Queridos amigos:
En esta ocasión no puedo sustraerme al encanto de la novela Ardiente paciencia de Antonio Skármeta, llevada al cine por Michael Radford como Il postino o El cartero y Pablo Neruda.
Hoy he tenido la oportunidad de disfrutar de ella con personas maravillosas que han logrado convertir una película hermosa en toda una experiencia literaria, cinematográfica y humana. Muchas gracias a todos.
La película está basada en la figura real de Pablo Neruda, nuestro bien querido y admirado poeta chileno, Premio Nobel de Literatura en 1971.
Pablo Neruda, un gigante premiado con el Nobel |
La película nos lleva a la ficción durante su exilio político de Chile. Por supuesto es una recreación de la literatura al cine. Pero más allá de todas las licencias inventadas, la creación refleja con fidelidad artística el alma y el corazón de un poeta que se cruza con un persona humilde que aprende a idolatrarle, y a amar a su vez la poesía hasta convertirse en poeta y en hombre comprometido con la política.
El argumento es bien sencillo: Conocemos a Mario Ruoppolo, un joven, hijo de pescador acostumbrado a vivir en la humildad del sur de Italia y en la precariedad de su pueblo. Un buen día le surge trabajo como cartero pues Pablo Neruda ha decidido refugiarse en ese entorno privilegiado de la costa italiana en uno de los momentos de su exilio. Mario estará encargado de llevarle las cartas únicamente a Pablo Neruda. Así surge la admiración hacia el poeta y una gran amistad entre ambos.
Mario se enamora perdidamente de una muchacha hermosísima y muy joven: Beatrice Russo, que vive con su tía y trabaja de camarera. No parece tener ninguna oportunidad de romance con ella. Por eso nuestro Mario le pedirá ayuda al gran poeta, Neruda.
Así en efecto, a través de la poesía, de las maravillosas palabras nacidas de Neruda, que Mario le recitará a Beatrice, logrará cautivar a la joven. Y ambos vivirán una divina pasión rodeada de romanticismo y lírica. Eso sí, primero su tía se tendrá que asegurar de que el joven Mario no tiene malas intenciones con su sobrina.
cuando un hombre empieza a tocarte con las palabras, en seguida llega muy lejos con las manos... Bien conocía la tía de Beatrice el poder de las palabras, no digamos si vienen envueltas en metáforas, ¡qué momento!, ¿verdad?
Pero la pasión entre Mario y Beatrice triunfa y será Neruda precisamente el padrino de su boda.
Es más, nacerá Pablito, ¿cómo había de llamarse el hijo de ambos sino Pablito? La parte triste es que Pablito no conocerá a su padre, pues será asesinado en una manifestación, ya que Mario estaba dispuesto a ofrecer su compromiso político con su pueblo, sobre todo como poeta. Después de la vuelta de Neruda a Chile, una vez que puede regresar a su país, Mario se estrena como poeta. Todavía se nos encoge el corazón con este final, ¿verdad?
Os ofrezco unas imágenes del auténtico Pablo Neruda junto a su tercera mujer, Matilde Urrutia. Parece que ya son un poco nuestros después de ver la película, ¿no os parece?
¿Y si vamos ilustrándolas con versos de sus poemas?
Pablo Neruda con Matilde Urrutia |
- TU RISA
- Quítame el pan si quieres,
- quítame el aire, pero
- no me quites tu risa.
- No me quites la rosa,
- la lanza que desgranas,
- el agua que de pronto
- estalla en tu alegría,
- la repentina ola
- de planta que te nace.
- Mi lucha es dura y vuelvo
- con los ojos cansados
- a veces de haber visto
- la tierra que no cambia,
- pero al entrar tu risa
- sube al cielo buscándome
- y abre para mí
- todas las puertas de la vida.
- Amor mío, en la hora
- más oscura desgrana
- tu risa, y si de pronto
- ves que mi sangre mancha
- las piedras de la calle,
- ríe, porque tu risa
- será para mis manos
- como una espada fresca.
- Junto al mar en otoño,
- tu risa debe alzar
- su cascada de espuma,
- y en primavera, amor,
- quiero tu risa como
- la flor que yo esperaba,
- la flor azul, la rosa
- de mi patria sonora.
- Ríete de la noche,
- del día, de la luna,
- ríete de las calles
- torcidas de la isla,
- ríete de este torpe
- muchacho que te quiere,
- pero cuando yo abro
- los ojos y los cierro,
- cuando mis pasos van,
- cuando vuelven mis pasos,
- niégame el pan, el aire,
- la luz, la primavera,
- pero tu risa nunca
- porque me moriría.
El poeta con su esposa Matilde |
Por favor, no os perdáis, la vesión musical que nos ofrecen Olga Manzano y Manuel Picón, porque es antológica:
DESNUDA
Desnuda eres tan simple como una de tus manos,
lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente,
tienes líneas de luna, caminos de manzana,
desnuda eres delgada como el trigo desnudo.
Desnuda eres azul como la noche en Cuba,
tienes enredaderas y estrellas en el pelo,
desnuda eres enorme y amarilla
como el verano en una iglesia de oro.
Desnuda eres pequeña como una de tus uñas,
curva, sutil, rosada hasta que nace el día
y te metes en el subterráneo del mundo
Como en un largo túnel de trajes y trabajos:
Tu claridad se apaga, se viste, se deshoja
Y otra vez vuelve a ser una mano desnuda.
"Amor mío, cuento las horas que me faltan para besar tu boquita adorada. Amor, amor, me haces mas falta que el aire y con el mar, aquí, completas lo mas bello del mundo para mí. " Cartas de amor inéditas a Matilde Urrutia.
Pablo Neruda |
Matilde Urrutia |
Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.
A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?
Ah déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías.
De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.
Pasan huyendo los pájaros.
El viento. El viento.
Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.
Tú estás aquí. Ah tú no huyes.
Tú me responderás hasta el último grito.
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos.
Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas,
y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando mariposas
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela.
Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí,
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes.
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.
Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.
Poema XIV de Veinte poemas de amor y una canción desesperada
El propio Pablo Neruda recita el Poema XIV de Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
El matrimonio Neruda-Urrutia |
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Del Poema XV de Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Versión musicalizada por Paco Ibáñez del Poema XV de Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Neruda con Matilde |
Neruda con Matilde |
Poema XX de Veinte poemas de amor y una canción desesperada
Puedo escribir los versos más tristes está noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche esta estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».
El viento
de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo
escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las
noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me
quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo
escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la
noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué
importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es
todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para
acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma
noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la
quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro.
Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la
quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en
noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque
éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Paco Ibáñez musicaliza la versión del poema XX de Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Pablo Neruda recita el poema XX de Veinte poemas de amor y una canción desesperada:
Puedo escribir los versos más tristes esta noche...
Estampa familiar |
LA CANCIÓN DESESPERADA
Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.
El río anuda al mar su lamento obstinado.
Abandonado como los muelles en el alba.
Es la hora de partir, ¡oh abandonado!
Sobre mi corazón llueven frías corolas.
¡Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos!
En ti se acumularon las guerras y los vuelos.
De ti alzaron las alas los pájaros del canto.
Todo te lo tragaste, como la lejanía.
Como el mar, como el tiempo. ¡Todo en ti fue
naufragio!
Era la alegre hora del asalto y el beso.
La hora del estupor que ardía como un faro.
Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego,
turbia embriaguez de amor, ¡todo en ti fue naufragio!
En la infancia de niebla mi alma alada y herida.
Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo.
Te tumbó la tristeza, ¡todo en ti fue naufragio!
Hice retroceder la muralla de sombra,
anduve más allá del deseo y del acto.
Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí,
a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto.
Como un vaso albergaste la infinita ternura,
y el infinito olvido te trizó como a un vaso.
Era la negra, negra soledad de las islas,
y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos.
Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.
Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro.
Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme
en la tierra de tu alma, ¡y en la cruz de tus brazos!
Mi deseo de ti fue el más terrible y corto,
el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido.
Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas,
aún los racimos arden picoteados de pájaros.
Oh la boca mordida, oh los besados miembros,
oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.
Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo
en que nos anudamos y nos desesperamos.
Y la ternura, leve como el agua y la harina.
Y la palabra apenas comenzada en los labios.
Ése fue mi destino y en él viajó mi anhelo,
y en él cayó mi anhelo, ¡todo en ti fue naufragio!
Oh sentina de escombros, en ti todo caía,
qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron.
De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste
de pie como un marino en la proa de un barco.
Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes.
Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo.
Pálido buzo ciego, desventurado hondero,
descubridor perdido, ¡todo en ti fue naufragio!
Es la hora de partir, la dura y fría hora
que la noche sujeta a todo horario.
El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.
Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.
Abandonado como los muelles en el alba.
Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos.
Ah más allá de todo. Ah más allá de todo.
Es la hora de partir. ¡Oh abandonado!
de Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Paco Ibáñez musicaliza La canción desesperada
Queridos, después de este banquete de poesías de Neruda, os dejo el vídeo de la película completa de El cartero y Neruda para que la disfrutéis cuando os apetezca. Os espero, un beso.
El cartero y Pablo Neruda, ver
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