengo fama de ser un manojo de contradicciones...
Tu Ana M. Frank
Graeme Wilcox |
A continuación podemos disfrutar de un extraordinario documental con imágenes reales de la familia Frank:
VER DOCUMENTAL
VER ADAPTACIÓN CINEMATOGRÁFICA DE EL DIARIO DE ANA FRANK
DIRIGIDA POR JON JONES
Si pensamos ahora en otra obra, encontraremos un testimonio de otra escritora desde su huida real de los nazis durante su infancia y pubertad, en un periplo cargado de sentimiento, reflexiones y añoranzas de la paz de la que todo ser humano debe ser merecedor. Esta novelita, considerada habitualmente juvenil, trasciende, sin duda, tal calificación y se convierte en el testimonio auténtico de una familia que debe huir de la Alemania nazi.
Graeme Wilcox |
Desde la voz narradora infantil que no entiende el sufrimiento de su exilio, sus cansados viajes, la incertidumbre sobre el futuro, la falta de comunicación en cada nuevo país al no conocer su lengua, nos adentramos en el más dulce de los sentimientos, en la más pura exaltación de la dignidad, en la crítica a la sinrazón y a la maldad humana.
Mirian Constán |
La inocencia, la bondad, la candidez de la niña, Anna, enfrentadas a la situación real de quienes pisoteaban lo derechos más básicos del ser humano, de la brutalidad de Hitler y de la Gestapo, nos ofrece este testimonio real de la autora que nos sobrecoge y nos deja también sin palabras.
Comprobémoslo:
Portada de la obra de Judith Kerr |
"Anna volvía del colegio con Elsbeth, una niña de su clase. Aquel invierno había nevado mucho en Berlín. La nieve no se había derretido; los barrenderos la habían apilado en el borde de las aceras, y allí había permanecido semanas y semanas, en tristes montones que se iban poniendo grises. Ahora, en febrero, empezaba a deshacerse, y había charcos por todas partes. Anna y Elsbeth, calzadas con botas de cordones, se los iban saltando.
Las dos niñas llevaban abrigos gruesos y
gorros de lana para tener abrigadas las orejas, y Anna llevaba además
una bufanda. Anna tenía nueve años, pero era bajita para su edad, y los
extremos de la bufanda le colgaban casi hasta las rodillas. También le
tapaba la boca y la nariz, de modo que lo único que se le veía eran sus
ojos verdes y un mechón de pelo oscuro. Se había apresurado porque
quería comprar unos lápices de colores en la papelería y ya era casi la
hora de comer; pero iba tan sin aliento que se alegró de que Elsbeth se
detuviera a mirar un gran cartel rojo.
Roman Tolici |
- Es otro retrato de ese señor - dijo Elsbeth-. Mi hermana la pequeña vio uno ayer y se creyó que era Charlie Chaplin.
Anna contempló la mirada fija y la expresión severa. Luego dijo:
- No se parece en nada a Charlie Chaplin, como no sea en el bigote.
Leyeron el nombre que había debajo de la fotografía.
Adolf Hitler.
- Quiere que todo el mundo le vote en las
elecciones, y entonces les parará los pies a los judíos - dijo Elsbeth-.
¿Tú crees que le parará los pies a Rachel Lowenstein?
- A Rachel Lowenstein no la puede parar nadie
- respondió Anna-. Es capitana de su clase. A lo mejor me para los pies
a mí. Yo también soy judía.
- ¡Tú no!
- ¡Claro que sí! Mi padre nos estuvo hablando
de eso la semana pasada. Dijo que éramos judíos, y que, pasara lo que
pasara, mi hermano y yo no debíamos olvidarlo nunca.
- Pero vosotros no vais a una iglesia especial los sábados, como Rachel Lowenstein.
- Eso es porque no somos religiosos. No vamos a ninguna iglesia.
- Pues a mí me gustaría que mi padre no fuera
religioso - dijo Elsbeth-. Nosotros tenemos que ir todos los domingos, y
a mí me dan calambres de estar sentada.
Roman Tolici |
Elsbeth miró a Anna con curiosidad.
- Yo creí que los judíos tenían que tener la nariz ganchuda, pero tú la tienes normal. ¿Tu hermano tiene la nariz ganchuda?
- No - dijo Anna-. La única persona que hay
en casa con la nariz ganchuda es Bertha, la criada, y se le quedó así
porque se la rompió al caerse del tranvía.
Elsbeth empezaba a impacientarse.
- Pues entonces - dijo-, si por fuera sois
como todo el mundo y no vais a una iglesia especial, ¿cómo sabéis que
sois judíos? ¿Cómo podéis estar seguros?
Hubo una pausa.
- Supongo... - empezó Anna-, supongo que será
porque mi padre y mi madre lo son, y supongo que sus padres y sus
madres también lo serían. A mí nunca se me había ocurrido pensarlo,
hasta que papá empezó a hablar de eso la semana pasada.
- ¡Pues es una tontería! - dijo Elsbeth-.
¡Todo son tonterías, lo de Adolf Hitler, lo de que la gente sea judía y
todo lo demás! - echó a correr, y Anna la siguió."
El decaímiento de una persona, su desplome, su derrumbamiento, víctima de la segregación, de la brutalidad psíquica, lo encontramos presente en el siguiente texto:
"A herr Rosenfeld parecía costarle trabajo decir lo que había ido a decir. Sus ojos tristes no hacían más que vagar por la habitación mientras iba tanteando una manera de empezar tras otra y desechándolas todas. Por fin se metió la mano en el bolsillo y sacó un paquetito envuelto en papel marrón.
—Le he traído esto —dijo, y se lo entregó a papá. Papá lo desenvolvió. Era un reloj, un reloj viejo de plata de aspecto conocido.
—¡Julius! —exclamó papá.
Herr Rosenfeld asintió tristemente: «Soy portador de malas noticias.»
El tío Julius había muerto.
Mientras mamá servía café a herr Rosenfeld y él mordisqueaba distraídamente uno de los croissants de Anna, les contó cómo había muerto el tío Julius. Le habían echado de su puesto de conservador del Museo de Historia Natural de Berlín, hacía casi un año.
—Pero, ¿por qué? —preguntó mamá.
—Debe usted saberlo —dijo herr Rosenfeld—. Su abuela era judía.
A partir de entonces el tío Julius no había podido trabajar como naturalista, pero se había colocado de barrendero en una fábrica. Se mudó de su piso a un cuarto barato, y era allí donde había hecho amistad con herr Rosenfeld, que ocupaba el cuarto de al lado. A pesar de sus dificultades, el tío Julius estaba muy contento en aquella época.
—Le he traído esto —dijo, y se lo entregó a papá. Papá lo desenvolvió. Era un reloj, un reloj viejo de plata de aspecto conocido.
—¡Julius! —exclamó papá.
Herr Rosenfeld asintió tristemente: «Soy portador de malas noticias.»
El tío Julius había muerto.
Mientras mamá servía café a herr Rosenfeld y él mordisqueaba distraídamente uno de los croissants de Anna, les contó cómo había muerto el tío Julius. Le habían echado de su puesto de conservador del Museo de Historia Natural de Berlín, hacía casi un año.
—Pero, ¿por qué? —preguntó mamá.
—Debe usted saberlo —dijo herr Rosenfeld—. Su abuela era judía.
A partir de entonces el tío Julius no había podido trabajar como naturalista, pero se había colocado de barrendero en una fábrica. Se mudó de su piso a un cuarto barato, y era allí donde había hecho amistad con herr Rosenfeld, que ocupaba el cuarto de al lado. A pesar de sus dificultades, el tío Julius estaba muy contento en aquella época.
—Simplemente... aceptaba las cosas, ¿verdad? —decía herr Rosenfeld—. Ya entonces pensaba yo venirme a París a estar con mi sobrino, y yo le decía: «¡Véngase usted también..., hay sitio para los dos en la industria de confitería!» Pero él no quería. Parecía convencido de que la situación de Alemania tenía que cambiar.
Papá asintió, acordándose del tío Julius en Suiza.
Papá asintió, acordándose del tío Julius en Suiza.
Enrique Monraz |
Herr Rosenfeld y el tío Julius habían tenido muchas conversaciones juntos, y el tío Julius le había hablado mucho de papá y su familia. Un par de veces herr Rosenfeld le había acompañado al zoo, donde pasaba entonces todos los domingos. A pesar de tener tan poco dinero, el tío Julius siempre se las apañaba para llevarles cacahuetes a los monos y restos de comida a los otros animales, y herr Rosenfeld se había quedado asombrado al ver cómo se abalanzaban a los barrotes de las jaulas cuando le veían llegar.
—No era sólo por la comida; era mas bien como una especie de bondad suya, que los animales notaban.
Papá asintió nuevamente...
Durante el otoño, el tío Julius iba al zoo incluso por las tardes, a la salida del trabajo. Su vida entera había llegado a estar centrada en los animales. Había un mono que le dejaba acariciarle a través de los barrotes...
Y entonces, justo en vísperas de Navidad, llegó el golpe. El tío Julius había recibido una carta oficial anulando su permiso de entrada en el zoo. No se daba ninguna explicación. El hecho de haber tenido una abuela judía era suficiente.
—No era sólo por la comida; era mas bien como una especie de bondad suya, que los animales notaban.
Papá asintió nuevamente...
Durante el otoño, el tío Julius iba al zoo incluso por las tardes, a la salida del trabajo. Su vida entera había llegado a estar centrada en los animales. Había un mono que le dejaba acariciarle a través de los barrotes...
Y entonces, justo en vísperas de Navidad, llegó el golpe. El tío Julius había recibido una carta oficial anulando su permiso de entrada en el zoo. No se daba ninguna explicación. El hecho de haber tenido una abuela judía era suficiente.
Eduardo Arroyo |
A raíz de aquello el tío Julius había cambiado. No dormía, ni comía como es debido. Ya no hablaba con herr Rosenfeld, sino que se pasaba los domingos metido en su cuarto, mirando a los gorriones del tejado de enfrente. Finalmente, a altas horas de una noche de primavera, había llamado a la puerta de herr Rosenfeld y le había rogado que, cuando fuera a París, le llevara una cosa a papá.
Eduardo Arroyo |
Herr Rosenfeld le había explicado que todavía tardaría cierto tiempo en irse, pero el tío Julius le había dicho: «No importa, se lo doy ahora», y herr Rosenfeld se había quedado con el paquetito para tranquilizarle. A la mañana siguiente habían encontrado al tío Julius muerto, con un frasco de pastillas para dormir vacío a su lado.
Eduardo Arroyo |
Herr Rosenfeld no había podido salir de Alemania hasta pasados varios meses, pero en seguida había ido a ver a papá para entregarle el paquete."
Rahele Basir |
Sorprendente, terrible y cruel este otro fragmento:
"Uno había conseguido un trabajo de cine en Inglaterra. Otro que antes era rico estaba pasando ahora muchos apuros en América, y su mujer tenía que trabajar de asistenta. A un famoso catedrático le habían detenido y enviado a un campo de concentración. (¿Campo de concentración? Entonces Anna recordó que era una cárcel especial para la gente que estaba contra Hitler.)
Los nazis le habían encadenado a una perrera. Vaya tontería, pensó Anna, mientras Omamá, que parecía ver alguna relación entre aquello y la muerte de Pumpel, seguía hablando cada vez más excitada. La perrera estaba junto a la entrada del campo de concentración, y cada vez que alguien entraba o salía el catedrático famoso tenía que ladrar. Para comer le daban sobras en un platillo de perro y no le dejaban que las tocase con las manos. Anna notó de pronto que se mareaba.
Por la noche el catedrático famoso tenía que dormir en la perrera. La cadena era muy corta, por lo que nunca se podía poner de pie. Al cabo de dos meses —¡dos meses...!, pensó Anna—, el catedrático famoso se había vuelto loco. Seguía encadenado a la perrera y teniendo que ladrar, pero ya no se daba cuenta de lo que hacía.
Graeme Wilcox |
De repente fue como si un muro negro se hubiera alzado ante los ojos de Anna. No podía respirar. Agarró fuertemente el libro que tenía delante, haciendo que leía. Habría querido no haber oído lo que Omamá había dicho, quitárselo de encima, vomitar.
Mamá debió notar algo, porque hubo un súbito silencio y Anna sintió que mamá estaba miran-dola. Fijó la vista intensamente en su libro y volvió la página adrede como si estuviera enfrascada en la lectura. No quería que mamá, y menos aún Omamá, le hablasen.
Tras un momento la conversación se reanudó. Esta vez mamá estaba hablando, en voz bastante alta, no de los campos de concentración sino del frío que había hecho últimamente.
Mamá debió notar algo, porque hubo un súbito silencio y Anna sintió que mamá estaba miran-dola. Fijó la vista intensamente en su libro y volvió la página adrede como si estuviera enfrascada en la lectura. No quería que mamá, y menos aún Omamá, le hablasen.
Tras un momento la conversación se reanudó. Esta vez mamá estaba hablando, en voz bastante alta, no de los campos de concentración sino del frío que había hecho últimamente.
Michael De Brito |
—¿Te lo pasas bien con tu libro, querida? —dijo Omamá.
—Sí, gracias —replicó Anna, y consiguió que su voz sonara del todo normal. En cuanto pudo se levantó y se fue a la cama. Quería decirle a Max lo que había oído, pero no tuvo valor para hablar de ello. Era mejor no pensarlo siquiera.
En el futuro procuraría no pensar nunca en Alemania."
—Sí, gracias —replicó Anna, y consiguió que su voz sonara del todo normal. En cuanto pudo se levantó y se fue a la cama. Quería decirle a Max lo que había oído, pero no tuvo valor para hablar de ello. Era mejor no pensarlo siquiera.
En el futuro procuraría no pensar nunca en Alemania."
Rahele Basir |
Pasemos a otra novela, éxito de la literatura juvenil: El niño del pijama de rayas de John Boyne.
Michael De Brito |
Observemos el siguiente fragmento:
—Nunca había oído ese nombre —declaró Shmuel.
—Ni yo el tuyo —reconoció Bruno—. Shmuel. —Reflexionó un poco—.
Shmuel —repitió—. Me gusta cómo suena. Shmuel. Suena como el viento.
—Bruno —dijo Shmuel asintiendo con la cabeza—. Sí, me parece que a mí
también me gusta tu nombre. Suena como si alguien se frotara los brazos para entrar
en calor.
—No conozco a nadie que se llame Shmuel.
—Pues en este lado de la alambrada hay montones de Shmuels. Cientos,
seguramente. A mí me gustaría tener mi propio nombre.
—Pues yo no conozco a nadie que se llame Bruno. Aparte de mí, claro. Creo que
soy el único.
—Entonces tienes suerte —dijo Shmuel.
—Sí, supongo que sí. ¿Cuántos años tienes?
Shmuel pensó un momento, se miró los dedos y
los agitó como si hiciera cálculos. —Nueve —dijo—. Nací el quince de abril de mil
novecientos treinta y cuatro. Bruno lo miró con asombro. —¿Qué has dicho? —preguntó.
—He dicho que nací el quince de abril de mil
novecientos treinta y cuatro. Bruno abrió mucho los ojos y sus labios forma
ron una O. —No puede ser —dijo. —¿Por qué? —No —dijo Bruno sacudiendo la cabeza—
. No
quiero decir que no te crea. Pero es asombroso. Porque yo también nací el quince de abril
de mil novecientos treinta y cuatro. Nacimos el mismo día.
Shmuel reflexionó un momento. —Entonces también tienes nueve años —razonó. —Sí. ¿Verdad que es raro? —dijo Bruno. —Muy raro. Porque en este lado de la
alambrada
hay montones de Shmuels, pero creo que ninguno
que haya nacido el mismo día que yo. —Somos como hermanos gemelos —dijo Bruno. —
Sí, un poco. De pronto Bruno se puso muy contento. Le vinieron a la mente Karl, Daniel y Martin, sus tres mejores amigos para toda la vida, recordó
cómo se divertían juntos en Berlín y se dio cuenta de lo solo que se había sentido en
Auschwitz. —¿Tienes muchos amigos? —preguntó, ladeando un poco la cabeza
hacia el niño. —Sí, claro —respondió Shmuel—. Bueno, más
o menos.
Bruno frunció el entrecejo. Le habría gustado que Shmuel hubiera contestado que no,
porque así habrían tenido otra cosa en común.
—¿Amigos íntimos? —preguntó.
—Bueno, muy íntimos no. Pero en este lado de la alambrada hay muchos niños de 9, nuestra edad. Aunque nos peleamos mucho. Por eso he venido aquí. Para estar solo.
—No hay derecho —dijo Bruno—. No entiendo por qué yo tengo que estar aquí, en
este lado de la alambrada, donde no hay nadie con quien hablar o jugar, mientras que tú
tienes montones de amigos y seguramente pasas horas jugando con ellos todos los días.
Tendré que hablar con Padre de eso.
Bairbre Duggan |
¿No os parece que estamos ante una particularísima versión con el telón de fondo del holocausto de El príncipe y el mendigo de Mark Twain? Dos niños de apariencia física similar intercambian sus papeles, en este caso se tratará del hijo de Enrique VIII y de un pilluelo que vive en la miseria.
Portada de la novela de Mark Twain |
Por supuesto, Bruno el hijo de un alto cargo militar nazi se desplaza con su familia a Auschwitz, a un caserón muy cerca de las alambradas de un campo de concentración. Bruno aburrido, pues no hace muy buenas migas con su hermana Greta, inspeccionará los alrededores hasta conocer a Schmuel.
La amistad de Bruno con el niño que está al otro lado de la almabrada, servirá el desenlace. Los piojos harán que Bruno tenga que ser rapado, y su amigo Shmuel le procurará un pijama de rayas para entrar al otro lado de la alambrada sin que nadie repare en él. Efectivamente, Bruno quiere jugar a los investigadores como hacía en Berlín, para ayudar a Shmuel a encontrar a su padre desaparecido. De repente se precipitan los acontecimientos y se provoca una marcha, entre muchos otros, ellos dos son encerrados en un lugar. Todos entendemos que ha sucedido porque Bruno no volverá a aparecer en casa, provocando la angustia de su familia.
Si volvemos a la obra mencionada de Mark Twain, podemos reflexionar sobre el mensaje de igualdad de todos los seres humanos. ¿Por qué creemos que somos diferentes solo por el hecho de que nos haya tocado nacer en un lugar o en otro? ¿En una determinada clase social u otra? ¿Y si la rueda Fortuna diese solo media vuelta dejándonos en el lugar opuesto al que creemos pertenecer? Porque realmente nada nos pertenece, como bien nos explica Kavafis en su poema Ítaca:
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino.
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Nada nos es dado al comenzar este viaje, nada poseemos, nada nos podemos llevar al otro lado. También nos lo trasnmite Antonio Machado:
Y cuando
llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Son tantos los testimonios literarios y cinematográficos, artísticos en general, que nos transmiten el horror, el infierno que no debemos olvidar.
Fotograma de la película "El niño con el pijama de rayas" |
¿Y cómo no mencionar un cuento en el infierno? ¿Claro! La vida es bella de Roberto Benigni:
Un padre intenta proteger a su hijo de la única manera que se le ocurre, engañándole respecto a la realidad del campo de concentración en la que se ven inmersos. ¿Fábula fantástica? ¡Por supuesto! ¿Cabría alguna otra posibilidad?
Fotograma de La vida es bella |
A su vez contamos con extraordinarios documentales, como el dedicado a los cazanazis, por ejemplo el relativo a la búsqueda de Aribert Heim, el doctor Muerte. Del cual la policía alemana recibió información en 2005 de que podría estar en Denia, así, por primera vez, la Policía española buscó a
un criminal de guerra nazi. Ciertamente España ha sido uno de los puntos calientes del refugio de nazis.
De manera que debemos hablar de la figura del cazanazis. Así, Simon Wiesenthal, (nacido en Ucrania en 1908 y muerto en Viena en 2005), de profesión arquitecto. Tras haber estado prisionero en el campo de concentración de Mauthausen-Gusen y ser liberado por el ejército estadounidense en 1945, ha dedicado su vida, como miembro del Mossad, a localizar e identificar criminales de guerra nazis.
En 1977 se fundó en la Universidad Jeshiva de Los Ángeles (EEUU) el Simon Wiesenthal Holocaust Center, que cuenta con sedes en Toronto, Buenos Aires, Jerusalén y París.
RTVE nos ofreció en el programa Informa semanal, un reportaje sobre Simon Wiesenthal, absolutamente fascinante.
Lo podéis ver desde aquí:
Simon Wiesenthal |
En uno de sus libros, Los asesinos entre nosotros, es Joseph Wechsberg quien escribe un primer capítulo a modo de semblanza precisamente sobre Wiesenthal y leemos este estremecedor fragmento:
Michael Davis |
Wiesenthal recuerda muchas veces su primer paseo como hombre libre después de vivir cuatro años entre alambradas. Era un cálido día de primavera del mes de mayo de 1945, a los diez días de haber sido liberado del campo de concentración de Mauthausen, Alta Austria. Débil todavía y un poco aturdido por el desacostumbrado esfuerzo, se llegó hasta el pueblo vecino andando. Los labradores trabajaban el campo, jugaban los niños, los pájaros cantaban. A menos de un kilómetro y medio de los horrores de la cámara de gas, el campo parecía un idilio de paz bucólica. Nadie demostraba ni curiosidad ni simpatía. Sintiéndose Wiesenthal muy fatigado, entró en una casa de campo y pidió un vaso de agua. Una robusta y bien alimentada campesina le trajo un vaso de zumo de naranja.
—¿Se pasó mal allí dentro? —le preguntó, señalando vagamente en dirección de las bajas edificaciones grises que se veían más allá de los bancales.
—Dése por satisfecha de no haber tenido que ver nunca ese campo de concentración por dentro.
—¿Y por qué iba yo a tener que verlo? —contestó la mujer—. Yo no soy judía.
Wiesenthal pensó en el incidente aquél mucho tiempo. Años de adoctrinación habían convencido a la mujer de que en la tierra había dos clases de personas: las que como ella estaban para vivir y las razas "inferiores" destinadas a la muerte. Wiesenthal no tardó en descubrir que muchas personas bondadosas habían sufrido la infección de teorías nazis. Cuando alguien, sin ser preguntado, le decía que "no sabía nada de todo aquello" o por propia iniciativa declaraba que "había salvado a judíos", Wiesenthal se ponía furioso.
—¿Se pasó mal allí dentro? —le preguntó, señalando vagamente en dirección de las bajas edificaciones grises que se veían más allá de los bancales.
—Dése por satisfecha de no haber tenido que ver nunca ese campo de concentración por dentro.
—¿Y por qué iba yo a tener que verlo? —contestó la mujer—. Yo no soy judía.
Wiesenthal pensó en el incidente aquél mucho tiempo. Años de adoctrinación habían convencido a la mujer de que en la tierra había dos clases de personas: las que como ella estaban para vivir y las razas "inferiores" destinadas a la muerte. Wiesenthal no tardó en descubrir que muchas personas bondadosas habían sufrido la infección de teorías nazis. Cuando alguien, sin ser preguntado, le decía que "no sabía nada de todo aquello" o por propia iniciativa declaraba que "había salvado a judíos", Wiesenthal se ponía furioso.
Peter Ravn |
—Si hubieran sido efectivamente salvados todos los judíos que me dijeron haber salvado hubiera habido más judíos al final de la guerra que cuando ésta empezó. Tampoco podía creer a aquellos que trataban de convencerme de que no se habían enterado absolutamente de nada. Quizá no supieran toda la verdad de lo que ocurría en los campos de concentración. Pero casi todo el mundo había notado algo después de que Hitler invadiera Austria el 11 de marzo de 1938. Nadie podía dejar de ver cómo los SS de negro uniforme se llevaban a los vecinos que resultaban ser judíos. Los niños volvían de la escuela diciendo que a sus compañeros de clase judíos los habían expulsado. Nadie podía dejar de ver las esvásticas en los escaparates rotos de las tiendas judías saqueadas. Nadie, tampoco, podía ignorar los escombros de las sinagogas que fueron quemadas la noche del 9 de noviembre de 1938. La gente sabía lo que ocurría, aunque a muchos les diera vergüenza enterarse y prefirieran mirar a otra parte para no ver demasiado. Soldados y oficiales con permiso, procedentes del frente del Este, hablaban muchas veces de las matanzas de judíos que habían tenido lugar allí. La gente sabía mucho más de lo que admitía saber y es por esa razón que tantas personas acusan hoy ese sentimiento de culpabilidad.
La carrera de Wiesenthal como cazador de nazis comenzó en cuanto fue puesto en libertad en 1945 y obtuvo empleo en la sección de Crímenes de Guerra de las fuerzas estadounidenses de ocupación en Austria, con la misión de seguir la pista de los SS que le habían brutalizado a él y a otros miles. A medida que Wiesenthal fue recuperando su vigor físico, fue aumentando también su capacidad de escuchar el recuento de crímenes nazis sin que se le despertara un sentimiento de odio.
—La herida del alma de Wiesenthal nunca podrá curarse, pero por lo menos ahora no sangra —dijo recientemente uno de sus amigos, famoso psicólogo vienés.
—La herida del alma de Wiesenthal nunca podrá curarse, pero por lo menos ahora no sangra —dijo recientemente uno de sus amigos, famoso psicólogo vienés.
Mirian Constán |
Y el relato de Wiesenthal comienza así:
Capítulo Primero
RELATO DE SIMÓN WIESENTHAL
RELATO DE SIMÓN WIESENTHAL
Serían las diez de la mañana del 5 de mayo de 1945 cuando vi aquel enorme tanque gris con estrella blanca en el flanco y bandera americana ondeando en la tórreta, allí, al azote del viento en la plaza que había sido hasta una hora antes patio del campo de concentración de Mauthausen. Era un día de sol, con aroma a primavera en el aire. Nada de aquel olor dulzón a carne quemada que siempre se cernía sobre el patio.
Fernando Prieto |
La noche anterior, los últimos hombres de la SS que quedaban en el campo habían partido. La maquinaria de muerte había hecho un alto. En mi habitación, sobre las literas, había cadáveres y aquella mañana nadie pasó a recogerlos. El crematorio había dejado de funcionar.
No recuerdo cómo logré ir de mi habitación al patio. Apenas podía andar. Llevaba puesto mi uniforme a rayas, descolorido con aquella “J” amarilla dentro de un doble triángulo rojo y amarillo. A mi alrededor vi a otros hombres, igualmente vestidos de dril a rayas y algunos con banderitas en la mano daban la bienvenida a los americanos. ¿De dónde habían sacado las banderas? ¿Las habrían traído los americanos? Nunca lo sabré.
El tanque de la estrella estaba a unos cien metros delante de mí. Quise tocar la estrella, pero estaba demasiado débil: había logrado sobrevivir hasta aquel día, pero no para poder andar los últimos cien metros. Recuerdo que di unos pasos, que luego mis rodillas cedieron y caí de bruces.
Alguien me levantó. Noté que un basto uniforme americano, color aceituna, me rozaba los brazos desnudos. Yo no podía hablar, ni siquiera abrir la boca. Indiqué con mi mano la estrella blanca, toqué el frío y polvoriento carro blindado y luego perdí el conocimiento.
Cuando volví a abrir los ojos, tras lo que me pareció mucho rato, estaba otra vez en mi litera, pero la habitación parecía otra. En cada catre había sólo un hombre y no tres o cuatro como de costumbre. Se habían llevado a los cadáveres. En el aire, un olor no familiar: DDT. Nos trajeron grandes calderos de sopa, sopa auténtica y tenía un sabor exquisito. Tomé gran cantidad. Mi estómago no estaba acostumbrado a tan sustancioso alimento y me vi presa de violentas náuseas.
Los días siguientes transcurrieron en agradable apatía. Casi todo el tiempo me lo pasaba amodorrado en mi catre. Doctores americanos de uniforme blanco cuidaban de nosotros. Nos dieron pastillas y más comida: sopa, verduras, carne. Yo seguía tan débil que para salir afuera necesitaba ayuda, habiendo logrado sobrevivir, nada me obligaba ya a esforzarme en ser fuerte. Había visto el día por el que tanto había rezado durante todos aquellos años, pero sin embargo, me hallaba más débil que nunca. «Reacción natural», decían los doctores.
No recuerdo cómo logré ir de mi habitación al patio. Apenas podía andar. Llevaba puesto mi uniforme a rayas, descolorido con aquella “J” amarilla dentro de un doble triángulo rojo y amarillo. A mi alrededor vi a otros hombres, igualmente vestidos de dril a rayas y algunos con banderitas en la mano daban la bienvenida a los americanos. ¿De dónde habían sacado las banderas? ¿Las habrían traído los americanos? Nunca lo sabré.
El tanque de la estrella estaba a unos cien metros delante de mí. Quise tocar la estrella, pero estaba demasiado débil: había logrado sobrevivir hasta aquel día, pero no para poder andar los últimos cien metros. Recuerdo que di unos pasos, que luego mis rodillas cedieron y caí de bruces.
Alguien me levantó. Noté que un basto uniforme americano, color aceituna, me rozaba los brazos desnudos. Yo no podía hablar, ni siquiera abrir la boca. Indiqué con mi mano la estrella blanca, toqué el frío y polvoriento carro blindado y luego perdí el conocimiento.
Cuando volví a abrir los ojos, tras lo que me pareció mucho rato, estaba otra vez en mi litera, pero la habitación parecía otra. En cada catre había sólo un hombre y no tres o cuatro como de costumbre. Se habían llevado a los cadáveres. En el aire, un olor no familiar: DDT. Nos trajeron grandes calderos de sopa, sopa auténtica y tenía un sabor exquisito. Tomé gran cantidad. Mi estómago no estaba acostumbrado a tan sustancioso alimento y me vi presa de violentas náuseas.
Los días siguientes transcurrieron en agradable apatía. Casi todo el tiempo me lo pasaba amodorrado en mi catre. Doctores americanos de uniforme blanco cuidaban de nosotros. Nos dieron pastillas y más comida: sopa, verduras, carne. Yo seguía tan débil que para salir afuera necesitaba ayuda, habiendo logrado sobrevivir, nada me obligaba ya a esforzarme en ser fuerte. Había visto el día por el que tanto había rezado durante todos aquellos años, pero sin embargo, me hallaba más débil que nunca. «Reacción natural», decían los doctores.
Fernando Prieto |
Hice un esfuerzo por levantarme y andar solo. Arrastraba penosamente los pies por un corredor oscuro, cuando un hombre me salió al paso y me derribó de un golpe; me desplomé y perdí el conocimiento. Cuando recobré el sentido estaba en mi catre y un doctor americano me hizo tomar algo. Tenía a mi cabecera dos amigos que me habían recogido del corredor y llevado hasta mi catre. Dijeron que un confidente polaco me había pegado. Quizá le molestara que yo estuviera aún con vida.
Bernardiem Sterheim |
Los de la habitación A me decían que yo tenía que denunciar aquel confidente a las autoridades americanas. Ahora éramos hombres libres: habíamos dejado de ser Untermenschen (infrahombres), Al día siguiente mis amigos me acompañaron hasta una oficina del edificio que había venido siendo anteriormente cuartel general del campo. En la puerta se leía un cartel: CRÍMENES DE GUERRA. Nos dijeron que aguardáramos en una pequeña antesala. Alguien me trajo una silla y me senté.
Exhaustivos encontramos los siguientes documentales sobre
Los cazadores de nazis:
Esta serie aporta una cantidad ingente de información que destapa la participación de los nazis en atrocidades inumerables. Cada uno de los capítulos nos descubre a siniestros complices, ayudantes del horror nazi y va "a la caza" de cada uno de ellos.
Paolo dell Aquila |
Aquí tenemos otro interesantísimo documental sobre el Holocausto, del Canal Historia:
Nazis: El Holocausto
Y, sumerjámonos finalmente en este terrible documental hilado con recuerdos íntimos de los protagonistas de la Historia: SHOAH
Jane Lund |
Shoah es el término hebreo para referirse a la catástrofe.
VER DOCUMENTAL SHOAH:
Este extraordinario y durísimo documental de 1985 con guión y dirección de Claude Lanzman, nos ofrece el testimonio auténtico en primera persona de víctimas, testigos y verdugos del holocausto.
Helga Weissová |
Terrible es el camino que estamos compartiendo con estas lecturas y documentales. Pensemos que siempre queda la esperanza, como un rayo de luz, a través de los espíritus nobles que estuvieron por encima del horror y arriesgaron o entregaron su propia vida por ayudar a las víctimas:
Oskar Schindler, Justo entre las naciones, que salvó a unos 1200 judíos.
Miep Gies que ayudó a la familia de Ana Frank.
Félix Kersten, que gracias a su influencia en las altas esferas de las SS, pudo arrebatar miles de vidas a la Gestapo y a los campos de concentración.
Wilm Hosenfeld, fue un oficial alemán de la Wehrmacht en la Segunda Guerra Mundial que alcanzó el rango de capitán al final de la guerra. Ayudó a rescatar y esconder a polacos, incluyendo judíos, en la Polonia ocupada por los nazis. Conocido gracias a la novela autobiográfica del músico polaco Wladyslaw Szpilman (El pianista del gueto de Varsovia), popularizada por la película de Roman Polanski, El pianista.
Ángel Sanz Briz, Justo entre las Naciones, fue un diplomático español, que actuó en la época de la Segunda Guerra Mundial (en este conflicto, España se mantuvo como no beligerante). En 1944, actuando por cuenta propia según algunos autores, "oficialmente" con independencia del gobierno de Franco (pero sin sufrir tampoco represalia alguna por ello), contribuyó a salvar la vida de unos cinco mil judíos húngaros durante el Holocausto, proporcionando pasaportes españoles, en un principio a judíos que alegaban origen sefardí en virtud de un antiguo Real Decreto de 1924 del directorio militar de Primo de Rivera y posteriormente a cualquier judío perseguido
El Coronel José Arturo Castellanos fue un militar y diplomático salvadoreño. Casado con Doña María Schürman de nacionalidad Suiza, con quien procreó tres hijos. Durante la Segunda Guerra Mundial mientras trabajaba como Cónsul General de El Salvador para Ginebra, y estando de acuerdo con el empresario judeo-húngaro György Mandl, ayudó a salvar a 40.000 Europeos de Europa Central y a los Judíos de la persecución nazi dándoles papeles falsos acreditándolos como ciudadanos salvadoreños.
Entre otros nombres ilustres de personas, de seres humanos con conciencia.
He aquí precisamente la película del director Roman Polanski, El pianista:
Fotograma de la película El pianista de Polanski |
Rindamos, pues, el recuerdo hoy y siempre ante el holocausto, que nuestra memoria siga ondeando.
Esperamos vuestras impresiones y comentarios.
Algunos de los cuadros son macabros, y expresan el holocausto perfectamente, que talento y capacidad de transmitir tienen algunas personas, la pagina esta muy bien elaborada y los documentales no me los pierdo esta historia me parece horrorosa y quiero documentarme y conocerla. Gracias por crear esta pagina tan completa y completa. Saludos.
ResponderEliminarGracias a ti, querido compañero/a:
EliminarEres un encanto por tu generosidad. Cuánto me alegro de que te guste el blog y ya sabes que esta es tu casa.
Ciertamente el tema nos sacude hasta el dolor de las entrañas. Y por eso, sobre todo, porque tanto nos duele, debemos conocer la historia, nunca olvidarla, aprender de sus errores e intentar crear una sociedad mejor.
Es increíble, ¿verdad? como los artistas expresan el grito de dolor a través de sus diversas herramientas.
Muchísimas gracias, querido/a nrz, por compartir tu punto de vista y por ayudarnos a entender el sentido del dolor y de lo macabro.
Un beso.
Hola Helena, soy Jose Vicente. He estado mirando el maravillosos trabajo que has hecho sobre el periodo de la maldita guerra que dio lugar a consecuencias absolutamente terribles y a la veracidad
ResponderEliminarde las historias que cuentan los protagonistas que han sufrido en primera persona los terrores de la guerra.En mi opinión , no me puede entrar en la mente el porque de los hechos que en la guerra sucedieron¡POR QUE EL HOMBRE DESTRUYE AL HOMBRE? . ¿Porque ese ansia de poder, de tenerlo todo, de eliminar a quien sea al precio que sea por conseguir algo? ¿Es que no vale mas una vida humana que todos los tesoros materiales que pueda haber en el mundo'¿Porque tienen que pagar siempre los mas débiles?¿Quienes son los que crean u originan las guerras y porque? Estas preguntas que yo hago son porque los poderosos que originan estas acciones sin sentido que no es cierto que miren por el pueblo, sino que miran por ellos mismos y sus intereses, les importa muy poco, o mas bien nada su pueblo o nación.Los bárbaros que hicieron esas atrocidades en los campos de concentración y no solo en los campos, fusilaban a la gente en la calle en cuanto cualquier ciudadano no estuviera de acuerdo con el régimen dictatorial que había en la época He visto un documental que habla sobre los campos de concentración, y cuando vi como los llevaban en esos trenes del terror a los pobres Judíos, que estaban aprisionados dentro del tren como si fueran sardinas en una lata,que no sabían a donde les llevaban o que iba a ser de ellos , en el cual iban ancianos totalmente desvalidos , niños, mujeres, y que cuando llegaban a los campos de concentración, lo primero que hacían era separar a las mujeres y los niños de los hombres y que los primeros que mataban esos bestias eran a las mujeres y los niños, y no contentos con esto esta panda de de.... (no encuentro ya el calificativo para esos seres), atormentan destruyen, minan, anulan la personalidad de cualquier ser humano. Me imagino esos sitios totalmente claustrofobicos, en el cual(no puedo decir vivían), porque eso no era vivir, era morir lentamente, agonicamente, sin que hubiera las mas mínimas condiciones de salubridad,sin saber cuando llegara tu hora, esa destrucción psicológica a las que se veían sometidos dia tras dia, mes tras mes es del todo insoportable.He visto imágenes de ojos de miradas perdidas, de autentico terror, niños, delgados muriéndose en plena calle,que nadie aunque quisieran podían ayudar, porque nadie tenia nada con que ayudarle, y si lo intentabas venían los soldados y te mataban.Toda esta serie de horrores,no se tienen que repetirse Jamas , no tuvo que haber sucedido nunca, es como un mal sueño, no hay Película ni libro capaz de relatar tal barbarie.A los mandatarios que hicieron semejante barbarie, si tuvieron corazón seguro que hasta su mismo corazón se avergonzaría de dar vida a semejantes, salvajes. Yo no se ya como describirlo, lo que si puedo voy a hacer, (si es verdad que hay un Dios y me quiere escuchar )es una oración por todos los seres que han sufrido y han dejado sus vidas, por culpa de unos maníacos sedientos de poder.
Queridísimo José vicente:
EliminarSolo me resta felicitarte por tu exposición, por tu discurso tan atinado y apasionado, como no merecen menos las víctimas de todas las guerras del mundo a lo largo de la historia y que han padecido la tortura de los campos de concentración.
Creo que tus palabras deberían ser objeto de análisis, llevarlas a un comentario de texto, por su coherencia, su profundidad, su humanidad.
Y, es que, así es, no hay obra que refleje un dolor tan profundo como el vivido por víctimas inocentes. Fíjate que el documental "Shoah" es precisamente lo que procura, por eso el director no quería considerarlo película, sino llevar a sus protagonistas a la autenticidad de sus declaraciones, íntimas, libres. No hay banda sonora, no hay ninguna clase de efecto. Un hombre, una mujer, hablando ante una cámara, un entrevistador, un traductor y nosotros conmovidos, conmocionados, heridos por su humanidad destrozada.
Nada más puedo añadir a tus sabias y dulces palabras, solo ¡gracias! por ser como eres. Con tu ejemplo de vida este mundo cada día será un poquito mejor, no te quepa la menor duda.
Con mi admiración, un abrazo.
Hola Helena, soy de nuevo Jose Vicente y he escrito una breve poesía que espero que te guste relacionado con el tema de la guerra y los campos de concentración.
ResponderEliminarEstoy en un lugar sin nombre
que no se ni donde esta
prisionero me han hecho
y se que me han de matar
La razón no la comprendo
ni se porque estoy en este lugar
ni lo se ni lo entiendo,
porque yo lo he de pagar.
De mi mujer me han separado
han partido mi corazón
ella siempre estuvo a mi lado
y ya no lo esta, no
Seguro que no la volveré a ver
pero en mi corazón siempre estará
es un sentimiento que siempre tendré
nadie me lo conseguirá matar.
Espero que te guste este poema pero es el dolor que me imagino que tendrá cualquier persona, cuando una panda de desdichados te separa a la fuerza de un ser querido .OJALA ESTOS PERSONAJES QUE HICIERON ESTAS ATROCIDADES ARDAN EN EL INFIERNO PARA SIEMPRE JAMAS. Muchísimas gracias Helena , como siempre un incondicional Jose Vicente.
Querido amigo:
EliminarNo solo me ha gustado tu poema, me ha emocionado y me ha llevado a pensar que después de la destrucción la vida busca paso porque aparte de los personajes siniestros a los que hacemos referencia, hay ejemplos de auténticos ángeles que dan su vida, si hace falta, por ayudar a los demás.
Poemas como este engrandecen nuestro blog, nuestra vida y me engrandecen a mí como profesora.
Mi reconocimiento y mi agradecimiento. Un abrazo, mi admirado José Vicente.
¡¡¡¡¡¡¡Elena, como siempre un magnifico trabajo !!!!!!!
ResponderEliminarEl pianista, aconsejo ver esa película.
Dafne.
Muchísimas gracias, estimada Dafne, con ninfas inspiradoras como vos, el trabajo artístico se abre paso. Estoy segura de que habéis disfrutado también profundamente con el trabajo documental, pues sé de vuestra búsqueda de información, precisión y rigor, espero que este humilde trabajo os aporte algo nuevo y que vuestro bosque de paz traiga mucho más amor a un mundo, que, ya veis, tanto, tanto lo necesita.
EliminarComparto absolutamente, la película de Polanski es una grandísima obra de arte, dura y terrible como la vida misma de la que habla, pero también desgarradora en su profunda expresión creadora.
Mi reverencia, ninfa admirada.
La mariposa / Pavel Friedman
ResponderEliminarLa mariposa / Pavel Friedman. Ilustración: Liz Elsby
La última, la última de todas,
De un amarillo tan intenso y vivo que deslumbra.
Tal vez si las lágrimas del sol cantaran
contra una piedra blanca...
Ese amarillo sin par
se eleva etéreo hacia lo alto.
Y se fue… Sin duda deseaba
despedirse del mundo con un beso.
Siete semanas aquí he vivido
Enclaustrado en este gueto.
Pero aquí he encontrado lo que amo:
Los amargones me llaman
Y las blancas ramas de los castaños del patio.
Solo que nunca más vi una mariposa.
Esa mariposa fue la última.
Las mariposas no viven aquí adentro,
en el gueto.
Pavel Friedman fue un joven poeta que vivió en el gueto de Theresienstadt. Poco es lo que se sabe de este autor, aunque se calcula que tenía 17 años cuando escribió «La mariposa». Esta poesía fue encontrada cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, escondida junto con otros escritos de niños y jóvenes. Su creador fue deportado finalmente a Auschwitz, donde encontró la muerte el 29 de septiembre de 1944.
Dafne.
Mi queridísima ninfa Dafne:
EliminarEs la belleza, la delicadeza, la elegancia, en su más puro estado las que nos traéis. Este poema debería ser recordado cada día de la vida, cuando florecen los amargones por su bravo amarillo, cuando los almendros estallan para agradecérselo, pero también cuando el momento vital es gris o el horizonte negro, entonces de manera interiorizada es cuando más debe brillar.
¡Que siempre nos alumbre este poema de Pavel Friedman! Querida ninfa, el impacto de leerlo a sabiendas de su vida y su final, nos atraviesa.
Gracias profundas por un recuerdo tan justo y por una belleza tan sublime. Ninfa sois, es claro.
Primero vinieron por los judíos / Martin Niemöller
ResponderEliminarPrimero vinieron por los judíos / Martin Niemöller. Ilustración: Liz Elsby
Primero vinieron por los judíos
y guardé silencio
porque yo no era judío.
Luego vinieron por los comunistas
y guardé silencio
porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los sindicalistas
y guardé silencio
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a buscarme
ya no quedaba nadie
que pudiera hablar por mí.
Martin Niemöller, pastor luterano y teólogo alemán. Nació en Alemania en 1892. Partidario al comienzo de las políticas de Hitler, después se opuso a ellas, razón por la cual fue arrestado y confinado en los campos de concentración de Sachsenhausen y Dachau. Liberado por los aliados en 1945, continuó con su trabajo en Alemania como clérigo y célebre pacifista.
Dafne.
Queridísima ninfa:
EliminarSobran los comentarios, que hable el poema de Niemöller y el apunte biográfico que vuestra Merced nos ofrece. Una verdad muy profunda nos ronda, tan sencilla como la necesaria implicación vital del ser humano con sus semejantes.
Magnífico el homenaje que desde el bosque, dedicáis al recuerdo, a la historia y a la justicia de la verdad.
Que nunca queden en el olvido los acontecimientos terribles que nos preceden. Gracias a personas como vos, el mundo es un poquito mejor.
Una reverencia de admiración y si me permitís, en este caso un abrazo, querida.
HOLA POETISA DEL MAR:
ResponderEliminarComo siempre maraviiloso todo lo que nos regalas siempre.
MARAVILLOSO.
Queridísima Sigorita:
EliminarTus palabras sí son siempre maravillosas. Gracias, Maestra, es un privilegio para mí tu mirada y te generosidad. Es una alegría tenerte tan cerca, con tu mano maestra a mi lado. Sabiendo que tú estás cerca, pendiente y dirigiendo las ideas de compañeros extraordinarios, puedo respirar feliz.
Gracias por todo tu apoyo.
Un abrazo, Sigorita, qué estupendo tenerte en el blog.
Con tu permiso, pinto esta maravillosa poesía en este blog,
EliminarPara tí y todos los poetas que participan en este Eden de letras regaladas.
TODO PUEDE VENIR.
Todo puede venir por los caminos
que apenas sospechamos.
Todo puede venir de dentro, sin palabras
o desde fuera, ardiendo
y romperse en nosotros, inesperadamente,
o crecer, como crecen ciertas dichas,
sin que nadie lo escuche.
Y todo puede un día abrirse en nuestras manos
con risueña sorpresa
o con sorpresa amarga, desarmada, desnuda,
con lo triste de quien se ve de pronto
cara a cara a un espejo y no se reconoce
y se mira los ojos y los dedos
y busca su risa inútilmente.
Y es así. Todo puede llegar de la manera
más increíblemente avizorada,
más raramente lejos
y no llegar llegando y no marcharse
cuando ha quedado atrás y se ha perdido.
Y hay, para ese encuentro que guardar amapolas,
un poco de piel dulce, de durazno o de niño,
limpia para el saludo.
(Mirta Aguirre) La Habana, 1938.
Gracias a tí Elena siempre. Eres la luz de los proyectos.
Eres tambien el Hada Madrina que nos concede el deseo de toda la magia que desfila en este Eden.
Me encanta unir teatro y unir poesía.. y sobre todas las emociones, que tú estés allí para apoyarnos. Gracias, gracias, gracias por tu magía hermana de letras.
Un beso de Mar.
Sigorita, su magia y el mar....
EliminarQué mágico regreso, con tu dulzura y con un poema de Mirta Aguirre, una de las grandes.
Te echábamos mucho de menos por aquí, que vuelco en el corazón volver a sentir la emoción que desgranas cuando nos regalas un poema. Porque cuando la poesía o el teatro se llevan en el corazón, entonces todo fluye y el arte se hermana con la naturaleza para darle aliento al ser humano.
Así, con felicidad te leemos, Sigorita. Para ti este otro poema de Mirta Aguirre:
LIED
Mi corazón
lo trajo el mar.
Y suena a caracol junto al oído.
a caracol
de arena y sal,
hecho de oleajes y en el mar pulido.
Mi corazón
lo trajo el mar
Si le arrojara
mi corazón
de noche el mar latiera a pecho mío.
De noche, el mar
tendría su voz,
su alegre voz de corazón-navío.
Si le arrojara
mi corazón.
En unas redes
de pescador,
al mar regrese, amigos, cuando muera.
Al mar regrese
mi corazón,
mi corazón de barca marinera.
En unas redes,
de pescador.
Con todo mi cariño, de poetisa del mar.
Compañeras, compañeros os recomiendo ver la pelicula El diario de Ana Frank, basada en hechos reales y esta a nuestra disposicion en el blog, a mi me impacto el desenlace y la musica que le acompaña. Que macabro. Saludos a todos de Antonio Menendez.
ResponderEliminarQuerido Antonio:
EliminarMuchísimas gracias a ti por tu recomendación y tu sensibilidad. Es cierto que nos eriza la piel enfrentarnos a la historia dulce y juvenil de Ana Frank y a la brutalidad de la que intentaba huir en el refugio de su habitación pero sobre todo de su interior.
Las reflexiones de la jovencísima escritora son impactantes, tan antiguas como la vida y tan actuales como su revisión siempre oportuna.
Gracias de corazón, queridísimo Antonio.
Increíble historia, triste y de una realidad heladora. El libro muy bueno, mejor que la película como viene siendo costumbre. Te hace transportarte hasta la "buhardilla" donde se escondía y te conmueve desde la primera página, ¿porqué ese odio alemán, a manos de Hitler, contra aquellas personas judias? Lo que pasaron me hace estremecer y Ana Frank no fue otra que una víctima de aquella barbarie. Gracias Ana por contarnos tu historia.
ResponderEliminarFdo. Emg "La dama de negro"
Querida dama de negro:
EliminarMuchas gracias por traernos tu aflicción ante este tema, cuya sola mención nos hace estremecer de dolor y temblar ante la injusticia, el horror de la historia, de lo que tuvieron que sufrir aquellas personas indefensas.
Sin duda, la historia de Ana Frank, es un testimonio de primer orden en esa buhardilla donde hemos estado tan cerca de ella los que hemos leído su "Diario".
Nos queda recordarla siempre, leer su "Diario", hacer presentes los sufrimientos pasados para que las personas que no tuvieron y no tienen voz puedan expresarse a través de los que recibimos la responsabilidad de difundir la historia y sus horrores.
Para ti, querida, por tu sensibilidad y tu empatía, este fragmento del "Diario" que tanto nos gusta y dice así:
"Viernes, 19 de mayo de 1944
Querida Kitty:
...
A Peter y a mí nos va bien. El pobre tiene más necesidad de cariño que yo, sigue poniéndose colorado cada vez que le doy el beso de las buenas noches y siempre me pideque le dé otro. ¿Seré algo así como una sustituta de Moffle? A mí no me importa, él es
feliz sabiendo que alguien le quiere.
Después de mi tortuosa conquista, estoy un tanto por encima de la situación, pero no te creas que mi amor se ha entibiado. Es un encanto, pero yo he vuelto a cerrarme por dentro; si Peter quisiera romper otra vez el candado, esta vez deberá tener una palanca más fuerte...
Tu Ana M. Frank"
Querida dama de negro, eres un encanto, muchas gracias por tu precioso comentario. Un beso.